Lo que comenzó como un cierre parcial de dos semanas para evitar contagios, se ha tornado en un año completo de cuarentena y encierro; y seguimos contando. Como sociedad, en un principio nos tornamos hacia las artes para tratar de hacer sentido de la situación; nos acogimos a la escritura, la música, la pintura, el teatro virtual. Básicamente a cualquier cosa que nos ayudara a entender y sobrellevar lo que estaba sucediendo.
Sin embargo, una vez se confirmó que el virus había venido para quedarse un largo rato, tuvimos que volver, aunque reinventados, a nuestras vidas cotidianas. Reabrieron los restaurantes, reabrieron los centros comerciales, y más recientemente, reabrieron las escuelas. Varios sectores se veían ansiosos a la espera de una nueva Orden Ejecutiva que les permitiera reiniciar actividades, y que parecía nunca llegar. Entre esos, se encontraban los teatreros.
Durante la pandemia, varios grupos de teatro intentaron adaptarse a la virtualidad y aunque algunos lo lograron con más éxito que otros, es inevitable añorar la presencialidad. Finalmente, el pasado jueves 11 de marzo, el Gobernador anunció una nueva Orden Ejecutiva (OE) más flexible que permitirá la apertura de los teatros por primera vez desde que comenzó la pandemia. Aunque esto fue como la luz al final del túnel para muchas personas, también están quienes critican que los teatros podrán operar a tan solo un 30% de capacidad mientras que los cines y restaurantes a un 50%.
Lo cierto es que el teatro ha existido por cientos y cientos de años, y ha sobrevivido a la invención de nuevas tecnologías como el cine y la televisión. Hay algo verdaderamente mágico en ver una historia desarrollarse frente a ti en tiempo real. Mientras hayan historias que contar y alguien para contarlas, habrá teatro. Personalmente, no puedo esperar a ver mi próxima obra de teatro presencial después de un largo año contemplándolo a través de una pantalla.