Lenguaje inclusivo, en el mundo de coexistencia binaria y no binaria

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En la mañana de hoy, una amiga me escribió para contarme sobre un video que vio en Facebook en el que un estudiante de maestría exponía la situación que le tocó vivir con una profesora que se rehusaba a llamarle por su nombre escogido y a utilizar los pronombres correctos.

En el video, Anacaona, el cual es su nombre escogido, explica que se identifica como una persona no-binaria (con los pronombres elle/le) y que se encuentra en el proceso de cambiar su nombre legalmente. Ya había hablado al respecto con el decano de la institución, quien le indicó que solo tenía que comunicarles el cambio a sus profesores. Cuando le explica la situación a la profesora, ella procede a indicarle que en un principio había pensado que su nombre se trataba de una “broma” pero que no tenía problema con quedarse al final de la clase para que elle le explicase cómo deseaba que le llamasen. Todo bien con este curso de acción, hasta que se toma en cuenta que ya Anacaona le había dicho en varias ocasiones cuáles son su nombre y sus pronombres, a lo que ella respondió con “usted como estudiante no me corrige a mí” y “yo no puedo alterar la manera en que yo me comunico con todo el mundo”.

El tema del lenguaje inclusivo y de los pronombres no-binarios es uno relativamente nuevo. No se puede esperar que todo el mundo entienda y los use a perfección de la noche a la mañana. Sin embargo, el problema surge cuando se construye una barrera y se rehúsa a escuchar a las demás personas. Hay quienes piensan que el lenguaje es no cambiante, que las reglas existen y no deben ser modificadas. La realidad es que el lenguaje lo crean los hablantes con el uso diario, si no fuese así, no se habrían añadido al diccionario de la RAE palabras como “tuit”, “parking” o “asín”. Muchos piensan que es un problema de generaciones, pero tampoco es verdad. Existen boomers que utilizan el lenguaje inclusivo, como hay millennials que piensan que es una aberración.

Al final del día, ahora mismo es cuestión de empatía y respeto. Como yo lo veo, nada cuesta cambiar una letra si el propósito es que se sientan cómodes e identificades todos, todas, y todes.