El Grito Libertario de Yauco en 1897

Historia

Al Dr. Francisco Catalá, con afecto

     El 24 de marzo de 1897 un grupo de patriotas puertorriqueños, a la cabeza de los cuales marchaba don Fidel Vélez, atacaron infructuosamente pero valientemente, el puesto militar de Yauco de las Fuerzas Armadas de España. Este levantamiento por la independencia de nuestra patria constituyó la última gestión armada de puertorriqueños contra el imperio español.

Algunos le han restado importancia a esta gesta patriótica alegando que muchos de sus autores intelectuales y otros, terminaron favoreciendo y defendiendo al nuevo régimen luego de la invasión del 98. No obstante es innegable que el movimiento del suroeste de Puerto Rico formó parte de las gestiones para la liberación de Cuba y nuestra isla. Más aún el levantamiento de Yauco estuvo ligado a proyectos de invasión como los planes de los generales Rius Rivera, Agustin F. Morales y el dirigente de la guerrilla cubana José Lacret Morlot. 

     El tema de la insurrección de Yauco ha sido tratado dentro del contexto del liderato anexionista antes de y después del cambio de soberanía. Mariano Negrón Portillo en su estudio vincula los hechos de Yauco al liberalismo político y parece explicarlo a partir de los intereses comerciales y mercantiles de la época. Al excluir otros factores como determinantes del estudio en lo que se refiere a Yauco – subestima las luchas patrióticas y de afirmación nacional de los movimientos reformistas y separatistas, de finales del Siglo 19. Subestima, por ejemplo – o no toma para nada en consideración, las sociedades secretas, las luchas campesinas, de artesanos, y de otros sectores populares que a lo largo de ese siglo 19 habían expresado su inconformidad con el régimen español. De hecho, Negrón Portillo llega a hablar hasta de la “ausencia de una conciencia nacional”.  Desde luego obvia los planes de auxilio conspirativos de los revolucionarios cubanos fraguados en la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano y los antecedentes de represiones brutales, como los Compontes del terrible año de 1887. (Mariano Negrón Portillo. Revista del Colegio de Abogados. Vol. 33, núm. 3, 1972).   

     Como veremos todo sugiere que se impone aclarar una serie de hechos relativos a esta abortada conspiración revolucionaria pues el alcance y la proyección de la misma debe remitirse a los planes expedicionarios de la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano que se reunían en Nueva York en las postrimerías del siglo 19.   

     Resulta fundamental – para poder comprender las verdaderas causas y orígenes del fallido movimiento de Yauco de 1897- atender distintos sucesos históricos donde se fueron gestando los sentimientos separatistas tanto en Cuba como en Puerto Rico. Sentimientos e ideales que en el caso de Puerto Rico cobran forma concreta y decisiva, con el movimiento insurreccional de Lares (1868) y en el caso de Cuba se gestará con el movimiento de Yara a la Guerra de los Diez Años (1868-1878), que finalizó con el Pacto de Zanjón de febrero de 1878.

     Con nuestras conclusiones no pretendemos levantar nuevas tesis cuya discusión sobre sus virtudes o defectos se limitaría a pocos. Pretendemos saborear la historia desde sus frutos mas frescos. Pretendemos asimilar nuestra historia comenzando por lo singular y lo virgen. Mucha carga de interpretación colonial hemos soportado sin siquiera saber a veces, que hay una materia prima básica sobre la cual erguirnos, descubrirnos y reconstruirnos.

     Durante la última década del siglo 19 ya era de esperarse el final del dominio español en el Nuevo Mundo. En la región suroeste de Puerto Rico se estaba conspirando para dar una lucha revolucionaria contra España y lograr la independencia de la isla. Se contaba con el apoyo de una expedición que habría de venir posiblemente de Cuba y desembarcaría por el puerto de Guánica que para ese tiempo era parte del territorio de Yauco. En Cuba se estaba librando la segunda guerra contra España por su independencia, muchos puertorriqueños estaban involucrados en la misma. En Yauco y pueblos vecinos se podría sentir la fricción entre los residentes ricos, pobres, profesionales, obreros, artesanos, campesinos y el gobierno español. Eran muchos los desafectos a la metrópoli, incluyendo a los corsos y otros extranjeros que estaban conspirando en, logias masónicas, sociedades secretas y de auxilio mutuo. Esos fueron por excelencia los conspiradores del movimiento armado conocido como de “La Intentona de Yauco”.      

     La insurrección libertadora que estalló el 24de marzo de 1897 en Yauco – decía Juan Antonio Corretjer “ni se le ha rendido homenaje que, como hecho en si merece, ni se ha señalado el profundo significado de su repercusión histórica”. Para el, a la altura de 1976 se imponía (y se impone todavía decimos nosotros) una nueva reseña y un examen crítico del histórico suceso, que “ayude a la nueva generación a salvarse con respecto a Yauco, de lo que en todo ha sido condenado nuestro pueblo: a los efectos de una pedagogía del olvido.” (J.A. Corretjer: El Grito de Libertad de Yauco de 1897, El Nuevo Día, 17 de abril de 1976).

     Y es que debe ser aceptado que la historia oficial ha sido reduccionista en su referencia a los aconteceres de los pueblos de Puerto Rico. Partiendo de un prejuicio despectivo, los redactores de textos se nutren de diversas estrategias para subutilizar las fuentes pueblerinas. Los avances en el descubrimiento y relatos, relegados y ocultados por generaciones de investigaciones oficiales, establecen un nuevo formato de construcción histórica. Como ha dicho un autor “de ahí la importancia de evidenciar ejercicios de afirmación nacional en infinidad de manifestaciones”. (José Luis Pons Torres. “La afirmación nacional en el occidente puertorriqueño.” Exégesis, Revista de la Universidad de Puerto Rico en Humacao, Año 16, Núm. 16, 2003).

     Corretjer resume su planteamiento y conclusión de la siguiente manera: “En 1898 Puerto Rico es aterrizado por la contradicción que representan de un lado, quienes, como los autonomistas, quieren retener en Puerto Rico la bandera española por oportunismo y los quinta columnistas infiltrados en la Junta de Nueva York que interesan lo mismo para dar a Estados Unidos la ocasión de invadir a Puerto Rico. En esa orgía a de sarcasmos Yauco rubrica con la firma de Fidel Vélez la voluntad puertorriqueña de ser nosotros mismos, y ese es el sentido más profundo del 24 de marzo de 1897. (El Nuevo Día, 17 de abril 1976).

     De hecho, en 1945 Corretjer publica en Nueva York una entrevista que le había realizado a Don Fidel Vélez trece anos antes. (El Buen Borincano. Biblioteca Bohique, Nueva York, 1945. En la misma señala que Fidel Vélez presintió la esclavitud bajo los yanquis contexto de la guerra hispanoamericana, “vio su hora, y actuó, reafirmando a sangre y pólvora el derecho de Puerto Rico a su independencia.”

    Le atribuye al levantamiento de Yauco haber sido instrumental para que se otorgara a tiros de ese año 1897 la Carta Autonómica a Puerto Rico. A esa partida insurrecta al mando de Don Fidel Vélez que marchó sobre Yauco, con intención de proclamar la Republica, se la atribuye además el haber consagrado nuestra bandera pues era la que enarbolaban los alzados. Paulino Castro en su Historia Sinóptica del Nacionalismo en Puerto Rico publica una fotografía de Don Fidel y su esposa Natalia Vega con la bandera original que fue utilizada en la Intentona.

      De manera que es el mismo Corretjer en 1949 quien realiza el primer intento para una hermenéutica del Grito de Yauco en su libro La Lucha por la Independencia de Puerto Rico, Guaynabo, PR 1949.

      Carmelo Rosario Natal en su documentada obra Puerto Rico y la crisis de la Guerra Hispanoamericana, hace la siguiente observación: “A la altura de 1897 se aceptaba por todos que la revolución debía asumir características opuestas al sistema de guerrillas que se utilizaba en Cuba.” Subraya como una crítica que los esfuerzos que se hacían respondían a una insurrección importada. 

     Señala Juan Antonio Corretjer que “por el carácter implícitamente anti-independista del libro de Rosario Natal la palabra “importada” merece aclaración pues, Rosario Natal se refiere a que se seguiría el patrón cubano de expediciones patriotas llegadas del extranjero para hacer contacto con las fuerzas organizadoras dentro del país. Hay si, un cambio en el concepto, como el mismo autor reconoce al citar la carta del General Morales a Betances (9 de marzo de 1897, (en Bonafoux, págs. 35-38), en el sentido de que “cualquier esperanza de éxito dependería de una ofensiva relámpago que produjera golpes sorpresivos y fulminantes al enemigo”. (Carta, Op.Cit). Ya Martí, recordando la experiencia de la Guerra Grande (1868-1878) había querido también que la nueva guerra cubana tuviese tal carácter. Pero a Martí, dice Corretjer, le frustra el plan llamado “desastre de la Fernandina”, maniobra del espionaje yanqui encaminado a frustrarlo. “La derrota de los libertadores yaucanos se atribuye, por lo tanto, a la precipitación a que Vélez se ve obligado por la delación guaniqueña” (El Grito del Libertador, 17 de abril de 1976).

     Lo cierto es que el intento de Yauco formaba parte de un plan mayor ideado por la Junta revolucionario de Puerto Rico a instancias del rico hacendado yaucano Antonio Mattei Lluveras, el General dominicano Agustín F. Morales, Manuel Catalá, Juan Roig, Gerardo Forrest Vélez, Guillermo Velazco, Eduardo Lugo Vinas, Félix Matos Bernier, Tomas Carrión, Fidel Vélez, Juan Nazario, los hermanos cubanos Manuel y José Budet Rivera, junto a numerosos conspiradores de pueblos adyacentes (Delgado Pasapera). Según Juan Antonio Corretjer, este levantamiento formaba parte del plan dirigido por Betances, organizado por Aurelio Méndez Martínez, y comandado por el General puertorriqueño Juan Rius Rivera (Germán  Delgado Pasapera, Puerto Rico: Sus Luchas Emancipadoras, 1850-1898, págs.72-77).

     Si con lo que hemos relatado y analizado con respecto al Levantamiento de Yauco de 1897 y los planes libertarios de los dirigentes de la Sección Puerto Rico de Nueva York, nos daríamos por satisfechos porque así estaríamos rompiendo con la “pedagogía del olvido” como le llamaba Corretjer a toda esa carga de interpretación colonial que hemos soportado.