¡No a la privatización del agua!

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Preocupa el augurio de que el agua se convierta en una mercancía del mercado de valores y áreas como las cuencas de California, en Estados Unidos, se convierta en un bien mercadeable en la bolsa de valores.

Se comienza a no distinguir en el caso del agua la diferencia entre un bien económico y un bien libre.

Los bienes económicos ya sean fabricados por el hombre o por ser obtenidos con esfuerzo son tasados en el mercado y se les impone un precio. Los bienes libres, en cambio, aunque pueden ser esenciales para la vida por satisfacer necesidades esenciales, su acceso a ellos es libre y, por lo tanto, se pueden obtener gratuitamente. Y los ejemplos de siempre eran el aire y el agua que se conseguía de la lluvia o de los ríos sin ningún costo.

El agua comprende el 70% del planeta Tierra, pero sólo el 4% es agua no salina y de ese 4%, únicamente el uno por ciento es bebible y está disponible para el ser humano y los ecosistemas.

Al día de hoy, en el siglo 21, todavía 2.200 millones de personas viven sin acceso a agua potable.

El consumo mundial de agua se multiplicó por seis en el último siglo (más del doble de la tasa de crecimiento de la población) que el cambio climático es una realidad inexorable que producirá además de graves inundaciones, sequías y ascensos en el nivel del mar, reducciones de más del 5% en las disponibilidades actuales de agua dulce y que 2 de cada tres personas sufrirá escasez de agua en el 2025.

Ya en la actualidad en lugares como Eritrea, Etiopía y Bangladesh han sido desplazadas personas y animales por persistentes sequías.

La práctica de agricultura intensiva y poco rigurosa en el uso de fertilizantes ha provocado la contaminación por nitratos de las aguas subterráneas y la falta de depuración urbana e industrial provoca la contaminación de las masas de agua superficiales destruyendo la vida animal y vegetal de los ríos y aledaños.

Es evidente que en el futuro la demanda continuará creciendo consecuencia de la imperiosa necesidad de nuevos regadíos para asegurar la alimentación humana y animal y a causa de los nuevos asentamientos urbanos, así como las demandas industriales y de ocio.

El agua como recurso natural en sus tres estados (líquida, gaseosa y sólida), siendo un elemento esencial para la vida y medio de transporte, es un haber necesario para múltiples procesos económicos tiene un valor inmensurable.

Por ser un recurso de producción agraria, industrial, soporte de piscicultura y refrigerante eficiente, el mercado se afana por convertirlo en objeto de transacción económica y comienza a ponérsele precio en el mercado de valores.

En casi todo el mundo el agua es un bien público. Y sin embargo el uso puede ser privado. sustentado en una concesión otorgada por la autoridad del agua y previo pago de una tasa por esta disponibilidad.

Como recurso esencial para la vida y el bienestar humano, el acceso al agua debe ser considerado un derecho humano que los poderes públicos deben proveer. Y el agua, ya sea en áreas urbanas o rurales, que se destina a la ingesta y para las necesidades humanas debe ser la de mejor calidad.

Los servicios de abastecimiento y saneamiento son servicios públicos que los poderes públicos deben prestar y esta prestación la pueden hacer con medios propios o de forma indirecta a través de un arrendamiento, concesión o empresa mixta.

El agua en sus diferentes orígenes de su estado natural (glaciares, lagos, ríos, etcétera, debe mantenerse como un bien libre y no transformarse en un bien económico.

Es indispensable velar por que sus otros usos (agua para riego, agua para ocio, para industria, refrigeración y agua regenerada para ser reutilizada) la conviertan indistintamente en un valor económico en el mercado.