Pensamientos, poemas y cuentos para aliviar el alma [de Roberto H. Hau]

Caribe Imaginado

El 4 de noviembre de 2020, recibí de regalo el libro titulado Hace un tiempo: cuentos y pensamientos escrito por el Dr. Roberto H. Hau Rosa, médico generalista, con oficina en Isabela, que lleva honrando el Juramento Hipocrático por treinta y ocho años. Nos conocimos por causalidad, en el 2006, cuando su amada esposa Blanca Iris González Medina, estudiaba en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Utuado. La recuerdo como una de mis mejores estudiantes; ponderada, a veces tímida, pero sus intervenciones en el curso, me hacían reflexionar por su inteligencia. Para ese entonces, ambas compartíamos la misma edad y no lo sabíamos.

Al Departamento de Lenguajes y Humanidades, insistentemente, llamaba un tal doctor Hau, que quería hablar conmigo. La secretaria me decía: “Doctora no para de llamar” a lo que contestaba: “Marimari no sé quién es.” Un día, sin más remedio, tuve que aceptar la llamada y él me dijo que le habían contado que editaba libros. Le pregunté quién le dio esa información y su respuesta fue: “es un secreto.” Entonces me contó que era médico de vocación y aspirante a escritor por afición. Manifestó que estaba escribiendo un libro de cuentos y me preguntó si podía leer algunos sin compromiso. Como no podía librarme de sus llamadas, le contesté que me los hiciera llegar. Comencé a revisarlos y me atrapó uno que se titula ¿Me escucha, me oye? porque como médico, a través de su alter ego Don Genaro, critica la modernización, ya que con los adelantos tecnológicos, uno llama a una oficina y lo que contesta es una máquina.

En el cuento, Sara, la esposa de este jíbaro, con quien lleva más de cincuenta años de casados, estaba enferma y el anciano recordó que: “Dentro de la cubierta de la póliza de salud se le había indicado que en momentos de urgencia podía utilizar el sistema de tele salud.” Irónicamente, llamaba al plan y no había contacto con ningún ser humano; que mucho me ha pasado eso y llego al hastío. En su segundo intento, le contestó una joven y le indicó que por la edad de su esposa, lo iba a transferir al área de Geriatría. Fue allí que tuvo la oportunidad de ser atendido cordialmente. Le aconsejaron que le hiciera un guarapo con hojas de hierba buena para el dolor de barriga. Para la fiebre tenía que ponerle: “plantillas de mostaza con mentol en los pies… y para la tos, le frotas aceite alcanforado en el cuello y lo cubres con un pañito” (p.44). Ni don Genaro, ni yo sabíamos, que don Corchado no era médico, todo lo contrario, fue la persona que estuvo a cargo del Departamento de Mantenimiento. La moraleja de ese cuento la escribe el autor: “Si le ofrecen un servicio de salud sin ver al paciente, sin este ser examinado por un médico, bajo una interpretación telefónica, a través de un programa de computadora, tenga mucho cuidado” (p.46). Un día, que estaba en el departamento charlando con la secretaria, que también fue mi estudiante y me quiere como a una hija, llegó mi alumna Blanca, para hacerme una pregunta. La acompañaba un hombre desconocido que me obsequió el Diccionario de símbolos de Alfonso Serrano Simarro y Álvaro Pascual Chenel, publicado en el 2004, otra de mis biblias literarias. En la primera página escribió: “A la Dra. Bauzá gracias por sus sabios consejos, Dr. Hau, M.D.” y fue en ese preciso momento que comprendí, que el médico era el esposo de mi adorada Blanca.

El Dr. Roberto H. Hau Rosa, publicó su primer libro Una vereda en el bosque que reúne veintiún cuentos, en marzo del 2007 y fue reseñado en tres periódicos nacionales. Como detalle, mi nombre aparecía en los agradecimientos: “Por sus meritorios consejos y observaciones del idioma” (p.ix). Junto a mi esposo, tuve el privilegio de asistir a la presentación de ese texto, el 30 de marzo de 2007, en el Anfiteatro Municipal Justo Méndez en Isabela. Luego en el 2009, le asigné varios cuentos a mis estudiantes y lo presenté en la Universidad de Puerto Rico en Utuado. Fue muy bien recibido por los alumnos, porque el autor utiliza un lenguaje sencillo, cotidiano, coloquial, que no redunda en lo ostentoso. No podemos olvidar, que es un médico y con eso no quiero decir que no domine la palabra.

Había perdido el contacto con el Dr. Hau y con Blanca, porque así es la vida, unos se van y otros llegan. Sin embargo, el galeno, que también es perito médico legal, volvió a contactarme en medio de la pandemia, aunque yo no le contestaba sus mensajes, por estar atravesando por una difícil situación. Como mencioné al principio, el 4 de noviembre de 2020, me regaló su segundo libro Hace un tiempo: cuentos y pensamientos publicado en el 2017; me lo llevó a la oficina de un médico que visito en Hatillo. Apenas cruzamos palabras por el distanciamiento físico. Han pasado cuatro meses y el 12 de marzo de 2021, el libro me habló y me dijo: “es hora de que empieces a leerme.”Algunos pensarán que es una locura, pero leo por  placer. Al estilo de Luigi Pirandello (ganador del Premio Nobel en 1934) en mi  espacio, los textos cobran vida y deciden cuándo debo leerlos. Estoy maravillada con los pensamientos o aforismos que  el doctor Hau Rosa intercaló entre sus  veinte cuentos. Para mi gusto son lo mejor de este libro que está en proceso de revisión para una segunda edición. Al igual que los haikus de Eddie Ferraioli, me han servido para encontrar un poco de tranquilidad ante el caos interno. El día de la Abolición de la Esclavitud, escuché en la radio que en Puerto Rico, 1.5 millones de habitantes son beneficiarios del PAN; esa cantidad es prácticamente la mitad de la población. Honestamente, quedé aterrada y vino a mi mente su pensamiento: “Los que “viven del cuento” viven como un “pez en una pecera”: tienen de todo. En tanto, tristemente, siempre dependerá de otro para todo” (p. 57). Desde que el país cerró por la pandemia, no he dejado de trabajar aproximadamente, doce horas diarias, porque el trabajo dignifica y me ayuda a despejar la mente.

Poco a poco, he tratado de retomar mi pasión por la escritura de ensayos de crítica literaria. Le he dado la bienvenida a este texto, porque me recuerda  el libro de aforismos Para todos los días escrito por uno de los cien pensadores más importantes que han pisado el planeta tierra, el mayagüezano  Eugenio María de Hostos. Fue publicado en 1988, por el Instituto de Cultura Puertorriqueña y por suerte, los que poseemos ese texto, tenemos un gran tesoro. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define aforismo como una: “ Sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en alguna ciencia o arte” (p.39). Hostos escribió aforismos sobre diversos temas como: la amistad, el amor, el comportamiento, la comprensión, la condición humana, la criminalidad, el deber, la honestidad, la humildad, la justicia,  la patria y el patriotismo, la razón, la responsabilidad y el trabajo entre otros. Sobre el trabajo precisó: “Trabajo es fuerza: la hormiga es/más poderosa que la avispa”( p. 145); “Trabajar es tan necesario para/civilizarse como para vivir” (p.146) y “Menguados de nosotros si/ perdiéramos en quejas vacías el/ tiempo del trabajo” (p.146). Su pensamiento sigue tan vigente y más en estos días que encontramos turistas por las calles del Viejo San Juan o el Condado, sin usar mascarillas para protegerse y a su vez protegernos de la pandemia. De hecho, sobre la responsabilidad Hostos argumentó: “Cumple con todos tus deberes y/gozarás de todos tus derechos” (p. 20).

Por su parte, el Dr. Roberto H. Hau Rosa, percusionista, fotógrafo aficionado, coleccionista de carros antiguos a escala, miembro del Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico, perito médico legal, afirma que tiene sobre novecientos pensamientos escritos. En este segundo libro  aparecen veintiuno. Yo los llamo aforismos, porque cumplen perfectamente con la definición de este término y por su fuerte mensaje doctrinal. Sus aforismos están dedicados a la felicidad:  “La felicidad solo existe cuando se siente en el ser” (p.7); la soledad:  “No hay castigo más cruel que sentirse  solo en medio de una multitud” (p.17). Por casualidad, Hostos dejó para la posteridad el siguiente aforismo: “Acompañémonos con nosotros mismos y al menos la soledad podrá convertirse en fuerza” (p.137). En cuanto a la paternidad, el médico isabelino por adopción, reafirmó: “Los hijos son como las ramas del árbol, por más distante que estén, siempre son parte de uno” (p.39).  Eugenio María de Hostos dijo que: “La naturaleza es una madre/cariñosa, siempre dispuesta a calmar/nuestra agitación, a endulzar/nuestra amargura” (p.99) y el médico riposta: “Seamos en la vida como una flor. Demostremos el esplendor de nuestro ser e ignoremos las espinas” (p.49).

Pensando en voz alta sobre la vacunación a las personas de la tercera edad a nivel mundial, reflexioné mucho sobre el maltrato a la vejez y Roberto Hau Rosa exclama: “El maltrato a un longevo es el vilipendio a uno mismo en un futuro no muy apartado” (p.63). En julio del 2019, visité Marruecos por segunda vez, acompañada de mi amiga la Dra. Carmen León y allí conocimos al guía beduino Sousy, que compartió con los viajeros su filosofía de vida. En una ocasión mencionó: “Cuidado con burlarse o dañar a un anciano, en un futuro cercano ese anciano puedes ser tú.” En sus aforismos Roberto Hau Rosa incluyó el tema de la religiosidad y en un tono muy serio apunta: “El hombre crucificó a Jesús; la mujer lo cargó en el vientre” (p.89). Este pensamiento me estremeció y vino a mi mente la imagen de tantos Judas, que he conocido a lo largo de mi travesía por este viaje llamado vida. De inmediato, en la página 99 del libro, encontré la respuesta en un aforismo muy acertado: “La mentira es la más contagiosa de las enfermedades” (p.99).

Me reí a carcajadas con las promesas de los políticos: “Existen idiomas tan asombrosamente arduos de entender que parecen una sinuosa jerga. El de los politiqueros es uno de ellos” (p.107). Tanto mi ex alumna Blanca, como su esposo el Dr. Roberto H. Hau Rosa son de las personas más humildes que he conocido;  sobre la humildad proclama: “Quiero ser las “sandalias del pescador” para correr el buen camino. En tanto, y a su vez, dejar huellas imborrables” (p.117). Por otra parte, la libertad de pensamiento, es la que nos permite ser diferentes a los demás y poder discrepar con respeto, por eso el médico-escritor aconseja: “Permite a los demás pensar, analizar, discrepar… pero nunca por ti” (p.123). En su rol de doctor en medicina se atreve a decir: “Solo una cicatriz enseña más que un libro” (p.141). Como si fuera poco, el machismo no queda excluido porque jocosamente declara: “El hombre machista es como el buey: rudo, fuerte y orgulloso. Por eso solo sirve para arar” (p.177) ese me encantó.

Hay una máxima que me llevó a la introspección porque a veces me hundo en un hoyo profundo y no veo salida. Sin embargo, hay personas que pasan por peores situaciones y el doctor Hau Rosa sostiene: “Toda contrariedad, por difícil que sea, tiene sus días contados” (p.83). A esto añade: “Seré río para, al pasar, echar a un lado las piedras del camino” (p.71). Me encuentro en ese proceso, apartando grandes rocas de mi camino. No quiero concluir este viaje de aforismos, sin anotar que también hay una defensa lapidaria de los animales: “Cómo quieres que el ruiseñor cante su mejor trova, cuando lo atormentas en una jaula! (p.133).

En resumen, cierro esta reflexión con un pensamiento sobre la vejez que se encuentra en el texto Hace un tiempo: cuentos y pensamientos escrito por el Dr. Roberto H. Hau Rosa:

Quiero ser “viejo”

para ver a mis hijos crecer

Quiero ser “viejo”

para tener a mis nietos en mis brazos

Quiero ser “viejo”

para poseer tiempo de corregir mis errores

Quiero ser “viejo”

para tener el placer de no volverlos a cometer

Quiero ser “viejo”

para aprender cada día más

Quiero ser “viejo”

para servir de maestro

Quiero ser “viejo”

para ayudar a dar vida

Quiero ser “viejo”

para razonar la Fe

Quiero ser “viejo”

para entender el final

En tanto, y sobre todo…

Quiero ser “viejo”

para demostrarle a una mujer,

que la he amado toda una vida. (p.23)