El 2 de abril estamos celebrando el Día de la Tierra. Este día de conmemoración fue implantado por la ONU oficialmente en 2009 para concienciar sobre los problemas medioambientales que amenazan nuestra existencia, como lo son la crisis climática, la contaminación atmosférica o la deforestación, así como para impulsar acciones que los solucionen.
Actualmente nos enfrentamos a varios problemas ambientales: 8 millones de toneladas de plástico al año terminan en los mares, la sobrepesca amenaza la estabilidad de las poblaciones de peces; incluso, profesionales afirman que las mismas actividades humanas que impulsan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad también generan riesgos de pandemia a través de sus impactos en nuestro medio ambiente.
Es entendible sentirse impotente ante la realidad del cambio climático cuando quienes más están contaminando el ambiente tratan de convertir la labor de cuidarlo en una responsabilidad individual.
Este 22 de abril propongo que hagamos ambas: seamos consumidores éticos y ciudadanos del planeta responsables en la medida en que nos sea posible, pero no olvidemos que el problema hay que atacarlo de raíz. De nada sirve que dejemos de usar sorbetos plásticos si las mega corporaciones siguen lanzando desechos al mar; de nada sirve que hagamos carpool y andemos en bicicleta si las grandes fábricas siguen emitiendo enormes emisiones de carbono al ambiente.