Dos semanas de paz [sin un solo tiro al aire]

Voces Emergentes

Algo me dice que nuestra condición colonial ha sido determinada por una vida llena de violencias.  Es decir, que la violencia relacionada al día inicial de la colonización, sea el 19 de noviembre de 1493 o el 25 de julio de 1898, nos marcó como un país donde la violencia se ve como algo normal. Se ha normalizado, y la entendemos como parte de nuestro diario vivir.

Ante este cuadro, escapo del Caribe por dos semanas.  Escapo por cansancio, por necesidad, por superar la depresión existencial, pero más que nada, por no escuchar un tiro al aire de madrugada, ni en Santurce ni en Guaynabo. Los tiros me persiguen. Los tiros nos persiguen.  Los vemos como normal.  Luego teorizamos que no somos un narcoestado, pero alguien se ha preguntado, ¿por qué en Puerto Rico se escuchan los tiros todas las noches como una constante, y no así en Cuba, o Suecia, o en España?

Entonces, como diría la cantautora, “salgo a caminar”, e intento por todas las vías de construir otra realidad, donde la violencia y sus violencias no sean un forjante de mi entendido de lo real, de lo social. Sí, me afirmo todos los días, es posible vivir sin violencia y sin violencias, sin tiros al aire y sin aceptar la cultura del narcotráfico, del narcoestado, del narcoterror, como algo normal.  Sí es posible.

Por lo que la invitación es volver a fundarnos. Volver a empezar, como proyecto de país, de nación, de vida.  Sería posible, siempre y cuando al realizar ese nuevo momento de origen, se haga respetando la diferencia, tolerando a la otra persona, y sobre todo sin culturas de supremacía.  Hacer esto, desde aquí, sin tener que irse del entorno, para pensar que otro mundo es posible, en otro sitio pero no aquí.  Me quedo, pero sin la violencia y sus violencias. Sin los tiros al aire.  Me quedo para vivir en paz.