Pixie o la dulce realidad de vivir en la Irlanda postconflicto

Cine caribe

Al final de la década de 1990, viví cuatro años interaccionando con Irlanda del Norte, en particular con el centro urbano de Belfast.  Allí hice amistades. Allí fui feliz. Allí vi cosas que no debo contar.  Pero todas esas memorias, distinto al final de la película Blade Runner (Dir. Rigdley Scott, EE.UU., 1992), no desaparecerán.  Simplemente vuelven, vuelven, cada vez que me enfrento a la nación irlandesa.

Por lo que mi recuerdo de trabajar con los irlandeses, de ambas facciones religiosas, de todas las facciones político-militares de ese momento, es que siempre reinaba la alegría. Pese a compartirte el cuento más doloroso, ese sobre la muerte, los irlandeses siempre reían.  Hasta cuando hablaban de los actos más brutales de violencia, lo contaban con una sonrisa.

Hay algo de esto en el filme Pixie (Dir. Barnaby Thompson, Reino Unido, 2020), el cual nos cuenta la historia de vida de unos irlandeses, en el norte como en el sur, que se dedican a actividades ilícitas, y a quienes la vida les cambia.  Ni bueno ni malo.  Es cuestión de sacar el tiempo para ver este filme y apreciar la complejidad de un país postconflicto de lucha armada, donde la violencia es sustituida por otras violencias.

En este sentido la trama, un culebrón tipo Hollywood, en el cual las mafias locales irlandesas se disputan unos dineros junto a unos kilos de droga. Luego vienen los desengaños amorosos, y finalmente llega el arte.  La persona vinculante de todo este culebrón es Pixie (Olivia Cooke), quien es una mujer curiosa, combinando el arte de la fotografía con la muerte.  Lo mejor de todo, es que uno se ríe un montón con el personaje.

Pues bien. Película ligera de la vida y la muerte a través de la risa en el mundo de los irlandeses.  Usted decide. Disponible en las plataformas de redes sociales.