Terminan dos décadas de intervención EE.UU [el regreso de los Talibanes]

Historia

Para muchos puertorriqueños/as la caída del gobierno de Afganistán en
manos de los talibanes ha sido una sorpresa. El cálculo hecho por el gobierno de
los Estados Unidos, anunciado el 29 de febrero de 2020 tras los acuerdos
negociados en Doha, Qatar por la administración de Donald Trump y el Talibán,
anticipaba la retirada de un remanente de 9 mil efectivos militares en suelo afgano
de lo que fue en un momento dado la presencia de 110 mil tropas de combate. El
acuerdo incluía, además, la retirada de alrededor de 8,500 soldados de 37
nacionalidades que formaban parte del contingente de la OTAN, todas ellas en un
plazo no mayor de 14 meses. Las negociaciones en entre los Estados Unidos y el
Talibán se iniciaron en el 2018 e incluyó el compromiso de los talibanes de no
permitir que Al Qaeda volviera a operar dentro del territorio afgano controlado por
ellos.


Un dato importante en esta narrativa es pasar juicio sobre los
acontecimientos en Doha, Qatar y el acuerdo alcanzado por la Administración
Trump. A pesar de tratarse de un conflicto donde el gobierno afgano tenía algo
que decir, el gran ausente en las negociaciones fue precisamente el gobierno del
presidente Ashraf Ghani. La firma del acuerdo por parte de los Estados Unidos lo
suscribió el enviado especial de su gobierno, Zalmay Khalizad. Es importante sin
embargo recordar que en ocasión de la firma, también estuvo presente como
observador el Secretario de Estado de la Administración Trump, Mike Pompeo. Así
lo documenta la foto tomada a Mike Pompeo con quien fungiera como principal
negociador por el Talibán, Abdul Ghani Baradar.
El 25 de mayo de 2016, tras la muerte del Mula Akhtar Masour, su sucesor
Mawlawi Hibatullah Akhundazada, fue designado comandante supremo militar del
Talibán. Durante la década de 1990 había ocupado la posición de jefe de los
Tribunales de la Sharía, cargo que le hacía responsable de la interpretación de la
ley islámica. Uno de sus subordinados, cofundador de los talibanes, es Abdul
Ghani Baradar, quien estuvo a cargo de las negociaciones entre el Talibán y los
Estados Unidos en Doha. Ghani Baradar formó parte de la resistencia contra la
ocupación militar de Afganistán por la Unión Soviética en la década de 1980.
Como combatiente, Ghani Baradar se ha mantuvo vinculado con el movimiento
yihadista de muyahidines afganos, siendo uno de sus fundadores del Talibán en la
década de 1990. En el año 2010 Ghani Baradar fue capturado en Paquistán y
posteriormente entregado a los Estados Unidos. Fue enviado a prisión en


Guantánamo donde permaneció cerca de ocho años. Como tantos otros
prisioneros, sufrió tortura en manos de sus carceleros estadounidenses. Ghani
Baradar, sin embargo, fue objeto de intercambio por un soldado norteamericano
capturado por los talibanes, el cual eventualmente tras su liberación, fue sometido
a una corte marcial por el ejército de los Estados Unidos al ser acusado de
deserción. Hoy Ghani Baradar se perfila como el principal líder del Talibán en
Afganistán.
La ausencia del gobierno de Afganistán en las negociaciones fue el
resultado de la posición de la delegación del Talibán indicando que no reconocían
la legitimidad de dicho gobierno, el cual en definitiva, se consideró hasta su caída
un régimen ilegítimo impuesto por los Estados Unidos. El señalamiento del Talibán
no deja de ser correcto cuando se confronta el hecho de que uno de los
resultados de las negociaciones tiene que ver precisamente con la liberación de
cerca de mil prisioneros hechos por el Talibán al ejercito y policía afganos;
mientras del otro lado, sin la presencia de las autoridades de Kabul, Estados
Unidos acordó la liberación de cerca de 5 mil prisioneros talibanes en cárceles
afganas, insistimos, ello sin que el gobierno afgano fuera parte directa en tales
negociaciones y acuerdos.
De acuerdo con la información dada en aquel momento, Estados Unidos
mantendría en Afganistán 3 mil efectivos dedicados fundamentalmente al
asesoramiento militar de las fuerzas armadas afganas y la policía. Para entonces,
al menos a nivel teórico, tanto el gobierno afgano como los Estados Unidos y sus
aliados de la OTAN proclamaban que el control mayoritario del país y sus
principales ciudades era ejercido por el gobierno del presidente Ashraf Ghani.
La retirada de las tropas de combate estadounidenses de Afganistán no
suponía la retirada de los Estados Unidos de la región. Simultáneamente con el
anuncio, también se dio también a conocer el traslado de varios batallones de
tropas de la Infantería de Marina, incluyendo también a efectivos de la 82 División
Aerotransportada a distintos países árabes en la región como son Qatar y Kuwait.
Mediante este traslado de efectivos militares, los Estados Unidos estarían prestos
a desplazar tropas en la eventualidad que fuera necesario para asegurar la
presencia restante de personal estadounidense, civil y militar, en Afganistán, Iraq y
Siria.
Contrario a lo que se ha pretendido proyectar en los Estados Unidos por el
Partido Republicano, la debacle ocurrida en Afganistán tras el anuncio de una
fecha cierta de retirada del remanente del componente militar estadounidense y de
sus aliados de la OTAN de suelo afgano, no es el resultado único de la
administración de Joe Biden. Por el contrario, el actual presidente estadounidense
lo que ha hecho es darle continuidad a la política establecida durante la
Administración Trump y a los acuerdos negociados por el gobierno
estadounidense con el Talibán en el año 2020.


Posiblemente la gran sorpresa no es que el Talibán haya regresado al
poder en Afganistán, sino la velocidad con que se vino abajo todo el andamiaje del
gobierno respaldado por los Estados Unidos y la captura del Talibán en pocos días
de las principales ciudades y regiones del país. No debemos olvidar que cuando a
mediados del pasado mes de julio el presidente Joe Biden anunció el retiro de
tropas de Afganistán, el Talibán sólo controlaba 70 de los más de 220 con que
cuenta el país. Un mes después, básicamente el Talibán controla la totalidad del
país menos el aeropuerto de Kabul.
No deja de ser una payasada el señalamiento de Donald Trump solicitando
la dimisión del presidente Biden en un asunto en el cual las responsabilidades son
compartidas. También causa asombro el señalamiento hecho por Biden al
expresidente Ghani de haberse rendido fácilmente al Talibán abandonando el
país, cuando está plasmado el hecho de que quien primero habló de abandonar el
país fue el propio gobierno de los Estados Unidos. Sencillamente es el juego de la
papa caliente donde cada cual responsabiliza a otro por el desastre en Afganistán.
Muchas de las escenas que hemos visto a través de los medios noticiosos
centran su enfoque en las oleadas de afganos que procuran acceder a aviones
estadounidenses como ruta al exilio; la cobardía de un presidente en fuga del país
robándose grandes cantidades de dinero que en parte, por no encontrar suficiente
cupo dentro de un helicóptero, quedó esparcido sobre la pista de la instalación
aérea de la cual despegó camino al norte, al vecino Tayikistán; y la presencia de
combatientes del Talibán moviéndose relajadamente en las ciudades ocupadas.
Pepe Escobar, en escrito redactado el 16 de agosto de 2021 para Asia
Times, titulado El Emirato Islámico de Afganistán regresa con fuerza, procura
transmitirnos en palabras la imagen real de la hora que vive el pueblo de afgano,
cuando indica lo siguiente:

“Al final, el momento de Saigón sucedió más rápido de lo que
esperaba cualquier ‘experto’ en inteligencia occidental. Este es uno para los
anales: cuatro días frenéticos que concluyeron la guerra relámpago de
guerrillas más asombrosa de los últimos tiempos. Estilo afgano: mucha
persuasión, muchos acuerdos tribales, cero columnas de tanques, mínima
pérdida de sangre.”
La situación actual en Afganistán es sumamente compleja como es
compleja también la formación de un nuevo gobierno para el Talibán. El Talibán
(movimiento de los jóvenes en lengua pastún), es una facción militar
fundamentalista islámica dentro de la corriente musulmana suni. Se distinguió en
su origen como una agrupación de jóvenes con un amplio respaldo del gobierno
de Arabia Saudita y de los Estados Unidos, quienes libraron la guerra de guerrillas
contra la presencia militar de la Unión Soviética en respaldo al entonces gobierno
afgano. Desde muy temprano, promovieron la instauración en su país de una
gobierno teocrático, regido por la ley islámica.


Tras el retiro de la presencia militar soviética y la caída del gobierno que
este país respaldaba, los talibanes tomaron el control de Afganistán y
establecieron en el país un régimen fundamentalista islámico. Su gobierno
rechazaba todo vestigio de occidentalismo, lo que incluyó prohibir la televisión, la
música, el cine el uso de maquillaje en las mujeres, los estudios a las niñas
mayores de 10 años. Bajo su gobierno se llevó a cabo la destrucción de
importantes piezas arqueológicas y monumentos asociados a religiones y
civilizaciones pasadas en la historia de Afganistán. Fue común durante su régimen
la práctica de llevar a cabo castigos corporales públicos a acusados de delitos,
incluyendo el adulterio. Los avances sociales alcanzados décadas antes por las
mujeres en el pleno ejercicio legal de sus derechos fue abolido.
Ya desde el poder, el gobierno del Talibán brindó refugio a excombatientes
yihadistas que lucharon contra la presencia soviética en Afganistán organizados
por Osama Bin Laden en células que impulsaban llevar la guerra santa islámica y
el terrorismo contra países occidentales. Entre estas células se incluían
organizaciones como Al Qaeda, el Yihad Islámico de Egipto, el Movimiento
Islámico de Uzbekistán y sus contrapartes en Paquistán y en otros países. El
Talibán permitió el uso del territorio afgano para el entrenamiento y formación de
combatientes que luego serían dispersados en células operativas en alrededor de
60 países.
Algunas de estas células tomaron parte en los ataques a las Torres
Gemelas en la ciudad de Nueva York y el Pentágono aquel 11 de septiembre de
2001, así como el secuestro de una aeronave que fue derribada en Pennsylvania
por aviones de combate de los Estados Unidos. Fueron estos sucesos los que
precipitaron el ultimátum dado por el gobierno de George Bush al gobierno del
Talibán, que eventualmente llevó a la intervención de Estados Unidos y sus
aliados contra Afganistán a partir del 7 de octubre de 2001.
Tras casi 20 años de presencia militar de los Estados Unidos y sus aliados
de la OTAN en Afganistán, el saldo del conflicto ha sido de decenas de miles de
muertos y heridos. Se estima en más de 2,500 militares y cerca de 5 mil
contratistas los estadounidenses fallecidos; 20 mil soldados estadounidenses
heridos; miles de muertos y heridos de militares de otras nacionalidades
occidentales adscritos a fuerzas de la OTAN; más de 70 mil soldados y 78 mil
policías afganos muertos y cerca de 85 mil talibanes muertos es el saldo de casi
dos décadas de conflicto. A los anterior se suman decenas de miles de civiles
afganos muertos y heridos junto a millones de civiles desplazados y refugiados.
Se indica que al presente, aún permanecen en suelo afgano cerca de 10 mil
ciudadanos estadounidenses. De otro lado, se indica que Estados Unidos ya ha
evacuado alrededor de 3,200 de sus ciudadanos. El presidente Biden ha indicado,
si bien tenía como fecha del retiro de tropas el 11 de septiembre, el personal
militar de su país permanecerá en suelo afgano hasta que hayan sido
evacuados/as sus ciudadanos/as poniendo como nueva fecha el 31 de agosto.


Se ha discutido también el papel jugado en el desenlace de estos sucesos
de la República Islámica de Paquistán y de la República Islámica de Irán. Si bien
la corriente musulmana mayoritaria de Paquistán es suni y en el caso de Irán
siendo una nación persa es chiita, en cuando a Afganistán hay intereses comunes
de parte de estos dos países en sus respectivas fronteras donde segmentos de su
población comparten etnias, por lo que en la geopolítica de la región, ambos
países limítrofes han procurado mantener buenas relaciones con las poblaciones
afganas en sus respectivas zonas fronterizas.
Otro elemento que se discute es el que, aún siendo Afganistán un país
extremadamente pobre, en su subsuelo se encuentran importantes depósitos de
cobre, hierro, oro y litio, éste último tan importante para la producción baterías en
equipos de alta tecnología y en las comunicaciones. Afganistán también posee
importantes recursos de agua que impactan amplias zonas en sus países vecinos,
además de ser un punto geográfico de importancia para el transporte de gas
natural y para el desarrollo de la Ruta de la Seda de la República Popular China.
Se especula que el carácter que asumiría un nuevo gobierno del Talibán
será distinto a las características que tuvo el anterior régimen. Sin embargo, se
trata específicamente de especulaciones que al presente no tienen una base
particular de la cual partir. De hecho, quienes pensaban que lo que ocurriría en
Afganistán luego de la caída de su gobierno sería la creación de un gobierno de
transición y transacción entre las distintas corrientes de pensamiento y entre las
distintas facciones tribales, deberían tomar en consideración expresiones el
Talibán a los efectos de que su propósito es establecer su propio gobierno,
ganado en la lucha de dos décadas contra la intervención extranjera y sus aliados
al interior del país.
Para el Talibán constituirá un enorme desafío y posiblemente su mayor reto
inmediato la manera en que se proyecte su presentación como gobierno ante la
comunidad internacional, su reconocimiento diplomático y su inserción en los
mercados regionales y globales. Después de todo, está presente para la inmensa
mayoría de los países occidentales su pasado gobierno previo a los sucesos del
11 de septiembre de 2001.
Luego de dos décadas, en la guerra de mayor duración en la que ha
participado Estados Unidos, consumada ya su retirada definitiva, la pregunta que
debemos hacernos es la siguiente: ¿Se trata del final del túnel o se trata de un
nuevo salto al vacío? Los acontecimientos por ocurrir en esta región del mundo
muy pronto nos darán la respuesta.