Un Monstruo que se Alimenta de la Esperanza de un Pueblo

Cartas de un(a) Antillano(a)
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Estamos viviendo en tiempos difíciles, eso es un hecho innegable, pero también estamos viviendo en tiempos en que la esperanza y necesidad de un pueblo se han convertido en el elemento de abuso político numero uno. Nuestros políticos y funcionarios públicos, sin importar el color de su ideología, dicen tener como prioridad número uno la educación de nuestros niños y jóvenes, el desarrollo económico de Puerto Rico y la salud pública pero todo se queda en promesas vacías y sueños rotos. Dicen desear acabar con la criminalidad, pero no apoyan iniciativas comunitarias para proveer a los niños y jóvenes alternativas sanas para emplear su tiempo y mejorar académicamente, para así tener mayores posibilidades de un futuro exitoso. Dicen tener como prioridad la educación, pero no eligen funcionarios educativos por sus meritos y preparación en el campo educativo sino por afiliaciones políticas y amiguismos, error que como ya hemos visto innumerables veces termina en consecuencias desastrosas para estudiantes y maestros.

En vez de apoyar a los educadores comprometidos de la isla los ignoran, los abusan, subestimando su valor en la sociedad, olvidando que ellos están en donde están el día de hoy gracias a un maestro. Prometen escuelas, condiciones de trabajo apropiadas, materiales y sueldos justos que nunca llegan. Quieren que Puerto Rico tenga atletas, académicos y empresarios de los cuales sentirse orgullosos pero les cierran las puertas a los adultos del mañana, les hacen una odisea conseguir apoyo económico, le cortan fondos a las universidades y solo apoyan aquellas iniciativas que se ven bien en papel para sus plataformas políticas; o aquellas que contra viento y marea salieron adelante y es entonces, políticamente conveniente asociar sus nombres con dichos proyectos.

Esto me hace preguntarme constantemente: ¿Dónde quedó aquella visión juvenil de incursionar en el campo político para poder ayudar a un pueblo que desesperadamente lo necesitaba y aun lo necesita? ¿Dónde quedó aquella visión infantil de ser un líder, y proveerle a un pueblo las herramientas para encaminarse hacia su propia felicidad? ¿Acaso el hambre de poder los ha corrompido tanto como para ignorar de manera tan cruel el clamor de SU pueblo? Pueden llamarme idealista, pero muy dentro de mi corazón, aun abrigo la esperanza de que la respuesta a esa última pregunta sea un rotundo y resonante NO, y más temprano que tarde, esa fibra dormida de civismo y bienestar social despierte en ellos, ayudándolos así a ser verdaderos seres de luz para su pueblo.