América [¿descubierta o donada a los colonizadores?]

Política

(San Juan, 9:00 a.m.) “Hubo una vez un continente llamado Europa, forjador de las crónicas de occidente, navegando en la barca de la historia, vio salir de un canoa una canoa, como si fuera un bergantín bien armado.  En ella había caníbales, taínos, aztecas, incas y muchos otros hombres y mujeres a quienes llamó indígenas.  La canoa iba llena de inimaginables riquezas, frutos y verduras, oro, plata, animales exóticos de toda clase, tierra fértil, mar, montañas, valles. Un verdadero jardín del edén. Inmediatamente Europa le dio caza, y a pesar de recibir algún flechazo, logró apoderarse de la canoa, y le cortó la cabeza a los tripulantes, menos a una mujer, a quien llamó América, muy hermosa, la cual le fue donada por el “Almirante”. Teniéndola en su estancia desnuda, le asedió el deseo de acostarse con ella; pero ella no la admitió, y se defendió con uñas y dientes, que poco faltó para quitarle el deseo. Pero Europa tomó una cuerda y la azotó fuertemente, mientras ella daba gritos inauditos. Al final América, maltrecha y herida, con sus venas abiertas destilando oro, se venció ante Europa, quien aún se vanagloria de violarla y tratarla como una ramera.”

El 15 de octubre de 1495 , un acompañante de Cristóbal Colón en el segundo viaje, de nombre Miguel de Cuneo, cronista oficial (nombrado tal por Colón por no dejarlo como puro turista), contó una historia similar en una carta dirigida a Gerónimo Annari, DE NOVITATIBUS INSULARUM OCCEANI HESPERII REPERTARUM A DON CHRISTOROFO COLUMBO GENUENSI.  Entre otras cosas, Cuneo contó “en nombre de Jesús y de María, su gloriosa madre, de los cuales procede todo bien” según él, cómo violó a una mujer a quien hicieron prisionera luego de una reyerta con indios caníbales, y a quien el Almirante le “donó”.  Es posiblemente la primera violación resgistrada en América, según contada por el propio violador. Nos dice el risueño Miguel de Cuneo luego de contar la breve batalla en la que le cortan la cabeza a un indígena sin misericordia: “Estando yo en la barca me apoderé de una mujer de los caníbales, muy hermosa, la cual el señor Almirante me donó.

Teniéndola en mi estancia desnuda, según es su costumbre, asedióseme el deseo de solazarme con ella; queriéndole poner en ejecución y no admitiéndolo ella, me trató de tal manera con sus uñas, que jamás hubiese querido haber comenzado; visto lo cual, si he de deciros todo, tomé una cuerda y la azoté fuertemente, mientras ella daba gritos inauditos. Pero al final, nos encontramos de acuerdo de tal manera, que os digo que para eso parecía amaestrada en una escuela de rameras.” Pueden encontrar esa historia en Alegría, Ricardo E., Documentos Históricos de Puerto Rico, Volumen I, 1493-1516, Centro de estudios Avanzados y del Caribe, Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, P.R., 2009, página. 37 y 38.

            Esa descripción tan cruda de uno de los conquistadores, no sólo me ha consternado, sino que también me ha hecho ver en ella un duro simbolismo de lo que realmente significó el “descubrimiento” de América en la historia de la humanidad.  La historia de los “conquistadores” que de alguna manera me fascinaba de niño, se presentan en la realidad como aquella de meros saqueadores y violadores de otros pueblos.  El exterminio de razas, civilizaciones y culturas en nombre de Dios, la apropiación de tierras ajenas, la violación de sus mujeres, el cruel genocidio, y la esclavitud es la verdadera cara de lo que hay se llama “el día de la raza”.  De paso, las “Capitulaciones de Sante Fe” y muchas otras que le siguieron no eran otra cosa que alianzas público privadas, pues eran contratos entre la Corona de Castilla y los aventureros a cambio de dividirse beneficios para el reino y las manos privadas. Cualquier similitud con el presente no es pura coincidencia.  La evangelización se dio a costa de autorizar la guerra en contra de quienes no aceptaban (aunque no entendieran un pepino angolo) los dogmas del cristianismo luego de la lectura del pesado y engorroso “Requerimiento”. Así fundamentaron la “causa justa” de la guerra contra los indígenas.

            Somos consecuencia de esa infamia. Nuestra historia, nuestros nombres, apellidos, idioma y cultura, vienen de allí, cierto, pero no por ello lo aplaudimos. Hay quien dice que eran otros tiempos y que hay que entenderlos en ese contexto. Claro, como si todavía no existieran naciones que quieren dominar sobre otras, o religiosos que quieren imponer sus dogmas así sea declarando la guerra santa contra quienes difieren; o si como no existieran violadores que se regodean con sus actos. Recordemos las fecha, no para celebrar, sino para aprender.