Simone o el arte como narrativa fílmica [¿erótica?]

Cine caribe

Voy a ser cuidadoso. Me relaciono con el filme que hoy reseño desde múltiples vertientes:  amistades, relaciones de trabajo, compromisos con la palabra escrita, y relación emocional con la narrativa fílmica.  Por lo tanto, voy a hablar de forma condicionada en dos niveles, para que me entiendan, para que van que vi lo uno, pero también vi lo otro.

Hoy hablamos de Simone (Dir. Betty Kaplan, EE.UU., 2021). Esta película está basada en la obra de similar nombre, del escritor caribeño-boricua, Eduardo Lalo.  En la misma un profesor de la Universidad de Puerto Rico, llegado ya a la adultez, vive solo y desesperado, y desea tener un amor que lo deslumbre. El profesor y también escritor (Esai Morales), encuentra a una perseguidora, que desea conocerlo, Simone Weil/Li Chao (Kunjue Li).

Ella se declara lesbiana, razón por la cual no puede amarlo.  Esa exploración es sumamente compleja (pero no digamos nada, pues sería crear una atracción indebida para la película).  No obstante, ellos viven un amor apasionado, y él, el profesor/escritor, no logra salir de su encierro emocional, pues ella no lo ayuda ya dije ella se proclamó lesbiana y no cruza territorios, y al final, cuando podría, él prefiere resignarse.  Realmente hablando un rollo.

La película tiene  otros referentes. Pienso en Last tango in Paris (Dir. Bernardo Bertolucci, EE.UU, 1972), Damage (Dir. Louis Malle, EE.UU, 1982) y A pure formality (Dir. Guiuseppe Tornatore, Italia/Francia, 1994). Hay más, pero es un diálogo entre un ser humano traumatizado y otro que lo quiere  rescatar.  Si a usted le gusta el psicoanálisis, entonces debe ver Simone.    

Primero, como introducir este ensayo.  Pienso en tres movimientos.

  1. En el año 1999/2000, dirigí y produje mi primer cortometraje, que transcurría en la vida de dos migrantes asiáticos, a esos que llamamos “chinos”, y que habían venido a vivir a Puerto Rico, y uno de ellos se había convertido en un activista nacionalista. Por lo tanto, el “chino” dormía escuchando a Pedro Albizu Campos ofreciendo el discurso del 12 de octubre. Esto es interesante, pues el “chino” se comunicaba en mandarín, y hablar de Albizu Campos, problematizaba en lo más básico, ¿quién es boricua? Vea Simone.
  2. Luis Raúl .- el afamado comediante que murió ya casi una década, fue uno de los virtuosos del cine comercial en Puerto Rico.  Tenía un guiño con su audiencia.  Sus películas, todas, siempre se iniciaban a partir de su pronunciamiento de una palabra vulgar.  A partir de ahí el público se reía, y decía, “ese es Luis Raúl”.  Por lo tanto, el guiño es lo que hacía sus películas, buenas o malas, pero era a partir de ahí. Si usted pone buen sexo en un filme boricua, debería pegarla. Vea Simone.
  3. Fidel Castro – Siempre le presté atención al dato que Fidel nunca hablaba en inglés. En las entrevstas que le hicieron, miles, tal vez millones, evitó hablar en inglés. ¿Por qué? Porque no era su lengua, y la lenguas, todas las modernas, son las lenguas de los colonizadores, por lo tanto, cuidado con hablar en inglés para no hacernos vulnerables ante el colonizador.  Si usted no sabe inglés, o si ese no es su mensaje, no insista. Vea Simone para que sienta el problema del idioma del colonizador.

Los aciertos:

La película tiene muchos aciertos.  Tal vez el más importante elevar a cine una novela de origen puertorriqueño, la cual se pensó a partir de nuestra cultura cotidiana: la Universidad de Puerto Rico, de Rio Piedras a Santurce (San Juan), y más que nada el deseo.  Esto lo entiende cualquiera.

La película juega correctamente con destellos de nacionalismo criollo, que en ciertos momentos son, por decir lo mínimo ocurrentes.  Por lo tanto, la gente vive en este país a la deriva por la cuestión nacional y el colonialismo. Por ende, cuando uno afirma la nación y la supremacía de esta, “quien no se siente patriota”.

De otro lado, la película juega interesantemente con una estética dual de cine en celuloide digital, y en animación digital.  Les quedó bien, indicando que la película contó con recursos adecuados en su realización.

Finalmente, la selección de la música, les quedó ocurrente. Los cambios de música, privados en general de reguetón, danza, bachata y merengue, fueron acertados. Buena salsa, buen rock en español, buena música de fondo.

Los desaciertos:

La película tiene desaciertos en la actuación.  Hubo actores y actrices que no tienen nada que ver con ejecuciones dramáticas, cuando la película les requería esto.  Gente chévere, pero tuvieron problemas en la ejecución cuando se les requirió. Esto incluyó utilizar gente chévere pero que no son actores o actrices profesionales.

Por otro lado, el manejo del lenguaje fue una apuesta colonial. Aún quedan productores que piensan que una película en inglés se habrá de ganar el mercado de distribución en los EE.UU.  Ya los muchachos del Trap y Reguetón boricua han demostrado la falsedad de ese argumento. El producto se distribuye en español si gusta.  Escuchar a personas hablar en inglés cuando realmente no se les entendía, es un grave error.

Finalmente, la crítica más severa es que el planteamiento de la película, el visual, en un filme altamente erótico y sugestivo a lo sexual, es que en la trama, la joven actriz china, todo indica, que siendo lesbiana puede dejar de serlo y ser heterosexual. Es decir, la película se presenta como una “terapia de conversión”.  Personalmente pienso que esa  no fue la intención del autor de la novela, Eduardo Lalo, pero así es la vida cuando se interpreta.

En fin:

Hay que verla, por lo que és: un buen esfuerzo con buenos recursos de hacer cine de la literatura puertorriqueña.  Por eso la apoyo.  Por lo demás, como cualquier película con aciertos y desaciertos.