No solo por mi querida madre, Nela, dominicana en su nacimiento y a su muerte, sino porque el cine dominicano se ha consumado como la segunda industria de cine de este continente, fue la razon por la cual fui a ver su última entrega. Es decir, se trata de un cine consistente que antes de la pandemia llegó a su pico más alto de producción realizando 52 producciones cinematográficas al año, es decir una película por semana. Eso se llama industria, lo otro es cine artesanal o de arte. Tan fuerte es la industria de cine dominicana, que empresarios boricuas, tanto inversionistas, como los de utilería o servicios ancilares como comida, operan cien por ciento en dicha hermana isla.
Pues bien, La vida de los reyes (Dir. Frank Perozo, República Dominicana, 2021), cuenta la historia, real o inventada, de dos astros de la comedia dominicana Raymond Pozo y Miguel Céspedes. Cuénta la historia de estos en el mundo de la comedia, sus orígenes hasta nuestros días. Entonces a usted le gusta o no la película, la cual lo debe hacer reír.
Realmente hablando, es una película ingenua, con un buen elenco que incluye a Alexandra Fuentes, a Judith Rodríguez y Jorge Pabón el molusco. Todos boricuas. No están mal, pero los aciertos no giran sobre ellos, sino sobre la estética dominicana, su lógica en torno al gozo y la comedia, y contar con presupuestos reales para hacer una película. Ojo, presupuestos parcialmente financiados por el gobierno dominicano, aunque con inversionistas nacionales e internacionales, como los capitalista boricuas que allí intervienen.
Vaya a verla. Es una buena opción de navidad y de ofrecimiento de gratitud, ante las ofertas que vienen de lo que queda de Hollywood. La promuevo, por venir de la tierra de mi madre, y de una industria que hace cine comercial masivo, y donde el 80 por ciento de los actores y actrices son gente afrodescendientes o negros. Ojo… un detalle que nadie en Puerto Rico hace, ni en el cine comercial ni en el de arte. A ver La vida de los reyes, sin restricciones.