MAREJADAS, DE ROSA VANESSA OTERO [Reseña]

Voces Emergentes

Asomarse a la sección de literatura infantil de una librería es perderse en una selva de colores y formas, en la que cada libro parece hacerle muecas a su vecino a ver cuál tiene el formato más grande y el material más resistente, la portada más llamativa, el título más sugestivo. Un libro pequeño, en tapa blanda, con más texto que ilustraciones, parece fuera de sitio aquí, o más apto para la sección de adultos, de no ser porque la ilustración de la cubierta lo ubica claramente como una publicación dirigida a niños.

Precisamente este tipo de edición, que se aparta de lo que se conoce como un libro-álbum infantil ilustrado y opta por dar más peso a la palabra, es la primera obra que la poeta y editora puertorriqueña Rosa Vanessa Otero publica en el género de literatura infantil-juvenil (LIJ). Marejadas, Cuentos de Pleamar y Bajamar, es una colección de 16 relatos acompañados por nueve ilustraciones a color. El arte, realizado por la artista gráfica argentina Mechi Zérbola se distribuye a través de las 164 páginas de texto. La obra, que se edita bajo el sello Babidi-Bú Libros (Sevilla), ha sido reconocida por el Instituto de Literatura Puertorriqueña como uno de los mejores libros de autores puertorriqueños en los Premios Nacionales de Literatura anunciados al final del 2021.

           Solamente con lo ya informado, estamos ante una pieza rara dentro de la oferta actual de la LIJ en Puerto Rico. No porque no circulen aquí colecciones de cuentos, sino porque, en la mayoría de los casos, esas colecciones consisten en recopilaciones de textos clásicos o folklóricos de otros países o tradiciones culturales. Generalmente, dichas colecciones son antologías multi autoriales, no libros de un solo autor, y mucho menos puertorriqueños. La tendencia actual en la producción de libros infantiles dentro y fuera del archipiélago, según lo que puede observarse en las librerías, se decanta por el libro grande o mediano en tapa dura, con una sola historia o poema en el que las imágenes forman parte integral, o incluso protagónica, de la narración. A Marejadas, por el contrario, hay que sentarse a leerlo. Con mirar las ilustraciones no se hace uno una idea total acerca de lo que hay dentro, como no sea la presencia constante del mar como concepto que unifica el conjunto. Y esta parece ser, precisamente, la consigna de la autora.

 

Acerca de los cuentos

 El libro se divide en dos secciones, “Cuentos de Pleamar” y “Cuentos de Bajamar”. La primera, contiene relatos breves y rápidos en su desarrollo, sobre especies marinas o de costa en situación de enfrentamiento en su lucha por la supervivencia, o que están pasando por procesos de crecimiento. Por estar escritos en clave de fábula, en estos relatos los animales están hasta cierto punto humanizados, y sus problemas refieren a temas comunes de la infancia humana, como la competencia por el primer lugar, el acoso, el crecimiento. Esta humanización de los personajes animales es el único recurso fantástico de los textos, ya que las historias no alteran la realidad biológica de las especies tal como las conocemos a través de la ciencia. Aparte de expresar emociones, sentimientos y pensamientos, los animales de estas historias no hacen cosas irreales para su naturaleza.  A esta sección la distingue el uso del diálogo, elementos de teatralidad y un humorismo siempre natural y agradable, nada exagerado ni incómodo.

La segunda sección, según mi punto de vista, es lo que saca a este libro “del montón”. En “Cuentos de Bajamar” las historias van dejando de lado progresivamente a las especies marinas y el estilo de la fábula para ocuparse de los seres humanos en su relación con el mar, así como sus problemas individuales y sociales. Sin llegar a ser verdaderamente largos, estos cuentos son más extensos que los anteriores, y su tono es menos festivo. Aunque el humor se mantiene como un elemento importante, puede decirse que esta parte es más “seria” y, también, más poética y profunda.

 La autora ha comentado en una entrevista reciente que su intención es que el libro se quede acompañando a los lectores por un tiempo prolongado, es decir, que puedan volver a leerlo en distintas etapas de su crecimiento y encontrar aún algo que les hable. Algunos temas que no son típicamente infantiles entran en el libro para hacerlo crecer ante nuestros ojos como una lectura que se aparta de lo fácil y de lo esperado. Por ejemplo, el drama de la migración por mar, las llamadas islas de basura, las familias separadas por trabajo, una abuela con Alzheimer, el encuentro de una niña habladora con un niño autista, o la superación del duelo en dos adolescentes por la pérdida de su padre. Las niñas y niños que aparecen aquí son sujetos activos, a quienes casi siempre conocemos por sus actos, no por descripción de la autora, y esto es refrescante.

En un país en donde mucha gente dice que “aquí no se lee”, lanzar estos 16 cuentos en un solo libro es un acto de fe en el público lector. Y esta fe se sostiene, creo, sobre la agilidad del lenguaje, la simpatía y la ternura que fluyen con naturalidad en los textos, y la capacidad de síntesis y de evocación que, por ser poeta, Otero ha sido capaz de desarrollar muy bien. De hecho, algunos textos no son estrictamente historias, sino instantes en la vida de los personajes. Estos momentos se captan con la intensidad y energía propios de la poesía, aunque están escritos en prosa. Y si algo tiene la totalidad de la obra, es su cualidad y calidad como lectura apta para cualquier edad, menores o mayores. Otro aspecto que considero destacable es la variedad de técnicas narrativas y perspectivas. Algunos cuentos fragmentan las escenas imitando el formato de un guión de cine, un diálogo teatral, la grabación de un vídeo, o el intercambio de textos de teléfono a teléfono. El uso de estas técnicas, que no es raro en la literatura moderna y contemporánea, lo veo como un planteamiento de libertad creativa en esta otra literatura que suele ser más conservadora y lineal en su forma.

 

Sobre el diseño y la ilustración

El arte de Mechi Zérbola cumple su función de atraer la mirada y la contemplación sin agotar las posibilidades de lectura. Es el complemento de la narración, no su facsímil razonable. En un libro lleno de animales marinos y seres humanos en donde se hace una sola concesión a la fantasía y la mitología (la única sirena aquí es en realidad una mujer cincuentona, y el cuento trata del llamado “body shaming”), Zérbola evita con éxito tanto la caricaturización como el hiperrealismo. Su arte media entre lo real y lo imaginario, e incorpora el arte digital sin dejar de lado la necesaria destreza del dibujo y la pintura a mano.  

La “infantilidad” de las ilustraciones no está basada en la creación de caracterizaciones identificables con una estética de cómic o de dibujo animado. Su efectividad se basa en la paleta rica en colores, la jovialidad de las escenas pintadas y la delicadeza de la mirada de la artista, que se centra sobre los puntos más emotivos o graciosos de los relatos. De su trabajo, destacaría dos ilustraciones: la imagen submarina que encabeza “Plena de Calamar y Medusa”, y el “desnudo” de la abuela en “Prohibido el sirenismo”. En la primera podemos adivinar ya, desde este su primer libro ilustrado, que le esperarán muchos más. En la segunda, más sencilla y directa, quiero ver un mensaje claramente feminista: la celebración del cuerpo de la mujer anciana y su derecho a la alegría.

 

Sobre Marejadas, el blog

El ejemplar que manejamos para este comentario, vino con un material de bono adherido en la contraportada. Se trata de dos códigos de acceso (QR Codes) a la página web y blog asociados con el libro (www.marejadascuentos.wordpress.com). En esencia, el sitio aloja materiales audiovisuales relacionados con el libro:  videocuentos, grabaciones de lecturas en vivo y presentaciones virtuales, una muestra digital del libro impreso, audios de entrevistas y noticias.  A esto se añaden artículos periodísticos firmados por la autora sobre los temas ambientales tratados en el libro, con enlaces a fuentes externas. El acceso a esta página es público y gratuito.  Cuando se tiene en cuenta el blog como parte del concepto creativo de Marejadas, y uno tiene la experiencia de ver a su autora interpretar las lecturas dramatizadas, tiene que concluir que su interés por el tema marino y por el público infantil es genuino y va para largo. Más que un proyecto literario, Marejadas va moviéndose hacia lo interdisciplinario.

Como primera obra narrativa publicada por una poeta, Marejadas, Cuentos de Pleamar y Bajamar marca un cambio interesante en la producción de Rosa Vanessa Otero. Que haya decidido hacerlo con un libro para niños es especialmente provocador, por lo que implica de riesgo para una escritora cuyo nombre no asociábamos con la narrativa y mucho menos con la literatura infantil-juvenil.  Escribir para niños no es balbucear, ni condescender a una literatura de menor peso e importancia, parece querer decirnos con este libro que, en efecto, no balbucea. La riqueza del lenguaje, la ambición de los temas y el cuidado puesto en el diseño y la unidad del concepto hablan de un esmero en el arte de escribir y de un gran respeto por sus destinatarios. Libros como este afirman la llegada a la mayoría de edad en la narrativa infantil puertorriqueña.