El amor debería declararse en huelga

Creativo

Definitivamente el tema romántico está presente en cada esquina. Es como un virus del que sale una nueva cepa, como el catarro que nos afecta ocasionalmente. Me atrevo a decir que en el presente el amor suele ser algo ocasional pues muchas veces este en potencia envuelve por tiempos y no por grandes fracciones temporales. El tema romántico tiene numerosos desgloses, desde grandes conflictos de índole mundial hasta muertes o sacrificios causados por un amor. La historia y el tiempo presente nos confirman este hecho.

La literatura cobija las más grandes y trascendentales historias de amor; este hecho se puede traducir en diversos ejemplos. Don Quijote de la Mancha, la historia de un caballero andante que además de ‘enloquecer’ tras leer tantos libros de caballería, luchaba por alguien en particular: su gran amor, Dulcinea del Toboso. Romeo y Julieta, la historia de dos jóvenes en los que su amor fue más allá de la muerte. Helena y Aquiles, personajes mitológicos griegos de la épica de Homero, cuyo rapto y seducción de la susodicha se reflejó en una guerra. La historia de Tristán e Isolda recoge la traición cometida por un amor. Y, para cerrar este cerco literario, La Celestina nos describe la historia de Calisto y Melibea, un amor de dos jóvenes que más que puro se vuelve obsesionante y trágico. La recopilación de estas peculiares historias literarias pueden hacer entender a cualquiera que es un tema gastado, cuando es todo lo contrario, hoy día es cuando el amor más tiene que ofrecer.

La industria cinematográfica detalla constantemente recientes modalidades del amor pues cada día lo tenemos como un tema de recurrencia más que un sentimiento. De aquí salen los ‘amiguitos con privilegios’ y esas aventuras tan pintorescas de una sola noche. Esta premisa no se desborda en censurar o criticar estos actos, ni mucho menos justificarlos, pero aparentan ser una opción para evitar involucrarse del todo. Sin embargo, tal y como se presenta en el cine, los jueguitos con el amor son del todo cotidianos, como tomarse una taza del café.

Dirigiéndonos a los cimientos musicales, tomemos como ejemplo al cantautor Ricardo Arjona, quien nos regala una anécdota en su canción Quien diría. En esta, Arjona nos habla de cómo una relación tan perfecta y llena de amor puede verse destruida de un zarpazo cuando todo funciona de una manera sincronizada y aburrida; y como una moraleja, nos deja saber que “para ser amigos hay que ser afines. Para ser amantes hay que ser completamente diferentes pero iguales”. Hechos como estos condenan a cadena perpetua al amor.

El amor tiene que declararse en huelga pues todo se ha complicado tanto que se ha tenido que transformar para bien o para mal. No considero que haya que abandonar el sentimiento ni encarcelarlo, sino todo lo contrario. La historia nos ha entregado el amor en diversas modalidades, el cine nos regala la visión de que el amor puede tomarse en un juego y, aunque se puede salir lastimado, sigue sintiéndose increíble tenerlo de personaje mientras que el trajín diario nos aplaude cuando lo tomamos como algo tan coloquial y común como el tan famoso “te amo” de estos días. Atrevámonos a cultivar un amor que tenga más fallas que virtudes, más buenos momentos que noches oscuras. Amemos con locura, pasión, entrega y desenfreno, considero que es la mejor forma de vivir. Shakespeare lo dijo: “Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, no has amado”.