Recordando a James Joyce

Cultura

(San Juan, 9:00 a.m.) Hoy, cuando se conmemora el natalicio de uno de los más grandes escritores de la literatura universal, James Joyce, rememoro mi viaje a Dublín en busca de las huellas del autor de esa extraordinaria novela que es Ulises.

Dublín es una ciudad luminosa y es lógico que así sea. Se ufana de sus cuatro Nóbel de Literatura (Bernard Shaw, Samuel Becket, Yeats y Heaney. Pero para los fanáticos de Ulises, es la ciudad de Joyce, y para los de Oscar Wilde, es la ciudad del autor de El Retrato de Dorian Gray. Lo mismo dirían los admiradores de Sean O ‘Casey, Jonathan Swift (Gulliver) y Bram Stoker (Drácula).

El Museo de los Escritores de Dublin rinde homenaje a estos y otros escritores de la ciudad. Muy cerca, el Centro James Joyce que el 16 de junio forma parte del Bloomsday, día en que tiene lugar la trama de Ulises y que año tras año atrae a la ciudad a cientos de lectores de la novela que recorren los sitios que ese día transitó Leopold Bloom. En Merrion Square está la peculiar estatua que muestra a Oscar Wilde en una pose sugestiva, y al cruzar la calle, la casa en que vivió Wilde con su familia

En Dublin nos quedamos en el hotel Blooms llamado así en honor al personaje central de Ulises, la obra maestra de James Joyce, ubicado en medio de la zona histórica de Temple Bar, la parte más interesante y concurrida de dia y de noche de esta hermosa ciudad.

A través de todo Dublin emergen los fantasmas de Joyce, Oscar Wilde, Samuel Beckett, Bernard Shaw, W. B. Yeats, Sean O’Casey, Jonathan Swift, Bram Stoker y Seamus Heaney con cuyos nombres han bautizado los puentes sobre el río Liffey y cuyas estatuas se encuentran por toda la ciudad.

La mayor decepción del viaje fue la Torre Martello en que se inicia Ulises y es un museo de Joyce. En las islas británicas hay cientos de torres Martello estilo napoleónicas -lo que yo desconocía-, y en el hotel me enviaron a la de Howth, a la que llegamos tras un viaje en tren y una caminata para comprobar que no era la que buscábamos, donde el propio Joyce vivió por algún tiempo. Perdimos tanto tiempo que no pudimos ir a la verdadera, al otro lado de la bahía.. En Howth fue que Leopold Bloom se le declaró a Nora, lo que no compensó la frustración.