(San Juan, 1:00 p.m.) Se han muerto muchos. Entre otros, Héctor “Tito” Matos, músico y gestor cultural, querido y venerado por todos. Y como a tantos, la muerte los sorprendió, y nadie lo esperaba. Murió de un ataque al corazón, temprano ayer en la mañana.
En la noche, mientras participaba en la misa de despedida a la amiga y abogada, Rosa Bell Bayrón, en la Iglesia de la Parroquia de Santa Teresita, escuchó música a lo lejos, y pienso, como efectivamente fue, que en una calle perpendicular a la Loíza, se encontraba el pueblo rindiéndole homenaje a Tito Matos. Así mismo fue. De un sepelio católico, pasé a un sepelio de pueblo, fundado en tradiciones populares, sincréticas y sobre todas las cosas de afirmación nacional.
Sobre 100 personas se encontraban frente a la casa de Tito Matos y Mariana Reyes, y el hijo Marcelo, quienes ninguno estaba presente, mientras el pueblo tocaba sin parar, “me lleva a la colectora”. En un ritual de hombres y mujeres de fuerza cultural, asumiendo sus roles soberanos, los cánticos en honor al difunto, duraron horas. gente estaba llena de alegría de rendirle homenaje a Tito Matos.
Mucho se dirá del país, pero si lo pensamos como desde la lógica del colonizador, pensaríamos que todo es baile, botella y baraja. Ahora bien lo pensamos en función de esos que anoche salieron de forma esporádica a honrar a Héctor Tito Matos, nos daremos cuenta, que son hombres y mujeres en lucha, que lloran ante la pérdida de otro igual, que como ellos solo han sabido afirmar un elemento en común: la Patria boricua, pese a todos las agresiones que a diario sufre.
Que no se olviden los que apoyaron y endosaron el Plan de Ajuste de la Deuda, los panderos aún no han dejado de tocar. ¡Un belén para Tito Matos!