En la cuna de Rubén Darío

Voces Emergentes

Cuando recorrí Centroamérica hace diez años me emocionó ir a León, la ciudad natal del Príncipe de los poetas, el gran Rubén Darío, héroe nacional de Nicaragua, cuyo nacimiento hace 155 años celebramos recientemente. En León visité la casa natal y la tumba en la Catedral de quien reaccionó a la muerte de José Martí expresando “Cuba, la muerte de Martí no te pertenecía, pertenecía a toda una raza, a todo un continente, pertenecía a una briosa juventud que pierde en él quizás al primero de sus maestros, pertenecía al porvenir”.

Me llamó la atención que el joven guía del museo de su casa natal nos hablara de la amistad de Darío con Federico García Lorca porque el creador del modernismo literario falleció en 1916 cuando el poeta de Granada solo tenía 17 años y no fue hasta 1934 que visitó León cuando la prensa recogió su crítica a la escultura de la tumba de Darío diciendo que era un “espantoso león de marmolina”. Por supuesto, ni Lorca era un crítico del arte de la escultura ni todos los guías turísticos cometen errores como éste.

La escultura de la tumba de Darío es una copia de la famosa escultura del león herido que está en Lucerna, hecha en 1820 por el escultor danés Bertel Thorvaldsen, y sería injusto criticar al autor de la obra que contó con recursos limitados cuando se la asignaron.

Desde muy joven aprendí a amar la poesía del autor de “Azul” y poemas suyos como La marcha triunfal, Sonatina y Los motivos del lobo me han acompañado y me seguirán acompañando toda la vida.