Un plagiador con doctorado

Cartas de un(a) Antillano(a)
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Plagiar, según el DRAE, es ‘copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias’. De las aventuras y adversidades que tienen algunos con este verbo, comentaré. Días atrás, tuve la oportunidad de leer la denuncia que hizo en su plataforma de Internet la publicista Janet Hernández. Ésta, se encargó de notificar en los medios cibernéticos que un profesor de la Universidad de Puerto Rico, el doctor Ríos Hernández, redactó distintos artículos copiando, sin dar crédito, parte de su tesis de licenciatura de la Universidad Central de Venezuela. Además de copiar párrafos completos, para cerrar la fiesta con broche de oro, tituló un artículo en un rotativo con el mismo título de la tesis antes mencionada.

El plagio es un tema que ya ha dado mucho de qué hablar. Existen regulaciones, en cada país, que prohíben este acto. La UPR establece en su reglamento que aquel estudiante que cometa plagio será referido al Comité de Disciplina, con una segura expulsión del sistema universitario. Reconozco que no tengo conocimiento sobre los estatutos reglamentarios del profesorado de la UPR. Sin embargo, me encantaría saber qué medidas tomará la universidad en este caso.1 Los profesores, se encargan de advertir semestralmente a los estudiantes sobre esta práctica ilegal. Pero, ¿qué sucede cuando se predica la moral en calzoncillos?, ¿cuando es un profesor el que ha incurrido en conducta deshonrosa e inmoral? Como diría la profesora Gordils de Estudios Hispánicos en UPR Cayey: “Tenga un poco de decencia y no me haga leer escritos que no han salido de sí. Están en la universidad. Usen el sentido crítico y citen, como corresponde”. Es que, en definitiva, hay que tener poca creatividad como para tener un doctorado y recurrir al plagio. Tal vez es que, como decía el señor Falcón, mi maestro de español de noveno grado, “tenemos que sacarle al cerebro el plastiquito de nuevo y oprimir el botón de ON”.

 

La realidad es que la conducta de este profesor refleja un acto vergonzoso para la imagen de la universidad. Una persona que se supone ha hecho un doctorado en publicidad copia textos de una tesis de licenciatura (bachillerato) que no es de su autoría. Si no puede hacer un escrito propio e inventarse un título, ¿acaso es que sus conocimientos no están correctamente fundamentados? ¿estará, realmente, capacitado como para ofrecer una clase universitaria? Si de una tesis copia para ‘redactar’ varios escritos, ¿a cuántas personas más le habrá copiado sus ideas o conceptos en otro momento?2 De ahí a que haya la creencia de que maestrías y doctorados los puede tener cualquiera; un diploma no te hace profesional.

Según comentarios que ha hecho la Sra. Hernández, en un comienzo decidió hablar directamente con el profesor Ríos para ver cómo se resolvía la situación del plagio. Luego de hacer pública su denuncia, éste ha borrado sus perfiles, tanto en su blog, como en otras plataformas digitales. En Puerto Rico, hay un dicho que reza que el que no tiene hecha no tiene sospecha. Él reconoce que en sus escritos utiliza diversas fuentes, para enriquecerlos, y se excusa si olvidó, alguna vez, dar crédito a la propiedad intelectual de la otra persona.

Considero vergonzoso que este profesor, que tendrá la posibilidad de impactar a un mínimo de 120 estudiantes universitarios semestralmente, haya incurrido en este acto y que, para colmo, no tenga la decencia, siquiera, de reconocer abiertamente su error y comunicarse directamente con la afectada. Es una persona que ha publicado libros, que es conferenciante, que ha tenido puestos administrativos en la UPR y hasta es columnista. Imagino, que con su historial académico y profesional, habrá recibido un pago por esas colaboraciones con contenido plagiado. Así cualquiera trabaja y cobra un sueldo, a costas de lo que otro ha hecho.

¿Cómo, una persona así, podría educar a las futuras generaciones? ¿Cómo podrá ser capaz, ahora, de pedirles a sus estudiantes que no incurran en esta práctica? ¿Cómo sus compañeros de trabajo lo observaran desde este momento? La verdad es que, en definitiva, ha perdido más de lo que habrá podido ganar. Su integridad como profesional ha caído al suelo; ha manchado su historial. El respeto de sus pares y estudiantes no volverá a ser el mismo. Sinceramente, espero que esta situación se arregle pronto y que se realicen las medidas pertinentes, tanto en la universidad como legales, para que se juzgue como corresponde esta conducta antiética. Ahora es que, con ejemplo, les podemos enseñar a los jóvenes universitarios, a la comunidad en general, que el plagio es una conducta ilegal que trae consecuencias y que las mismas serán aplicadas a todos por igual, tengas doctorado (pala) o no. Practiquemos la creatividad para que no nos veamos tentados por este tipo de prácticas en las que perderemos nuestra credibilidad y le faltamos el respeto a quienes nos leen.

 

Notas:

1. El reglamento de la universidad determina que el plagio es una conducta censurable. Comenzaron un proceso de investigación contra el profesor, sin embargo continúa con sus puestos en la universidad.

2. Al momento de culminar la redacción de esta colaboración salió a la luz otra víctima del doctor Ríos. Esta vez es el suicidiólogo cubano, Sergio Pérez Barrero, quien aseguró que presentaría una demanda legal por plagio.