Relatos en clave de Salsa de Urayoán Enrique

Voces Emergentes

Voy a la librería y compro un texto porque me entero de su publicación, generalmente por la red, o porque me lo refieren. Lo leo desde mi horizonte de expectativas y, sí, lo enjuicio. Pero tengo claro que no es más que un comentario de cómo me impactó su lectura en un momento determinado. De modo que entiendo que lo que me produjo una primera lectura es solo una ojeada que me permite dar una primera reacción. A veces, esa primera lectura me entusiasma; otras, me deja sensaciones extrañas. Sin embargo, siempre recuerdo que las verdaderas lecturas son las subsiguientes, aunque estas ocurrirán solo si el texto logró captar mi interés, lo que no ocurre todo el tiempo.

 

Entiendo, además, la importancia de las portadas, como recurso inicial para llamar la atención. Me gusta la semiótica de las portadas; es como comenzar a leer desde antes de abrir el libro.
En Relatos en clave de salsa, Urayoán Enrique nos ofrece “pon” hasta la década de los ochenta, nada menos que en un Mustang de la época, símbolo de estatus varonil en aquellos tiempos, lo que nos da una idea inicial de lo que encontraremos en las páginas interiores. Ya inmersos en la lectura, nos bajamos del Mustang y nos subimos nada menos que al .8, el Toyota tumbao. El viaje promete.

La salsa tuvo su fuerte en la década de los 70 y comenzó a decaer justo antes de 1981. Estuvo en caída libre el primer lustro de la década. Los llamados “salseros de la mata” estábamos realmente preocupados hasta que, en 1986, un joven y muy delgado muchacho, de nombre Eddie Santiago, irrumpió en la escena musical con melodías de corte erótico-sexual-romántico, pero en clave salsa. Este es el momento en el que mis estudiantes me dirigen el dedo acusador: “Ah, miren que bien, dicen. Critique ahora a Benito, dele”. Cuando sucede esto, yo suelo contestar con tres palabras: modular, afinar, musicalizar. La mayoría no entiende…

Declaro hoy, como lo hice en aquel momento, que prefiero la salsa dura; pero reconozco que estos cantantes resucitaron el ritmo frente al avasallante éxito de los merengueros durante toda la década.

Así las cosas, de entrada, título y portada llamaron mi atención y me di la oportunidad de acceder a la lectura. Tal como las letras “sensuales” de la época, en esta colección el lector encontrará, como en un elepé, un vinilo que me apetece ser uno con lado a y b y que recoge 11 historias que elaboran tramas de nuestra cotidianidad. La aguja desciende sobre la pasta y arrancamos con el rey de la salsa sensual. Ven, devórame otra vez es una historia que trabaja el tema de un cura con sentido de culpa, perturbado por un conflicto emocional. El segundo corte del disco es Insaciable, en el que aborda el quisquilloso asunto del homosexual que reniega de sí. En el próximo tema, Desnúdate, mujer los protagonistas son una pareja de lesbianas. En este cuento, el autor intercala, muy apropiadamente, partes de la lírica de la salsa que le da título. Acción muy efectiva, pues, al menos a mí, me encendió el lugar de los recuerdos y me hallé leyendo y tarareando la canción. Le siguen los cuentos ¿Quién será ese ladrón? Sobre un hombre que añora a su exnovia y Esa chica es mía. En este, un tipo narra en primera persona y representa al cocolo de la calle, al que le gusta fumar, darse el palo, cantar y bailar salsa y, más que nada, alardear de ser lo que llamábamos entonces, el “mamito”, el “Tumba jevas”, pero no era más que un “blofero”.

Luego, como si viráramos el longplaying, nos topamos con el relato de título Desayuno. Un cuento bien trabajado en su técnica narrativa que presenta una pareja cuyas diferencias son superadas por la pasión que se desarrolla entre ambos. Aquí, el autor no sucumbe a los clichés y consigue narrar desde una perspectiva novedosa.

Caricias prohibidas es otro relato en el que se resalta la sensualidad y el erotismo de la salsa romántica, casi como en el discurso urbano que proyecta Bad Bunny en sus grabaciones. Luego, Mi mundo, un retrato de nuestra realidad: la familia, la política, y la vida con sus altas y bajas, como ocurre también en el relato Quiero morir en tu piel. Entonces llegamos a uno de los cuentos más logrados de la colección: Lluvia. Las relaciones interpersonales se abordan aquí desde la perspectiva del macho boricua despechado. Bien narrado, en este relato no sobra ninguna palabra.

Finalmente, el último corte del libro resulta en la tonada que más llamó mi atención. Es como aquella melodía que siempre buscamos en la vellonera. Con el epígrafe de Tu prenda tendida, la historia relata un posible mundo machista al revés. ¿Cómo nos sentiríamos los hombres si los esquemas patriarcales favorecieran a las mujeres?

En fin, recomiendo este disco…eeh... este libro. No, en serio, felicito a Urayoán. En este, su primer libro, ya podemos afirmar que estamos ante un excelente escritor.