El Perú y los Países Árabes: El Sur mirando al Sur

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La III Cumbre ASPA (América del Sur y Países Árabes) se inauguró en Lima junto al mes de octubre, ocasión que el gobierno peruano ha aprovechado para decretar los días 1 y 2 de octubre como feriados nacionales. El próposito del ASPA es fomentar la integración biregional América Latina-Países Árabes dentro de un marco de cooperación política, económica, social y cultural. Los países miembros tienen como ambición común mirar más allá de los retos nacionales para trabajar conjuntamente en la formación de un nuevo mundo globalizado; construir relaciones sólidas basadas en el diálogo; promover mejores oportunidades de comercio e inversión, y consolidar la cooperación y el intercambio cultural entre los países de ambas regiones.

La expectativa del gobierno de Humala es grande y los preparativos no han sido menos para esta reunión multilateral que proyecta al Perú con fuerza hacia el escenario internacional. Un despliegue de diez mil policías, con el apoyo de unidades militares, vigilan las principales avenidas en la periferia del escenario principal, el Ministerio de Cultura, con sede en el Museo de la Nación, el Gran Teatro Nacional y la Biblioteca Nacional de Perú en el distrito de San Borja, han convertido ciertas partes de la capital peruana en oasis de paz; en otros, sin embargo, donde, especialmente, se ha reducido el tránsito y la transportación pública, se ha desatado el caos al gobierno subestimar la cantidad de personas que, en efecto, se movilizarían por la ciudad. Mientras, en el distrito empresarial de San Isidro, el III Encuentro de Empresarios ASPA se está celebrando simultáneamente en el Swissôtel. Si bien la participación ha sido numerosa por parte de los empresarios peruanos y latinoamericanos, ayer durante el cóctel ofrecido luego de la actividad cultural en el Gran Teatro Nacional, se esuchó a varios delegados y adjuntos lamentándose de la reducida presencia de empresarios árabes.

La celebración del ASPA en Lima va de la mano con los altos índices de crecimiento económico que el país andino viene experimentando desde hace una década (entre el 5% y 7%). La Cumbre ha contado con la presencia de los jefes de estado de Qatar, Túnez, Jordania y Líbano, y de todos los presidentes latinoamericanos, excepto Hugo Chávez y Federico Franco de Paraguay, cuyo país se encuentra suspendido de la UNASUR. Ciertamente, con mayores responsabilidades en el plano económico, la agenda internacional peruana se viene alimentando paralelamente, con la participación del Perú en el Foro Económico Asia-Pacífico (APEC), la Unión de América del Sur (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y, más recientemente, en la Alianza del Pacífico entre Chile, México y Colombia. A esto se suman los 10 Tratados de Libre Comercio (TLC) ya firmados con las principales potencias económicas mundiales, como China, EE.UU., la Unión Europea y Japón, a la vez que se avecinan la firma con otros países centroamericanos y los esfuerzos en los organismos multilaterales que surgen en el marco de la APEC como el Acuerdo de Asociación Transpacífico.

Uno de los principales retos que tiene el Perú en materia económica es mejorar la balanza comercial con los países árabes. En 2011, el Perú exportó US $82 millones, mientras la inversión árabe fluctuó entre los US $1,800 y US $2,070. El gobierno ha identificado los sectores agrícolas y de pescadería como los de mayor potencial para ingresar al mercado árabe, además de los textiles, materiales de construcción y la minería.

Lo particular de esta III Cumbre ASPA es el momento histórico en que se realiza: luego del inicio de la Primavera Árabe que ha depuesto a los antiguos regímenes dicatoriales de Egipto, Túnez y Libia. La estela de estas revueltas aún continúa en Yemen, Baréin (suprimida violentamente y que no se ha mencionado mucho en lo medios) y la que viene acaparando los titulares, la guerra en Siria, que, de hecho, ha sido suspendida de la Liga Árabe desde el inicio de la conflagración civil que busca deponer al presidente, Bashar Al-Assad. En sus intervenciones, el presidente de la Liga Árabe, Nabil El-Arabi, urgió a buscar una pronta solución a la “hemorragia” siria y afirmó que los países sudamericanos sirven como modelo de democracia porque “ya han experimentado lo mismo y han conseguido sus objetivos, sobre todo en el tema de la libertad”.

Precisamente, la evolución reciente a causa de la Primavera Árabe pone en una situación peculiar a América Latina y su experiencia en la consolidación democrática que logró en las décadas del 90 y 2000. El respeto a los procesos internos y al principio de la no intervención (que la región sudamericana sufrió a lo largo de la Guerra Fría y que figurará en las cláusulas principales de la Declaración de Lima) son los puntos en común en los que ambas regiones se apoyan para hacerle frente a los increíbles retos que ha dejado la Primavera Árabe. Este panorama constituye, asimismo, una oportunidad clave de cooperación Sur-Sur en el reclamo de un espacio internacional más democrático, en el que las grandes potencias que controlan el juego de ajedrez mundial eventualmente cedan ante los reclamos de los nuevos actores regionales de pluralizar los mecanismos de toma de decisiones globales como lo es, por ejemplo, el Consejo de Seguridad de la ONU. En este sentido, resulta muy importante para el Perú y UNASUR que el flamante presidente tunecino, Moncef Marzouki, haya accedido a participar de la Cumbre, siendo el único jefe de estado de los países renacidos de la Primavera Árabe en decir presente.

En el afán de consolidar la presencia del Perú en los países de la Liga Árabe, el Ministerio de Relaciones Exteriores ha venido desarrollando una política de expansión de embajadas y consulados en el Norte de África y en los Países del Golfo Pérsico. Actualmente, Perú tiene embajadas en Marruecos, Algeria y Egipto. Entre 2009 y 2010, se establecieron misiones diplomáticas en Qatar, Kuwait y Arabia Saudita, y una oficina comercial en Dubái (Emiratos Árabes Unidos). Además, mantiene embajadas concurrentes en Siria y Jordania desde El Cairo, y en Libia y Túnez desde Algeria.