Memorias contra la pobreza de Sila María Calderón

el Post Jurídico

“La angustia de los que padecen de indigencia me ha desgarrado el alma”, afirma Sila María Calderón en sus hermosas Memorias que están llenas de la alegría de servir al pueblo, especialmente a las comunidades desventajadas o especiales. Su encuentro con el sector Cantera en la zona urbana después del huracán Hugo fue definitivo en su vida.

Comprobó el abandono en que habían quedado sus habitantes: no había infraestructura sanitaria y las calles eran caminos estrechos de tierra en plena ciudad. Relata la exgobernadora que participó en la lucha por sacar la Marina de Estados Unidos de Vieques y que una señora le dijo las siguientes palabras: “los pobres remendamos la vida todos los días”. Al conocer el rostro de los pobres y su hábitat tomó la decisión radical de transformar desde la esfera gubernamental esta zona.

Una de sus decisiones fue que la obra que se hiciera en Cantera debía contar con tres sectores: primero los residentes; segundo, el gobierno, y en tercer lugar el sector privado. En realidad este último no está exento de cumplir con una función social, puesto que las empresas, los bancos, las farmacéuticas y las fábricas se nutren de la comunidad y del pueblo en que están establecidos. A comienzos de los noventa Calderón se reunía con los residentes de la zona.

Comenzó así a escuchar de forma directa a los pobres y pronto abría camino a nueva legislación social. La destacada socióloga Marcia Rivera escribió en el libro El vuelo de la esperanza. El proyecto de las Comunidades Especiales que había surgido “una nueva alborada en la legislación social en Puerto Rico”. La ley para el desarrollo integral de Cantera fue firmada en1992.

Entre las personas con las que contó para la labor de renovar a las comunidades especiales se encuentran el arquitecto Edwin Quiles, la estudiosa de la pobreza Linda Colón, y, sobre todo, los líderes comunitarios. En estas memorias enfatiza que el activismo comunitario y los ofrecimientos a la juventud son los mayores antídotos contra la criminalidad y la violencia. Una anécdota que impresiona es que llegó a dar clase a confinados invitada por el sacerdote jesuita Fernando Picó.

Este libro también reúne documentos importantes para la legislación sobre asuntos públicos como la lista de obras de arte público que impulsó, estadísticas sobre la deuda pública y los objetivos de su fundación, Centro para Puerto Rico, radicada en Río Piedras, que tiene diversos propósitos, entre ellos empoderar a pequeños empresarios, a mujeres y a jóvenes de zonas socioeconómicamente privadas.

Al final del texto reflexiona sobre lo que es ser mujer y como esto no tuvo un peso sobre sus actuaciones, aunque también señala que tal vez lo tuvo y no lo notó. Para ella lo importante es ser personas. Este libro no es solo una memoria sino que es casi un tratado para entender la vida pública de Puerto Rico.