(San Juan,1:00 p.m.) Puerto Rico es una nación colonial, que vive divorciada de la realidad de su metrópoli, los EE.UU. Por lo tanto, las primarias en los EE.UU por la selección de los candidatos a presidencia del Partido Republicano y Partido Demócrata, pasan desapercibidas en Puerto Rico. Nadie las sigue, nadie las entiende. Lo que sí es claro, es el miedo, terror o temor, que Donald Trump, precandidato republicano, provoca en el pueblo de Puerto Rico.
Trump es simplemente un candidato más, el cual ha sabido capitalizar en su forma de ser, impetuosa y patriarcal, para buscar su candidatura, y un regreso a la presidencia. Su control hoy de la política en los EE.UU. es casi total. Es la principal imagen de los medios de comunicación, y su tiempo en portada excede a todos los otros candidatos políticos o noticias de entretenimiento. Todo es Donald Trump.
Ayer, en las primarias de Nevada, donde a él no se le permitió participar, Nikkie Haley, su contrincante en el Partido Demócrata, participó y como quiera perdió. Perdió porque Trump le dijo al pueblo de nevada, que no participaran en las elecciones de las primarias, y si lo hacían seria votando por “ninguno de los anteriores”. Haley perdió por un margen de 30 por ciento, contra un candidato invisible. Mientras Trump le indicó a su seguidores que deben inundar las reuniones de caucus de Nevada para que sea en ese procedimiento y no en el de ayer, que él salga nominado.
El legado de Donald Trump será cambiar la cultura política en los EE.UU. Se vale to’, como nos recuerda Calle 13. La pregunta, es si esto habrá de influenciarnos en Puerto Rico, en la forma de hacer política electoral. Pensemos.