Km. 0

Creativo

Plaza las Américas es el “centro de todo”. No me lo creía hasta que recientemente entre en conocimiento que la primera salida del expreso José De Diego, es la que entra a dicho centro comercial. Mas aun, dicha salida, en dirección de San Juan a Bayamón, está denominada como la Salida 00 - el Km. 0 como dirían en América Latina o Europa. El centro del país, se define, para bien o para mal a partir de dicho centro comercial.

 

En un país que representa el quinto mercado de los EE.UU. a nivel global, que Plaza sea la salida 00, es algo importante. Normalmente los países piensan que el Km. 0 es donde se origina la ciudad o donde hubo un incidente histórico. “Aquí comenzó la guerra de independencia”, diría Simón Bolívar.

Por ejemplo, la Casa de Gobierno en La Paz, Bolivia, marca el Km. 0 del país. La lapida atestigua que allí comienza todo, geográficamente hablando. De igual forma, luego de los lamentables sucesos de las Torres Gemelas en la ciudad de Nueva York, la cultura popular y tal vez de la seguridad de dicha ciudad, definió como el “perímetro 0” allí donde se dio la excavación y transformación del acto de terror, en un lugar de paz y reconciliación.

En esta medida, y en la lógica de que aquí lo hacemos mejor, es simbólico que esta salida de Plaza sea la primera viniendo desde la capital, San Juan. No solo, porque marca que nuestro punto fundacional es el consumo. Sino porque me parece que denota un algo extraño que merece la pena explorar. Me pregunto, ¿Por qué Plaza las Américas?

Nunca le había puesto atención al valor de este centro comercial en el desarrollo de la identidad nacional a lo largo de los últimos 40 años. En Plaza se presentan los artistas. A Plaza vino el Papa Juan XXIII. En Plaza, de ordinario no hay asesinatos, y cuando pasan, hay conmoción nacional.

Es decir, nosotros y Plaza, hemos vivido un país de la modernización al consumo que ha calado profundo en la identidad nacional. Plaza es otro país. Es casi híper-real, más allá de nuestra vida cotidiana. Como país consumidor participamos de las ofertas de Plaza, sin control alguno. Plaza siempre está llena, independientemente que el país esté en quiebra. Siempre los 11 mil estacionamientos que tiene el centro, están llenos a tope – y de paso, parking gratis.

No obstante, argumento, que nuestra entrega a dicho centro comercial constituye un acto de competencia desleal. ¿Por qué? Hay algo desigual en la propia historia de Plaza para con nosotros: mientras todos y todas nosotros hemos ya vivido 40 años, y en algunos casos bien vividos, este centro comercial por el contrario no lo sufre igual. Es decir, Plaza las Américas no envejece. Los que se hacen más viejos somos nosotros. De esto trata su magia. No es que sea el Km. 0, sino que realmente Plaza es Nuestro Dorado, nuestra fuente de la juventud está allí representada por este centro comercial. Su ausencia de envejecimiento es la mejor muestra de su fuerza, consistencia y empuje.

En esto estriba el problema. Como seguir consumiendo si uno se da cuenta que la belleza del centro comercial, su sentido de limpieza y pulcritud, no coinciden con nuestro sentido de decadencia físico. Nosotros, de manera natural, vamos envejeciendo, pero en Plaza, como la película de Benjamin, el proceso es revertido a favor del comercio. La juventud del centro comercial nos invita a que consumamos. Este patrón, ya muy sofisticado, es el que hace que ella se vea más bella, y nosotros menos elocuentes, aunque siempre, independientemente de nuestra edad o vejez, debemos ser consumidores más agudos.

Se trata de algo psicólogico. Aquí se rompe el paradigma de que hay “una edad o tiempo” para todo en la vida. En Plaza, Nuestro Dorado, no la hay. A pesar de su juventud, a pesar de nuestra vejez, nos encontramos en el consumo, y esto nos permite ser. Mientras nada detenga dicha relación entre el ser y el consumo, en Plaza, todos y todas somos felices.

Esto lo descubre uno, y sobre todo en los pasados 13 años ante los dos paros nacionales que ha vivido el país (la telefónica en 1997, y el paro general el pasado 15 de octubre). No hay paro, el mismo no es efectivo, hasta que Plaza no indique que ha de cerrar. Entonces, como diría Mon Rivera de Mayagüez, a ritmo de plena, “empezó la huelga/ Dios mío que barbaridad”.

Por eso sé que yo, tú y ella, pasaremos. Pero hoy no tengo duda, que Plaza las Américas, no habrá de perecer. El relato de ser el centro de todo, es tan fuerte y profundo, que he llegado a pensar en la vida eterna de este centro comercial.