Primer ministro iraquí alerta sobre auge de tensiones regionales

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Bagdad- Asediado por choques sectarios y un conflicto territorial, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, afirmó que la competencia regional gravita de manera negativa sobre su país, en un discurso circulado hoy aquí.

Existe polarización en el área y la tensión sectaria afecta de manera negativa a Irak, dijo el titular en la celebración del Día de las Fuerzas, que tuvo lugar la víspera en la llamada zona verde de esta capital bajo estrictas medidas de seguridad sin acceso de la prensa extranjera.

Las formulaciones de Maliki, un musulmán chiíta, aluden de manera indirecta a casi dos semanas de protestas populares en provincias occidentales y del norte en las cuales residen miembros de la comunidad sunita que protestan por lo que consideran la política discriminatoria del Gobierno.

Los disturbios en las provincias de Anbar, Kirkuk y Mosul estallaron tras el arresto de más de un centenar de guardaespaldas del ministro de Finanzas Rafa el Essawi, nueve de los cuales fueron encartados de realizar atentados dinamiteros y ataques contra áreas en las que residen miembros de la mayoritaria comunidad chiíta iraquí.

El año pasado calificó como el más mortífero desde la ola de atentados de 2006 y 2008; según estadísticas oficiales, más de mil 200 personas murieron por explosiones de bombas y disparos de obuses y un número dos veces superior resultaron heridos.

Nuestras fuerzas no combaten ahora grupos terroristas u organizaciones criminales aisladas, sino a entidades apoyadas por la peligrosa ideología extremista de los Takfiri, subrayó Maliki, según la glosa difundida por los medios.

Takfiri se denomina a los musulmanes salafistas seguidores de la escuela de pensamiento sunita que declaran herejes o impuros a otros seguidores de esa confesión, un categoría en la que caen los chiítas y los sufíes.

Asimismo se considera que la polarización mencionada por Maliki engloba a la crisis en Siria por la acción de grupos armados desde el exterior que tratan de derrocar por la fuerza al presidente Bachar al Assad, un miembro de la secta alawita, derivada del chiísmo.

El gobierno iraquí trata de mantenerse distante del conflicto en su vecino del oeste y el sábado pasado anunció que había evitado el paso de un contrabando de armas destinadas a los grupos