UPR, entre promesas y dudas

Creativo

El futuro incierto de la UPR y las posibles medidas de la nueva administración son un tema delicado pero, ¿cómo puede levantarse la Universidad?

 

La Universidad de Puerto Rico, primer centro docente del país establecido en el año 1903, ha sido objeto de discusión constante en los pasados 40 años en Puerto Rico. Desde el hogar con la familia, hasta las barras con los amigos e incluso hasta en la plaza pública de cualquier pueblo. Mucho se dice y se critica pero poco se ve realizado en los once recintos que componen al sistema. Lo interesante del asunto es que donde más incertidumbre hay es en la propia Universidad. Si de manera exógena no se conoce mucho y todo es especulaciones y eco de los rumores mediáticos, lo lógico sería que de manera endógena se conozca lo que está sucediendo y se tenga una idea de lo que podría pasar. Pero, la incertidumbre es la orden del día en la Universidad, sino es que siempre lo ha sido.

La manera en la que los asuntos financieros y de infraestructura general del sistema universitario se han tratado solo denota lo politizado, corrompido y desorganizado que está el sistema. Como si eso fuera poco, la Universidad de Puerto Rico ha sido víctima de las agendas políticas de los gobiernos de turno y eso solo ha bastardizado el sistema y su servicio, que claramente afecta la calidad de la educación y al estudiantado. Esta historia parece no tener fin y se ve prolongada cada vez que se viola la autonomía universitaria, que aunque inexistente debería al menos disimularse, pues esta infamia de la intervención político-partidista en la Universidad es una vergüenza para todo puertorriqueño y miembro o egresado del sistema.

Los retos que la Universidad ahora enfrenta son grandes, y no en pese a que sean grandes, el Gobierno trata de ocultarlos o minimizarlos utilizándolos como parte de su agenda política. No me opongo a que el Gobierno esté dispuesto a colaborar con el estudiantado en cuestiones financieras-refiriéndome al asunto de la "Cuota de Estabilización"-pero aborrezco que un Gobierno de turno se lave las manos al referirse al desastre del sistema como una barrabasada de la administración del partido contrario. Al escuchar las expresiones del nombrado Secretario de la Oficina de Asuntos Públicos de La Fortaleza, Jorge Colberg Toro, el oído de todo universitario, profesor o empleado no docente del sistema debe trinar. Este se refiere a la Universidad como un ente autónomo, cosa que es una burla y sumamente desacertada para la comunidad universitaria, pues se ha luchado por tenerla pero la política vil y rampante lo ha imposibilitado.

Ciertamente, el pueblo de Puerto Rico (o al menos la comunidad universitaria) debe sentirse contenta con el compromiso de campaña del Gobernador García Padilla en cuanto a los asuntos financieros de la Universidad. Ahora bien, no se debe olvidar de asuntos primordiales como la autonomía universitaria y despolitización del sistema, que al solucionarse, casi automáticamente harán que el sistema esté capacitado y apto para funcionar como debe. Los distintos grupos y movimientos universitarios han expresado su gratitud y conformidad en cuanto al compromiso que desde Fortaleza se ha asumido respecto a la cuota de $800, pero están conscientes de que eso no resolvería los problemas más grandes del sistema.

Aquí retomo los comentarios que se escuchan en la calle y en las casas, pues los puertorriqueños somos todos excepcionales críticos de periódicos mañaneros. Unos se muestran indiferentes hacia la situación de la Universidad; otros arremeten contra los estudiantes, "los pelús"; unos cuantos tratan de comprender el asunto porque se apiadan del futuro del país, pues están conscientes de que de la educación depende ese porvenir; y otros viven la enajenada realidad de universidades extranjeras como pretexto para que los de aquí no se quejen. Nunca veremos uniformidad en la manera de pensar, pero cuando poco se lee y poco se está presto a leer, nos convertimos en fotocopiadoras de los medios-muchas veces corrompidos por la política. Eso sucede porque se vive en una sociedad en donde se juega con la educación en el terreno político, y el pueblo cae como víctima de esos sucios entrampamientos.

La actitud de la gente debería ser de preocupación por lo que sucederá con la Universidad, no de criticar al centro donde se talla y moldea el futuro socio-económico del país. Al Gobernador, solo le queda una opción, y es: cumplir a cabalidad con su promesa de campaña. Mucho se ha comentado sobre su compromiso y si cabe la posibilidad de que se cumpla. La cuota, sin embargo, a mi criterio es un asunto que se puede resolver devolviendo los fondos que hace cerca de 4 años se le quitaron a la Universidad. Además, la Universidad ha generado unos ahorros que alcanzan cerca de los $100 millones de dólares, lo que abre paso a una posible eliminación de esa cuota. El Gobernador tiene que demostrar que esta promesa no fue un mero móvil electoral sino una promesa de práctica para su gobierno. García Padilla el pasado 2 de octubre, en el Conversatorio en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico se refirió a la Universidad como un centro que no puede prestarse para un ruedo político, ni mercantilista, ni absolutista como ha denotado ser en los pasados años.

Lo idóneo sería ver la autonomía universitaria consumada en el Sistema, para que esta comunidad pueda participar plenamente de las decisiones que en esta se toman, y buscar lo más factible y conveniente para ella. El Presidente de la Cámara del Senado, Eduardo Bhatia ha expresado su apoyo e interés en solucionar los asuntos de la Universidad, igual el Presidente de la Cámara de Representantes, Jaime Perelló y la Alcaldesa de la Ciudad Capital, Carmen Yulín Cruz. Si ya se tiene ese interés y compromiso, solo resta sentar las bases del diálogo y la negociación, para ejecutar los planes y ver el Sistema salir del absolutismo en el que ha estado sumergido desde tiempos inmemorables. Eso me lleva a pensar si este plan fue una mera movida política o el reconocimiento de que esto es una urgencia nacional, clave para el futuro socio-económico y desarrollo de una moral social sólida del país. A la espera quedamos en sigilosa vigilia.