En saludo al 8vo aniversario del Fogón de Yuya

Fogón Caribeño
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LOS GUISOS DE YUYA ESTÁN ¡BRUTALES!

Para los amantes del gusto criollo en el área de Ponce, hablar del Fogón de Yuya, es hablar de una basílica sagrada.

Los ‘convertidos” peregrinan diariamente, o por lo menos varias veces en semanas, al barrio Vallas Torres de Ponce como si se tratara de una obligación dogmática.

El menú de este espacio de reafirmación culinaria boricua incluye las delicias reglamentarias de una buena fonda. Es decir desde chuletas, carne frita, chicharrones y pollo al horno, hasta arroz con jueyes y salmorejo los sábados.

Sin embargo lo que realmente distingue al Fogón de Yuya del resto de las fondas en el sur es el increíble gusto de los guisos.

Entre estos se encuentran el pollo guisa’o, el fricasé de cabrito que engalana el menú los jueves, y el fricasé de ternera entre otros. Por supuesto, para los línea dura se destaca la pata de cerdo guisa con garbanzos o chícharos y el cuajo guisa’o.

Para muestra con un botón basta, y el botón aquí es el pollo guisa’o que sale con arroz, habichuelas y tostones o amarillo.

De paso, cuando se dice habichuelas, en Yuya son habichuelas de verdad. De las mejores de la comarca, y si son blanca, ni se ocupe, como decía el jíbaro.

Volviendo al pollo guisa’o, de tan solo probarlo el comensal se percata de que este se preparó, con calma y cariño.

Hervido a fuego lento, despacito; el resultado es una carne pollo que se desborona dejando descubierto un frágil huesito que ofrece la riqueza del sabor de su médula. Simplemente increíble.

El espeso y amarilloso caldo es el sincretismo del sabor de los huesos del pollo, de las prácticamente desaparecidas papas, las aceitunas, el cantito de salchichón y las especies como el culantro y la hoja de laurel.

Ahora, para poder disfrutar de este guiso en su mejor punto, el comensal tiene que tener un sentido impecable del tiempo.

Es decir, si llega en el momento preciso, podrá disfrutar de lo que queda en el fondo de la olla. Allí se encuentra el zumo del plato, los pedacitos caramelizados del pollo que se pega al fondo. ¡Descomunal!, como dicen los jóvenes.

Claro está que si espera mucho puede que no le toque. Por que como toda buena fonda, en el Fogón de Yuya, cuando se acaba, se acaba. Hay que pedir otra cosa.