Irán y Egipto: ¿Lazos de hermandad?

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¿Qué podemos inferir de la reciente visita oficial del Presidente iraní al Egipto post Primavera árabe luego de 34 años de relaciones bilaterales enfriadas? Un nombre puede bastar: Israel. Todos los indicios apuntan a que el momento para este acercamiento se debió al ataque que las fuerzas israelíes perpetraron contra Siria hace dos semanas.

La postura del gobierno de Ahmadinejad es harta conocida: los misiles iraníes quieren destruir a Israel. Egipto está en una situación que, debido a su fuerte crisis civil, también podría sumarse a una aventura militar para de este modo aplacar la furia de sus opositores internos. No sería más que el viejo --y destructivo-- truco de unir a una población descontenta contra un enemigo en común. Pero la Hermandad Musulmana, con menos de un año en el poder, y luego de que el presidente egipcio, Mohamed Morsi, se haya ganado unas bien merecidas credenciales como mediador eficaz del cese al fuego que detuvo la campaña israelí contra Gaza, Operación Pilar de Defensa, hace imposible que Egipto decida unirse a un ataque bélico contra Israel y mucho menos a uno en alianza con Irán.

No debemos olvidar que Egipto es un país mayoritariamente sunita, mientras que Irán es una teocracia chiíta, dos vertientes del islam que llevan enfrentadas, con no muy pocos episodios violentos, desde la muerte del profeta Mahoma en el siglo 7. A esta natural desconfianza se une que en 1980 Egipto acogiera al shah derrocado por los ayatollahs, Mohammad-Reza Pahlavi, y al fallecer le celebrara un cortejo de estado fúnebre. Es evidente, que con todo este trasfondo, Morsi está siendo muy calculador. Luego de sacar del medio a Mubarak con la Primavera Árabe, y lograr el histórico ascenso al poder de la Hermandad, Morsi sueña con un renacer egipcio, donde la influencia de Egipto sea indiscutible en la región. El rapprochement con Irán, luego de más de tres décadas de relaciones poco amistosas, busca crear un eje El Cairo-Teherán y así fortalecer posturas autóctonas, aunque divergentes, en el tema de Siria y de Israel-Palestina.

Las tensiones religiosas siguen muy pronunciadas, pero es algo que en lo político ambos países han querido si no mejorar, por lo menos obviar. El año pasado Morsi comenzó el descongelamiento al asistir a la cumbre de los Países No Alineados que se celebró en Teherán. Eso fue una fuerte muestra de apoyo por parte de un antiguo enemigo. Con la visita de Ahmadinejad, Irán devolvió el gesto. Y esto se dio a pesar de las posturas encontradas en el tema sirio e israelí, que muy probablemente encabezaron las conversaciones de ambos líderes y sus respectivos equipos de consejeros.

El diálogo reabierto entre Egipto Irán logrará que se acelere una resolución a la situación catastrófica que está viviendo Siria. En este conflicto, pese a que Morsi apoya a los rebeldes sirios e Irán al régimen de Assad, el ánimo de diálogo puede llevar a escenarios de aplicación urgente como una tregua e inicio de negociaciones entre Assad y los rebeldes.

Pero este acercamiento también preocupa a Israel. Si bien la derecha del Likud quedó debilitada en las pasadas elecciones israelíes por el sorpresivo segundo puesto de Yesh Atid, un partido de centro izquierda, Netanyahu, un halcón, se mantuvo al frente de una coalición parlamentaria de derecha y ante este nuevo escenario en que las potencias musulmanas del Medio Oriente están encontrando algunas coincidencias, el aparato defensivo israelí debe ya estar revisando planes militares (lo que en inglés se llama “war games”) para frenar su mayor amenaza, Irán. Y, como si de verdad se tratara de un juego de mesa, bajo este posible escenario, la ficha retornaría a la Hermandad y a Morsi para desactivar la tensión y continuar ganando tiempo.