¡VIVA LA VIRGEN DE LA CARIDAD!, YA VIENEN LOS MARIACHIS…

Caribe Hoy

altEl pasado 8 de septiembre me levanté muy temprano para participar en la jornada de la aurora en la Basílica Menor de la Caridad del Cobre, Santuario Diocesano de Occidente ubicado en Centro Habana, era su día patronal; y, lo que entonces viví, no puedo dejar de testimoniarlo en mis Crónicas Cubanas. Realmente fue más de lo que me esperaba de acuerdo con similar experiencia de años anteriores. En mi criterio se iba a producir un crecimiento de participantes, pero no me imaginé que pudiera manifestarse el abarrote de personas que me encontré allí a horas tan tempranas de la mañana.

Aquello en mi opinión sólo podría superarlo la cada vez más creciente presencia popular en las habituales procesiones vespertinas que desde la visita a Cuba del Papa Juan Pablo II en enero 1998 y su preparación previa, nuevamente cada 8 de septiembre han estado manifestándose como consecuencia de la eliminación de las prohibiciones que se establecieron en los años 60 por la ya derogada política de ateísmo científico.

Muchas veces he escrito en mis crónicas habituales que vivo en Centro Habana, lo que me facilita ir caminando hasta el siempre concurrido santuario habanero del barrio de Los Sitios, en donde hace ya más de cien años, por una de esas coincidencias históricas que hermanan a los pueblos, se veneran a la Patrona de Cuba en su advocación de la Virgen de la Caridad junto a la Patrona de México en su advocación de la Virgen de Guadalupe.

Ambas imágenes exentas están expuestas en los altares principales en los que se exhiben además en una hermosa coincidencia las banderas de Cuba, el Vaticano y México junto con los atributos pontificios que señalan su condición de Basílica Menor. La Lupe preside la capilla de la pila bautismal en donde miles y miles de habaneros se han bautizado y la Caridad del Cobre el altar principal escoltada por el escudo de Cuba y los escudos de las provincias de la vieja división política administrativa cubana. Aquel templo interiormente es sobrio, abriga a los que lo visitan a partir de una especial fortaleza creada por sus muy gruesos, altos y sólidos muros recubiertos de "piedras de jaimita" que le ofrecen un sentido de perpetuidad a lo que se encuentra en aquel lugar, ya sean imágenes o altares que acogen física y espiritualmente a feligreses y visitantes. Siempre que entro en aquel hermoso templo que da cobijo a la comunidad católica de la que soy miembro, percibo esa impresión de resguardo e incluso de paz espiritual a que me refiero y que quiero transmitirla a los que me lean.

Describo también en esta crónica con motivo de la conmemoración patronal del 2013, las imágenes y los extraordinarios testimonios habaneros que se manifiestan en aquel lugar de devociones consagradas por la tradición a María de Nazaret; en definitiva la Madre de Jesús que en el muy divulgado Evangelio de Lucas, expresó uno de los planteamientos bíblicos más significativos comparables sólo con los del propio Jesucristo. Cada 8 de septiembre en la liturgia católica se reitera esta perícopa como parte de las lecturas del día, conocida con el nombre de "El Magníficat" (Lucas 1, del 46 al 55) que en uno de sus párrafos principales dice textualmente refiriéndose a Dios: "…desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los de corazón altanero. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos con las manos vacías…".

La calle Salud que da acceso al Santuario desde Galiano hasta Manrique en Centro Habana ya a las 6 AM tenía una concurrencia extraordinaria de personas que caminaban con apresuramiento hacia la Basílica a través de un verdadero enjambre de puestos de venta de flores, especialmente girasoles, velas y otros atributos incluso propios de la religiosidad popular. Asistíamos a una feria de entusiasmo del pueblo que quizás moleste a algunos que no quisieran esas

expresiones religiosas que rompen con las reiteradas y muchas veces aburridas por su repetición esquemática, campañas políticas de más de lo mismo.

Por fin la liturgia comenzó muy temprano con el Rosario de la Aurora y la Santa Misa en espera de las mañanitas ya tradicionales de los mariachis cubanos que le cantan a María como lo hacen en México, todo comenzó al grito de ¡Viva la Virgen de la Caridad, ya vienen los mariachis! Las oraciones y la música tradicional de los mariachis que para muchos aquí es tan cubana como mexicana, se fundieron en hermosa conjunción de sentimientos, culturas y tradiciones de Nuestra América que quiero testimoniar para lo cual en realidad me faltan palabras porque los sentimientos superaron al verbo. Percibí pasión, búsqueda de esperanza y fe, no todos eran feligreses habituales ni creyentes, en esta ocasión se juntaba el pueblo de a pie que sufre de los avatares de la política, la economía y la vida, que tiene a sus hijos y familiares en la diáspora y que recurre a lo trascendente para fortalecer su resistencia ante tantas consignas vacías, tantas penurias y tantas angustias, ahora agravadas desde lejos por los peligros de una nueva guerra que podría destruirlo todo. Me encontré con una Habana que sufre pero que quiere a la vida y que debemos estimular para que continúe con su lucha por la justicia y por la paz.

Estas fueron mis experiencias y sentimientos en el día de la Caridad del Cobre, Patrona y Reina de Cuba, que así lo he vivido y así lo afirmo con mis respetos para quienes piensen diferente y sin querer ofender a nadie en particular.