Impresión geográfica y política de Puerto Rico en el extranjero

Política


altCuando sales de Puerto Rico, por viaje o por migración, tienes la oportunidad de conocer la impresión que se tiene del país en el extranjero. Por alguna extraña razón, nos da curiosidad conocer cómo somos vistos por otros. He tenido el privilegio de visitar distintos países y todos tienen algo en común: no saben en qué parte del mapa está nuestra bella isla y no entienden la relación política que tenemos con Estados Unidos.

El primer punto es fácil de explicar, aunque todo dependerá del conocimiento geográfico que tenga la otra persona. El segundo es complicado de entender hasta para los puertorriqueños.

Comienzo por aclarar que Puerto Rico es un archipiélago ubicado en uno mayor: las Antillas. Pero en ocasiones debo ir a lo básico, así que defino. Un ‘archipiélago’ es un conjunto de islas y otras masas de tierra cercanos entre sí, como los islotes y los cayos. Las Antillas se encuentran en América, entre el Mar Caribe y el Océano Atlántico.

De forma automática, tanto en España como en Chile, me dicen ‘centroamericana’. En las escuelas les enseñan que América se divide en norte, centro y sur. Tal parece que las Antillas pasan desapercibidas. En Europa, incluso, me he topado con personas que desconocen la existencia de estas islas. No es que no conozcan personajes importantes antillanos o que no hayan escuchado siquiera el nombre de cada país, sino que nunca han prestado mayor interés en conocer su ubicación. En lo personal, disfruto dibujando un mapa y orientándoles al respecto.

El segundo tema sí que me complica bastante, por que terminan haciéndome preguntas difíciles de contestar. Puerto Rico es, desde 1952, un Estado Libre Asociado a los Estados Unidos, o como mejor lo entienden ellos: pertenecemos a, pero no formamos parte de. Desde 1917, con la ley Jones, nos convertimos en ciudadanos estadounidenses. Luego de esta información, toca relatar parte de nuestra historia y, al finalizar, viene lo complicado:

“¿Nunca quisieron independizarse?” “¿Quieren seguir así el resto de sus vidas?” “¿Cómo es tener una nacionalidad distinta a la ciudadanía?” “¿Cuánto poder político y económico tiene EEUU sobre ustedes?” “¿Por qué no hablan inglés?” “¿No les avergüenza seguir bajo el yugo colonial?” “¿Qué esperan para definir su estatus?” “¿qué es lo que realmente quieren los puertorriqueños?” “Pues aclárense; o una cosa (independencia) o la otra (estado), porque quedarse en medio de ambas es continuar con la identidad trastocada”.

Como leen, es difícil contestar ese tipo de preguntas o comentarios de forma objetiva. Llega el punto en que las creencias personales salen a la luz y dejamos de hablar con hechos; llegan las opiniones. Ahora les pregunto, ¿cómo responderían ustedes? Abro el debate y dejo la bola en su cancha.