El Cairo- Esta capital está en ascuas hoy, en espera de los disturbios que pueden estallar entre marchas de tendencias rivales, convocadas para recordar una matanza de manifestantes dos años atrás.
En noviembre de 2011 choques entre la Policía y civiles derivaron en la muerte de 47 personas en la calle Mohamed Mahmoud, próxima a la sede del Ministerio del Interior, la cual desemboca en la céntrica plaza Tahrir, donde meses antes las protestas de cientos de miles de personas habían obligado a renunciar al presidente Hosni Mubarak.
Para ese entonces este país estaba gobernado por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, al que segmentos importantes de la población demandaban que convocara elecciones legislativas y presidenciales y abandonara el poder.
La víspera, alrededor de un millar miembros de una tendencia que se proclama equidistante de los rivales y seguidores del depuesto presidente islamista Mohamed Morsi, desembocaron en la zona, un día antes de la efeméride, para demandar una solución a la crisis política que atraviesa este país.
Las autoridades interinas han anunciado que no interferirán en las marchas convocadas por la Coalición Nacional de Apoyo a la Legitimidad (CNAL) y entidades opuestas al defenestrado mandatario, pero advirtieron que enfrentarán con rigor cualquier intento de atacar instalaciones públicas.
La CNAL es una agrupación encabezada por la ilegalizada Hermandad Musulmana e integrada por partidos islamistas afines.
Desde hace semanas los alrededores de la plaza Tahrir, así como en la entrada del Tribunal Supremo Constitucional, las proximidades de la mezquita Rabaa El Adawiya, otros puntos calientes de esta capital y la colindante provincia sureña de Giza están custodiados por transportes blindados de tropas y soldados en zafarrancho de combate.
Tahrir fue el baluarte de los adversarios de Morsi y el templo musulmán de sus partidarios, al igual que la plazoleta An Nahda, en Giza.
Una reciente propuesta de diálogo de la CNAL ha sido desdeñada en principio por las autoridades vigentes, las cuales condicionaron el inicio de conversaciones al reconocimiento por los islamistas.