“Esa impúdica y divina fiebre”: vida, erotismo y muerte en 69 de Edgardo Nieves Mieles

Crítica literaria
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Con su más reciente entrega, el poemario titulado 69 (Puerto Rico: Colección Maravilla, 2013), el hatillano Edgardo Nieves Mieles nos ofrece una meditación sobre vida, erotismo y muerte. Tal reflexión se extiende, a tono con el título, a lo largo de 69 poemas.

El símbolo legendariamente erótico de esta cifra ofrece a los lectores una clave para la lectura del texto. Más allá del obvio referente erótico al sexo oral, este número representa un ideal de igualdad y reciprocidad en esa dialéctica del dar y el recibir que emblematiza el abrazo entre los amantes. [1]

Si nos dejamos llevar por la curvatura de estos dos números, el 6 y el 9, disímiles e idénticos, en su posición mutuamente invertida, nos encontramos inmersos en un ciclo de continuidad-discontinuidad, que remite al concepto taoísta del yin y el yang y a su dialogismo inherente. Continuidad y discontinuidad son las fuerzas, complementarias y opuestas, que catalizan la ternura y el desasosiego del sujeto poético en 69. Si bien estamos ante poemas con autonomía temática, que se sostienen por sí mismos, hay ciertos motivos que recurren a lo largo de la colección. Se trata de imágenes que cristalizan una concepción unificada del erotismo como clave de la búsqueda, atribuible a un sólo sujeto poético.

Recurre, por ejemplo, la imagen de “escándalo de miel”: “El deseo nos imanta con su escándalo de miel”. (“Tres lirios de carne y un último arcoíris para ella”); “Cuando la eterna primavera de tu piel vuelva a vestir de desnudez […] Me hundiré de felicidad […] y otra vez las incansables abejas/derramarán su escándalo de miel” (“Canción para domesticar tanta insolente distancia”); “(Imaginación, ese magnífico escándalo de miel…)” (“Ulises sin gloria y sin escribas, sólo puras cicatrices”); “La irreverente música de mis húmeros solfeando/ su escándalo de miel”. (“Se ha casado, me dice…”); “Sin la suavidad de tu piel envidiada por los melocotones/ y sin el escándalo de miel que sostienes sobre ti/ desafiando siempre la gravedad”. (“Flores negras en bandeja de blanco papel…”); “Pero mientras tú no me escuchas y a tus grandes/ y hermosos ojos/ les siguen aún naciendo frías esmeraldas y sobre tu cabeza/ sostienes ese escándalo de miel desafiando siempre/ la gravedad” (“Ahora que puedo ver, escuchar y tocar la lluvia”). La miel se transmuta como signo polivalente, que simultáneamente simboliza el deseo erótico o los néctares del amor, el cuerpo de la amada, su cabello, así como la imaginación del poeta que procura desentrañar la alquimia del erotismo por medio de las palabras.

Según Juan Eduardo Cirlot, la miel simboliza “el cambio de personalidad que sigue a la iniciación”. [2] En 69, asistimos a la iniciación amorosa de un sujeto poético que busca penetrar la raíz de lo que existe a partir de las coordenadas de vida, muerte y amor. En el prefacio, titulado “La poesía es el viaje y el poeta sólo quien carga las maletas”, Nieves Mieles invoca, de hecho, la estrofa final del poema de Miguel Hernández, “Llegó con tres heridas”:

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.

Para estas tres heridas fundadoras del ser se procura la poesía como paliativo. El sujeto poético de 69 se vive y se entiende a sí mismo precisamente a partir de su quehacer poético, como lo demuestra el título del prefacio. “La poesía es el viaje”, ciertamente. Pero también, el punto de partida y de llegada, como lo sugieren las siguientes palabras de Georges Bataille, en El erotismo: “Todos sentimos lo que es la poesía; nos funda, pero no sabemos hablar de ella”. [3] Como un Kafka o un Wallace Stevens, “Después de 8½ horas de trabajo (no gustoso), el Poeta regresa a casa”, el título de uno de los poemas de 69; regresa con su cansancio, pero también con el afán amatorio con que escudriña y besa el cuerpo de la amante dormida:


Tú estás dormida.

Desnuda.

Un sabor a mármol

me deshace la boca

y junto a tu sien

de laboriosa paloma en reposo,

silenciosamente colocó

la encendida espada

de 3 lirios rojos.


En este poemario, la figura del poeta-sujeto poético evidencia, un modo de mirar que es la poesía misma. Amor y muerte, erotismo y vida se enfrentan y a la misma vez se complementan en una colección de poemas en los que se le canta a los placeres del cuerpo, al erotismo del corazón y a la muerte.

En “Canto para la transmutación de la saliva”, se conjugan ternura y violencia en “la suave puñalada de carne, / rabiosa savia de amor, / ¡agua regia que deviene en semen!”, mientras que en “Tango del adúltero” se exalta el aspecto gozoso del encuentro:


He ahí el martillo de su risa,

la promesa felina de su torso

y esa flor de carne escandalosamente viva.

(Su agrio perfume.)


Hay, asimismo, momentos en que el erotismo del cuerpo se transubstancia en “erotismo del corazón”, para apropiarme de la distinción de Bataille, como se ve en “Tres lirios de carne y un último arcoíris para ella”:


El mar arde con la misma dulzura

con que se toca una flauta.

La noche cabe en tus ojos

y yo te amo.


Pero también se canta a la pérdida del amor como contracara del impulso erótico amatorio, tal y como se ve en “Para saludar a ese sabor amargo llamado soledad y que aparece siempre cuando el amor se va”, donde confiesa el hablante: “ésas, mis terribles ganas de olvidarte,/ muchacha que no vuelves”.

El sujeto poético transita las curvaturas del 6 y del 9, o el círculo de la vida y de la muerte que forma el 69, en esa búsqueda erótica de continuidad dentro de la discontinuidad, a la vez que practica “la gloriosa costumbre de mis dedos manchados/ de tinta” (“Desde esta cuadrúpeda, puntual y eterna silla, casi el paraíso”). Según Bataille:

Somos seres discontinuos, individuos que mueren aisladamente en una aventura ininteligible; pero nos queda la nostalgia de la continuidad perdida. Nos resulta difícil soportar la situación que nos deja clavados en una individualidad fruto del azar, en la individualidad perecedera que somos. [4]

De esta nostalgia de continuidad se encuentran transidas las páginas de 69, tal y como lo revela el poema “Fin del viaje (Sistema referido a e. e. cummings)”:


La claridad del mundo resbala sobre nuestros cuerpos.

Los músculos se relajan hasta perder su felina

elasticidad.

Y es como si nos rozara un ala en pleno vuelo.

El aire se impregna de un agradabilísimo perfume.

En nuestra fatiga el silencio abreva su sed,

mientras sus agujas de alta costura enhebra el amor.


En ese relajamiento casi disolvente de los músculos de los amantes tras el acto amoroso, en esa “claridad del mundo” que resbala sobre sus cuerpos y en ese amor que enhebra sus agujas, encontramos el deseo de recuperar “la continuidad perdida”, de la que habla Bataille. De ahí que la propuesta poético-erótica de 69, como la imagen del círculo que forman ambos números, no puede entenderse plenamente sin la muerte, como lo ponen de manifiesto los últimos dos versos del mismo poema:


Una vez más, la muerte

nos ha rozado.


La yedra es otro ejemplo de una imagen que recurre a lo largo del poemario. Esta planta trepadora hace pensar, nuevamente, en el abrazo del seis y del nueve, como motivo unificador del libro de Nieves Mieles. La imagen abstracta de la portada representa una explosión cromática, que sugiere precisamente el abrazo erótico de los amantes obsedidos por la pequeña muerte, la cual no deja de ser representativa de la muerte definitiva. De esta manera, se fijan las coordenadas del viaje del poeta-hablante de 69, quien procura “apaciguar esa impúdica y divina fiebre” (“Playa con andróginos”) por medio del ejercicio de la poesía, que es origen, viaje y destino de su ruta.

Notas

[1] Del tropo del abrazo entre los amantes ha hablado por extenso Octavio Paz en su hermoso ensayo La llama doble. Amor y erotismo.

[2] Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos. 10ª edición. Madrid: Siruela, 2006. p. 312.

[3] Batailles, Georges. El erotismo. 1ª edición colección Ensayo. Antoni Vicens & Marie Paul Sarazin, trads. Barcelona: Tusquets, 1997. p. 29.

[4] Ibid. p. 19.

La autora de la reseña es profesora de literatura latinoamericana en Marquette University, Milwaukee, WI, U.S.A.