Hoy juramenta, por segunda vez en su vida, la candidata electa a presidente de Chile, la socialista Michelle Bachelet. Inicia un nuevo mandato, y la mujer que la habrá de investir, como presidenta del senado de Chile, lo será Isabel Allende, la tercera, y la más pequeña, hija del asesinado presidente democráticamente electo de Chile, Salvador Allende.
En el caso de Allende, luego de su padre haber sido asesinado en el golpe de estado financiado por el gobierno de los EE.UU, ésta inició un proceso de exilio que la llevó a vivir 17 años en México y otros países. Por otro lado, Bachelet, cuyo padre también fue asesinado en el golpe de estado, se quedó viviendo en el país de forma clandestina, hasta que en el 1980, fue arrestada junto a su madre, y expuesta a un régimen de tortura y vejaciones.
Aunque con distintas experiencias de vida, ambas mujeres que hoy asumen el poder político en Chile, vienen de un punto común: el golpe de estado de Chile en el 1973. Posiblemente esta dolorosa experiencia, sobre todo en el caso de Michelle Bachelet, es la que la ha llevado durante las pasadas semanas a la espera de ser juramentada en el día de hoy, a expresar todo su apoyo por el gobierno de Venezuela, la presidencia de Nicolás Maduro, y el proceso de democracia legítima que viven las instituciones de dicho país.
Que nadie se llame a engaño. El llamado “golpe de estado suave” que se intentó implementar en Venezuela, para personas como Michelle Bachelet e Isabel Allende, les traen recuerdos personalmente muy dolorosos, y políticamente muy desastrosos.