Ricardo Rodríguez Santos: de ida y vuelta con Reinaldo Arenas

Crítica literaria
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“Con esa tristeza del desterrado que es desterrado de su destierro”.

-Reinaldo Arenas

Marioantonio Rosa

Creo que lo vi desterrado, terminándose el exilio, con esos intentos que las palabras no dejan descubrir, y sin embargo existen, y matan. Creo que lo vi en aquél Nueva York de 1990, donde se acorralan muchas voces, se ahogan otras, se canibalizan los buenos sueños y el alma es considerada innecesaria. Se fue hacia la muerte, Reinaldo, con su verbo inconcluso. Su apellido, Arenas, quedaba en la comisura de las playas de una Cuba prohibida para su esencia, y a donde nunca regresó. Contemporáneo y amigo de José Lezama Lima y Virgilio Piñera, fue encarcelado y torturado, llegando a admitir lo inconfesable y a renegar de sí mismo. Le robaron su espejo, lo trizaron y ni siquiera hubo esperanza de cenizas. Como Boris Pasternak, en su gólgota personal, adolorido ante el paredón de Vladímir Semichastny, quien, en campaña de descrédito se atrevió a decir, muy serenamente que, "Si comparamos a Pasternak con un cerdo, un cerdo no haría lo que él ha hecho, porque un cerdo jamás defeca allá donde come" frase ruin que destrozó al genial poeta autor de “Dr. Zchivago” casi lanzándolo al suicidio. Con Reinaldo Arenas se dio la misma fórmula, las palabras malditas, los azogues amargos, el castigo contra el espíritu, la herida irredenta. Peor aún, Reinaldo Arenas no resistió el aquelarre marxista, y luego de una carta emotiva a la intelectualidad cubana  en el exilio, donde se despedía, decide suicidarse. Ya la vida lo había estrangulado, y esa soledad de un escritor cumbre de la Literatura Caribeña e Hispanoamericana, no era esa soledad donde San Juan de la Cruz, echaba su contemplación al Amado, sino que era la soledad de los sepulcros, de los andares de insomnio y calaveras, de esa navaja que se siente traspasando el atrio del alma y los vivido, de manera fugaz, e inquisidora. La historia de la literatura universal está marcada por el amor, desamor, la política, los salones de la envidia, los crímenes de odio-aún clama Federico, en su barrica de Víznar-y el otro odio, ése, el fiel a la sonrisa y el silencio, y que de espaldas, calcina y vuelve a dar el frente, con un ramo de esmeraldas.

Olvidado Reinaldo Arenas. Olvidado poeta, narrador y novelista. Olvidado, no, ha regresado, son ya muchos estudios que celebran su obra y la proyecta al fin, con altura y armonía. El autor de “Antes de que anochezca” “Celestino al alba” “Otra vez el mar” “El mundo alucinante” y “Arturo, la estrella más brillante” entre otras obras, estrenó su partida bajo clima de mortales, y regresa a la memoria que no ha podido olvidarlo.

Casa de Los Poetas publica bajo la rúbrica de Ricardo Rodríguez Santos un nuevo libro en perspectiva, “Palimpsesto Caribeño: Intertextualidad en El mundo alucinante de Reinaldo Arenas” libro que recrea la tesitura de ese enfrentamiento de Arenas contra la revolución liderada por Fidel Castro, Ernesto Guevara, Raúl Castro, y la marca del detonante que llevó al exilio a Reinaldo Arenas. Triada que baja victoriosa desde Sierra Maestra en el 1959 y sesga la hegemonía de Fulgencio Batista en una Cuba privatizada por los buenos intereses hoteleros norteamericanos, y dolor de un pueblo sin tierra, ni futuro. Hablamos con Ricardo Rodríguez Santos, su autor, y la confección de este libro audaz, ágil y necesario. “Estudié mi maestría y doctorado en literatura estimulado por don Ricardo Alegría en el Centro de Estudios Avanzados. En aquel momento me motivaba el deseo de conocer sobre mi País, salvar la distancia impuesta por  un sistema de enseñanza pública que no enseña la historia ni los valores patrios. Pero, si ajeno me encontraba de la historia y la literatura de la Isla, más lo estaba (y ciertamente estoy todavía) de la historia y literatura cubanas y dominicanas. Mas, el caso cubano es particular, pues desde pequeño escuchaba toda clase de historias acerca de la Antilla mayor y el mito de Fidel. De modo que cuando entré a estudiar en el Centro siempre supe que escribiría sobre Cuba. Las lecturas iniciales solo lograron aumentar mi curiosidad. Según uno se adentra en la historia cubana más se percata del gran parecido con la nuestra. Los procesos históricos y políticos  son muy afines. Solo que el gran muro que nos separa ha obstaculizado que podamos conocernos mejor. Así que la experiencia de estudio ha resultado en una rica, complicada y compleja, pero gratificante.

He dedicado los pasados treinta años a estudiar la historia y literatura caribeñas. Este es mi primer libro. Es mi primera publicación, aunque tengo en agenda varios escritos sobre literatura puertorriqueña, a la que he regresado por el boom de publicaciones que ha surgido en la última década.”

Sobre los motivos de su libro nos abunda y la vigencia de Reinaldo Arenas; “Planteo en mi libro la marginalidad de la narrativa cubana con respecto a Puerto Rico. Uno de los problemas, de los muchos que enfrenta un investigador de la realidad cubana, lo discuto en el primer capítulo del libro, y es la existencia de un enorme muro que separa (aparte de la distancia física) a los pueblos caribeños. Esta separación se produce por razones políticas, claro. El bloqueo estadounidense ha acrecentado el abismo que nos separa. Conseguir lecturas sobre la época que abarca el estudio fue y es una tarea muy difícil. Si se le pregunta a un joven universitario promedio acerca de algún narrador cubano, probablemente mencione a Alejo Carpentier. Y es que El reino de este mundo  es de los pocos textos que se leen en las universidades del País. A Reinaldo Arenas se le ha marginado desde el comienzo de su producción literaria. Su obra se estudia y analiza en círculos intelectuales, pero no se le menciona como a otros. (Pienso en José Lezama Lima y Virgilio Piñera, por ejemplo). Aun así, entiendo que falta por hacer para salvar esa distancia que nos mantiene ajenos a los países que conformamos la zona caribeña. Rescatar la literatura es parte de esa tarea. Ese es uno de los propósitos primordiales de mi libro”.

El germen del concepto de intertextualidad lo hallamos en la teoría literaria de Mijaíl Bajtín, formulada en los años treinta del siglo XX, la cual concibe la novela, en particular las de François Rabelais, Jonathan Swift y Fiódor Dostoyevski, como polifonías textuales donde establece relaciones dialógicas esenciales con ideas ajenas. En el caso de la novela, que es el que le ocupa, el escritor sabe que el mundo está saturado de palabras ajenas, en medio de las cuales él se orienta. Desde ese paralelo, abarcamos a Ricardo Rodríguez Santos sobre la intertextualidad y la escritura contemporánea; “Cuando me planteé el estudio de El mundo alucinante pensé en hacer algo distinto, una aproximación diferente. Para mí fue una experiencia singular. Fui educado en el sistema tradicional. Solo al llegar a la escuela graduada es que comienzo a conocer de todas estas teorías y perspectivas. Conocí, entonces, a Barthes, a Bajtín, a Genette y muchos otros. Luego, gracias a la profesora Rita Molinero, conozco la obra de Reinaldo. Decidí entrar a Cuba por su obra, y junté ambas cosas. El resultado está en mi libro. Sé que la lectura puede ser doblemente complicada, pues no solo requiere conocer la obra de Arenas, se necesita la disposición de leer con otros ojos críticos, los ojos de la posmodernidad quizás. Con respecto a la pregunta diré que, si se leen las teorías acerca de la intertextualidad, si se lee a Bajtín y a Kristesva, si se discute a Barthes y a Linda Hutcheon, la respuesta sería que sí, todos los autores pasados y contemporáneos son (somos) intertextuales, desde la perspectiva más amplia de la definición del término. Pero ese es  un tema vasto. Requiere una conversación más extensa”.

Regresamos al “El mundo alucinante” de Reinaldo Arenas y la visión de Rodríguez Santos sobre nuestra Literatura Nacional y ese “laberinto” creado que nos distancia de la Cuba Literaria nos expresa;. “Antes que anochezca, la autobiografía novelada de Reinaldo es un ejemplo excelente de autointertextualidad en la ficción y en la vida ¿real? Si se lee primero El mundo alucinante uno se sorprende de cómo se parecen las vidas de Servando, el protagonista de la novela, y Reinaldo, el de la autobiografía. Ambos fueron seres marginados y perseguidos por el sistema; ambos sufren cárcel y logran fugas inverosímiles. La novela de Arenas fue escrita entre 1964 y 1965, pero su mensaje de libertad está hoy más vigente que nunca. La autobiografía, escrita por un Arenas mucho más maduro como escritor, permite al lector conocer algo de la vida y miserias del autor, pero, para saber más, es necesario buscar, leer, investigar ese mundo vedado que conforma nuestra caribeñidad. Y eso me lleva a la quinta pregunta. Nuestra literatura ha visto un renacer editorial en esta década. La poesía y la narrativa se publican por editoriales pequeñas y por autogestión de los escritores. Muchos de ellos son egresados de la Maestría en Creación Literaria del Sagrado. El resultado, aunque desigual en algunos casos, no puede menos que hacernos sentir optimistas en cuanto a la supervivencia de Nuestras Letras. Aun así, la barrera entre nosotros y la comunidad caribeña continúa. Si bien es cierto que los estudios sobre la literatura cubana, y la dominicana por supuesto, se han multiplicado (gracias a la gestión de los centros de estudios como el Centro de Estudios Avanzados y la Universidad de Puerto Rico se conocen y estudian a escritores como Abilio Estévez, José Antonio Ponte y Pedro Juan Gutiérrez, Leonardo Padura, Zoé Valdés, Daína Chaviano, por mencionar solo a los cubanos),  todavía quedan muchas barreras por superar, muchos muros que derrumbar para lograr el sueños de los Patriarcas (pienso en Betances): una sola Patria, una sola Nación caribeña y solidaria”.

Deseo convocar al poeta Reinaldo Arenas, en su amargura y luminosidad, en su estirpe guerrera y en su flaqueza ante las sombras. Lo convoco con un soneto escrito por él, y que nos ubica en su esencia extraordinaria, imparable a pesar del asecho de las rejas.


“Tú y yo estamos condenados

por la ira de un señor que no da el rostro

a danzar sobre un paraje calcinado

o a escondernos en el culo de algún monstruo.


Tú y yo siempre prisioneros

de aquella maldición desconocida.

Sin vivir, luchando por la vida.

Sin cabeza, poniéndonos sombrero.


Vagabundos sin tiempo y sin espacio,

una noche incesante nos envuelve,

nos enreda los pies, nos entorpece.


Caminamos soñando un gran palacio

y el sol su imagen rota nos devuelve

transformada en prisión que nos guarece.


(La Habana, 1971)

La presentación de este libro tendrá lugar el próximo jueves 20 de marzo a las 5:30 PM en la Sala Olga Nolla de la Universidad Metropolitana en Cupey.

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