En el momento en que escribo estas líneas ya se conoce la identidad de los que parecen ser los dos autores materiales del atentado en Boston. Conocemos sus nombres y algo de su historia, pero por ahora no aparecen claramente los motivos. Me interesa reflexionar aquí un poco acerca de cómo se ha tratado mediáticamente la tragedia y la "caza" (terrible término, no es de extrañar que uno acabara muerto, el otro aparentemente herido y toda una ciudad paralizada) de los sospechosos. También me parece pertinente pensar sobre las posibles consecuencias, directas o indirectas, conscientes o inadvertidas, del atentado.
Creativo
Cuento Corto: El Circo Criollo
Este cuento forma parte de la Convocatoria realizada por El Post Antillano el 8 de abril de 2013. Felicitamos a Alva Cardona por haber participado de la misma y ser seleccionado para publicación. Quedaron cuatro vacantes. La Convocatoria fue cerrada el viernes 19 de abril de 2013.
EPA
Había una vez un pueblo por el que pasaban muchos circos. Cada circo prometía las mejores atracciones y los mejores actos, pero sólo se establecían por cuatro años. Sin embargo, los primeros cien días eran los más difíciles. Creaban empleos y subempleos temporeros a los desempeñados, de las avenidas más caras de la ciudad; gente que le diera al público entretenimiento, pues les gustaba gastar su dinero e invertirlo en cosas livianas, para no pensar
Amores Que Matan
Ngugi W´Thiong´o en mi Memoria: cuando el idioma es un arma política
Fue para el 1991. Fue en Johannesburgo, África del Sur. Se trataba del primer congreso, post el régimen del apartheid que organizaba el antes proscrito/ahora liberado, Congreso Nacional de Escritores de África del Sur (Congreso of South African Writers). Me acuerdo que en dicha conferencia conocí a escritores de la talla de Albie Sachs, Nadime Godimer, Louis Nkosi, Chinua Achebe y a Ngugi W´ Thiong´o (Ngugi).
Voces caribeñas en un performance de Carmen Z. Pérez
En memoria de Ángel Luis Torres
Dos recortes
Pensando en E.
Al escuchar la voz del presentador de su programa favorito de los sábados, no pudo más que contener su alegría silenciosa, y de reojo miró a su perro, llamado Canela. Ambos se miraron con ternura. Luego, ambos dirigieron sus miradas a la pantalla del televisor, y prosiguieron en silencio. El presentador continuaba haciendo chistes, que tanto para él como para Canela, no les provocaban alegría.
Nuevos Espejuelos
Aún incrédulo, alzaba la mirada hacia las llamas que uniéndose al espeso y negro humo, claramente dibujaban la despiadada gorgona, regocijada, mientras insaciable devoraba mis libros.