Ante la recién llamada “amenaza de degradación inminente” de la deuda del gobierno de Puerto Rico por parte de Standard & Poor’s (S&P), las casas de corretaje en la Isla cumplieron la semana pasada, con lo que probablemente en su lógica capitalista fue el deber moral de advertir a la sociedad civil, sobre la baja en los precios de los bonos y otras nefastas posibilidades financieras que se avecinarán. Esto en mi opinión, algo más en el ámbito de la especulación que de una historia económica. No obstante, estas predicciones han creado un pánico innecesario y no saludable para nuestra economía, que aspira a salir de la Gran Recesión y donde los inversores están sucumbiendo al pánico; trayendo recuerdos de como personas en la Isla, a principios de esta década, perdieron cientos de miles dólares de sus ahorros en un período de días. El problema es complejo y requiere que el gobierno piense fuera de los moldes del pasado, que sea creativo y hasta, digámoslo, revolucionarios. De lo contrario, seguir el mismo curso de las últimas décadas refuerza el pesimismo y eso hasta un niño sabe que es la receta para decrecimiento económico.