A mis amigos y amigas del Concilio de Iglesias de PR.
por su fe y por mi esperanza.
La última vez que los vi a todos, la barca aún no se había hundido. Luego comenzó el mal tiempo, los truenos y el oleaje. Realmente hablando Noé no sabía conducir la barca, la cual tenía pobre capacidad de desplazamiento y sobre todo de propulsión. En los planos espirituales, Noé no lo había contemplado todo, así que partió de la premisa que fue suficiente el pacto con Dios. A partir del mismo, entendía Noé, que todo habría siempre de tener una solución.