(Entrevista a la Dra. Esther Santiago)
La isla soñada, ¿isla? La vasta pregunta sobre el ensueño y su cacería de milagros. La isla de menguada geografía que sigue engañada por las trampas del imperio y la política; isla menguada, robada hace mucho tiempo, quizá sin regreso; isla magnífica, Puerto Rico, conocido y desconocido, frugal, a contratiempo, y con una mano luminosa de grandes minorías bajo signo de lucha. Isla simpatía que Juan Ramón Jiménez colmó de razones para su respiro. Sigue habiendo un Puerto Rico que no conocemos, y lo digo desde el puntal con que Abelardo Díaz Alfaro inicia ese párrafo glorioso a toda generación en su magistral “Mi isla soñada” Dos ejemplos se hacen meritorios; Pablo Casals, el virtuoso, hablaba en algún tiempo del magnetismo del paisaje y de su gente o un Pedro Salinas que nunca logró escapar del contemplado Mar Atlántico cimarrón y celeste que agolpaba una y otra vez sus arrecifes domados en El Morro.