[Nota editorial: Presentación del libro: Ché Paralitici, Historia de la lucha por la independencia de Puerto Rico. Una lucha por la soberanía y la igualdad social bajo el dominio estadounidense. San Juan: Publicaciones Gaviota, 2017. Casa Norberto, Plaza las Américas, sábado 29 de abril de 2017].
Le estoy muy agradecido al profesor, colega historiador y buen amigo José Paralitici (Ché), por haberme solicitado presentar su más reciente libro, Historia de la lucha por la independencia de Puerto Rico. Es motivo de gran regocijo el logro de esta obra y, a su vez, que sea patrocinada por Publicaciones Gaviota y forme parte de la inauguración de la librería Casa Norberto, en Plaza las Américas. La celebración, pues, es doble.
Primero haré un comentario historiográfico. Para la mayoría de las personas historiografía es un término misterioso. Soy de los que piensan, y sé que Ché comparte esta perspectiva, que la historia hay que investigarla y documentarla con profundidad y seriedad, y al mismo tiempo comunicarla y divulgarla de forma amena y mediante un lenguaje inteligible para la mayoría de la gente. El término historiografía, literalmente la escritura de la historia, se refiere a dos aspectos de esta profesión: (1) el conjunto de la producción histórica, en general y de temas específicos, de los países en la forma de libros, ensayos, artículos de revistas y periódicos impresos, antologías con varios participantes, colecciones documentales, etc. en su forma escrita; así como en entrevistas en programas de radio y televisión, y ahora, las diversas e expresiones que se dan a través de los medios cibernéticos y las redes sociales. Y (2) el estudio y análisis de los autores y de las autoras, sean historiadores o de otros ámbitos, de sus trabajos, perspectivas o interpretaciones, apreciaciones entre lo objetivo y subjetivo, métodos investigación, fuentes de información primaria o secundaria en que se apoyan y las maneras de su utilización.
Todas las naciones libres, independientes, cuentan con una historiografía voluminosa, substanciosa y variada acerca de las luchas y guerras por sus independencias. Por ejemplo, la bibliografía mínima de la Independencia de México preparada por El Colegio de México, la prestigiosa universidad especializada en Historia, identifica 27 libros y 3 discos compactos. La Guía de la Revolución Americana, con una bibliografía introductoria y escogida preparada por el Library of Congress, empieza con 23 libros. La bibliografía de la Guerra de Independencia de España ante la invasión y ocupación por el imperialismo de Francia encabezado por Napoleón Bonaparte, de 1808-1814, presentada en el portal del Ministerio de Cultura, tiene una lista con 148 títulos. Todo eso sin incluir artículos de revistas. En realidad, las bibliografías de los ejemplos aludidos aquí son más numerosas.
Hagan la prueba sobre lo que exponemos, aprovechando el instrumento revolucionario del internet, respecto a cualquier país libre. No solamente existe una rica historiografía sobre el tema, sino que los pueblos de cada país se sienten orgullosos de sus gestas patrióticas, las celebran colectivamente, erigen monumentos a sus héroes y heroínas nacionales, y estudian y procuran profundizar en el análisis y discusión crítica de su historia.
Las luchas por la independencia también son motivo de manifestaciones de amistad, solidaridad e intercambios culturales entre las naciones. En el centro de la ciudad de México hay un monumento llamado Jardín de la Libertad en homenaje al pueblo vietnamita. El mismo cuenta con una estatua honrando a Ho Chi Minh (1890-1969), uno de los revolucionarios más importantes de su patria y primer presidente de la República Democrática de Vietnam. Allí se inscribe una de sus reflexiones políticas con aplicación universal a todos los pueblos del mundo, que lee: “No hay nada más precioso que la independencia y la libertad”. Pueden apreciarlo en internet. La historia también nos enseña que no basta con conquistar la independencia, sino que esta se tiene que defender y nutrir de vida democrática y de justicia e igualdad social. A través del tiempo los pueblos se esfuerzan continuamente por ejercer la soberanía como base de su libertad y en rechazar las intromisiones de dominación externas.
Puerto Rico ha estado luchando por su liberación nacional, por su independencia, desde el 1809. Comienza con la poco conocida “Conspiración de San Germán” según la tildó el gobierno colonial español. Subsiguientemente hubo diversos movimientos de resistencia, rebeliones, sobresaliendo la revolución de 1868 – el Grito de Lares – en que se proclamó la república independiente y democrática de Puerto Rico. En nuestro caso, la lucha sigue hasta el presente y futuro previsible. Colonia de España durante cuatro siglos, y colonia de Estados Unidos desde mediados del 1898.
Cuando buscamos la historiografía del tema bajo consideración con relación a Puerto Rico contamos apenas con tres obras. Me refiero específicamente a obras que han tenido el propósito de tratar la historia de la lucha por la independencia. ¿Por qué hemos tenido solo tres libros de historia de la lucha por la independencia? Como primera respuesta yo diría que Puerto Rico es víctima de la circunstancia de la continuada condición colonial y de la represión y criminalización del independentismo, con todos sus estigmas negativos ideológicos. Es más fácil, y se torna hasta natural, hablar de la revolución por la independencia de un país cuando esta ha sido victoriosa. Entonces nadie la cuestiona, todo el mundo la conmemora. Entre los miedos inculcados a los puertorriqueños en general está el miedo a la propia palabra independencia. A los patriotas luchadores por la libertad de Puerto Rico, hombres y mujeres, se les continúa tachando por la ideología reaccionaria, indistintamente de “independentistas” y “comunistas”. Lo irónico y triste es que algunos de los que lo hacen son partidarios del país que domina a Puerto Rico, Estados Unidos, que conquistó su libertad por medio de una larga revolución armada, de 1775 a 1783. Celebran la independencia de Estados Unidos el 4 de julio, al mismo tiempo que criminalizan la lucha por la independencia de Puerto Rico. Deberían sacar un tiempo para estudiar la historia de la fundación de Estados Unidos y analizar las contradicciones de sus ideas.
Por otro lado, la gente cree, o les han hecho creer, que las luchas derrotadas son inconsecuentes. En realidad, en la historia son muchos más los eventos de luchas sociales y políticas frustrados que los victoriosos. Sin embargo, de muchas derrotas los pueblos han conseguido derechos y libertades. Antes del Grito de Lares, la Junta de Información de Ultramar, promovida por el Gobierno de España entre 1866 y 1867, echó al zafacón todas las propuestas de reforma social, política y económica – incluyendo la abolición radical de la esclavitud - que hicieron los famosos comisionados liberales José Julián Acosta, Segundo Ruiz Belvis y Francisco Mariano Quiñones. Pero tan solo ocho meses después del Grito de Lares, el Gobierno de España restableció la representación de Puerto Rico en el Parlamento de la Metrópoli (la elección de Diputados a Cortes), autorizó la fundación de partidos políticos (aunque no uno independentista) y aceleró el proceso de la abolición de la esclavitud y del régimen de liberta de los jornaleros; aunque eso también conllevó luchas adicionales, y más represión, hasta su logro definitivo en 1873.
He sugerido una respuesta rápida a por qué tenemos solo tres libros de historia de la lucha por la independencia. Usualmente, cuando tratamos un asunto u otro y damos una opinión o exponemos una idea, escuchamos una replica que nos dice, “es más complejo” que eso. El problema es que cuando decimos algo solo tenemos ocasión de decir una cosa a la vez (y a lo mejor tenemos diez o veinte ideas sobre la cuestión), al tiempo que alguien sale al paso o interrumpe, con el consabido “es más complejo que eso”. Eso me parece que es una mala costumbre en la práctica del diálogo cotidiano. A veces lo hacemos espontáneamente, hasta sin darnos cuenta, por costumbre discursiva. En ocasiones, el otro o la otra quieren aparecer como portadores de una idea o explicación “más profunda”, a veces con razón y muchas veces superficialmente. Probablemente este problema de diálogo, no sé si es una característica con rango cultural, no se circunscribe a Puerto Rico. Vamos a estipular como punto de partida de la discusión la complejidad de todo en la vida y en la historia. Lo que hay que hacer es desmenuzar la complejidad y dar espacio al intercambio amplio de ideas y nociones, sin asumir que al decir algo uno ha dicho todo lo que piensa o ha querido decir.
Los dos primeros libros a que me refiero son los siguientes:
La lucha por la independencia de Puerto Rico por Juan Antonio
Corretjer. Su primera edición de 1949 fue patrocinada por la Unión del Pueblo Pro Constituyente un año antes de que el Congreso de Estados Unidos decretara la Ley 600 que instrumentó el establecimiento del Estado Libre Asociado en 1952, régimen político ahora en total bancarrota económica y descrédito político. Corretjer (1908-1985), oriundo de Ciales, fue un poeta, uno de los líderes del Partido Nacionalista de Puerto Rico dirigido por don Pedro Albizu Campos en la década de 1930, preso político, y luego dirigente de la Liga Socialista Puertorriqueña hasta su fallecimiento. Su sexta edición fue auspiciada por la Casa Corretjer de Ciales, en 1995. Corretjer dedica capítulos al trasfondo general de la lucha por la independencia y la discusión crítica del autonomismo en el siglo 19, de una parte; y hace un esbozo de la lucha durante la primera mitad del siglo 20, el rol del Partido Nacionalista y formula un análisis crítico de la trayectoria colonial por la cual Luis Muñoz Marín condujo al Partido Popular Democrático en la década de 1940.
El Movimiento Libertador en la historia de Puerto Rico por Ramón Medina Ramírez. Consta de tres volúmenes publicados entre 1950 y 1958. La tercera edición ha sido reeditada en un volumen bajo el sello de Ediciones Puerto, en 2016. Medina Ramírez (1892-1964), quien nació en Moca, fue fundador de la primera junta nacionalista en Isabela en 1922. Era barbero y dueño de imprenta. Y fue miembro del Partido Nacionalista; también preso político. Su obra es rica en detalles, acompañada de varias ilustraciones, sobre todo con énfasis en las actividades del movimiento nacionalista hasta la década de 1950.
Como se puede apreciar, ambas obras son de mediados del siglo 20. Podrían cubrir, naturalmente, el terreno histórico hasta los años de su publicación, entre 1949 y 1958. Para el tercer libro, que es el que presentamos, hemos tenido que esperar seis décadas. Mejor más tarde que nunca. Y qué bueno que se produjo coincidiendo con la tremenda encrucijada histórica en que se encuentra Puerto Rico. Las Juntas de los imperios, y sus burlas y atropellos, nos persiguen. Antes fue la Junta de Información de Ultramar, ahora es la Junta Federal de control fiscal (aunque tenga otro nombre formal). Antes burlaron las propuestas de reforma colonial con nuevos impuestos, ahora pretenden el descuartizamiento de la Universidad de Puerto Rico y del país. Si antes la consigna primordial fue Abolición de la esclavitud, ahora se impone la Abolición de la Junta.
La obra Historia de la lucha por la independencia de Puerto Rico de Ché Paralitici consta de 431 páginas. Está dividida en dos partes: la primera cubre desde la invasión de Estados Unidos en 1898 hasta la revolución nacionalista de 1950, con seis capítulos; la segunda enlaza con la década de 1950 y nos trae hasta el presente, con ocho capítulos. Cuenta con una bibliografía de 109 textos, así como referencias a artículos de 23 periódicos y de revistas, 5 tesis, y documentación diversa de organizaciones independentistas, utilizadas y relevantes al tema. Además, provee un inventario de 137 organizaciones (en diversas modalidades de comités, grupos, frentes, movimientos, partidos políticos y otros) independentistas, desde 1898 en adelante; más la identificación de 11 organizaciones clandestinas, desde la década de 1960 al presente. También incluye un apéndice con referencia al artículo “25 años de historia de Claridad”, con una lista de organizaciones independentistas desglosada por temas de la profesora Awilda Palau, de 1959 a 1984. El índice onomástico ayuda a identificar los centenares de nombres tratados a través del texto. Asimismo, una serie de fotografías de personajes y de eventos suplementan y recrean la historia que se reconstruye.
He dicho en otros momentos y a mis estudiantes universitarios que, para formarse, hay que informarse. Es un proceso dialéctico de estudio y de cultivo de la memoria y la conciencia. La obra de Ché complementa las de Corretjer y de Medina Ramírez, que son muy valiosas y que también hay que leer, pero tiene un contexto historiográfico particular; se trata de una aportación diferente. Ché Paralitici es el primer y hasta ahora único historiador puertorriqueño en investigar y producir una obra general sobre la historia de la lucha por la independencia de Puerto Rico. Ché nació en Lares y es autor de Lares en su historia (primera edición en 1987), y la segunda edición ampliada de 536 páginas también la patrocinó Publicaciones Gaviota, en 2011. Además publicó La voz no silenciada – entrevista a Filiberto Ojeda Ríos (2007), y es autor de decenas de artículos de temas diversos en periódicos y revistas y ha realizado numerosas conferencias, ponencias y entrevistas en distintos foros académicos, políticos y en los medios de comunicación. Muchos recuerdan su rol destacado como portavoz de la multisectorial organización Todo Puerto Rico con Vieques, como componente importante de la exitosa lucha del pueblo puertorriqueño por terminar con el control militar de la Marina de Estados Unidos en Vieques.
Su obra presente, por otro lado, me parece que forma parte de un bloque de investigaciones y libros de envergadura entrelazados y precedentes de su autoría: No quiero mi cuerpo pa’ tambor. El servicio militar obligatorio en Puerto Rico (San Juan: Ediciones Puerto, 1998), 414 páginas; 100 Años de Encarcelamientos por la Independencia de Puerto Rico (San Juan: Ediciones Puerto, 2004), 479 páginas; y La represión contra el independentismo puertorriqueño: 1960-2010, en colaboración con otros autores y autoras (Río Piedras: Publicaciones Gaviota, 2011), 375 páginas. Para captar en todo su significado la obra que presentamos, sugiero, debe conocerse en este conjunto.
Historia de la lucha por la independencia cuenta con un Prólogo interesante del historiador Mario R. Cancel Sepúlveda. Entre otras cosas, Cancel Sepúlveda nos recuerda que “la devaluación agresiva” del independentismo no ha sido hecha solo por elementos conservadores o incondicionales al servicio de las Metrópolis imperiales. También líderes o figuras prominentes del reformismo colonial han menospreciado cuando no ridiculizado esta lucha. Entre las aportaciones de Paralitici, observa Cancel, subraya el abordar lo que llama “manzanas de la discordia” que han provocado controversias o hasta antagonismos entre las propias filas del independentismo. Por ejemplo, la participación o no en las elecciones, y las alianzas o colaboraciones con partidos o sectores políticos no independentistas.
Ché Paralitici, sobra decir, es partidario de la independencia. Sin embargo, su narrativa no se caracteriza por hacer una apología de la lucha. Todo lo contrario, la problematiza. Señala aspectos controversiales y contradictorios de la lucha y de sus líderes. Expone los datos, los hechos, con sentido crítico y cita perspectivas diversas de protagonistas y de otros autores. Su obra es documentada y está escrita con claridad y de fácil lectura para todos. De hecho, se siente que está conversando e intercambiando ideas con el lector.
Son muchos detalles, imposibles de tratarlos todos aquí. Daré algunos ejemplos de los múltiples temas y asuntos. En la primera parte, Ché aborda las circunstancias en la difícil coyuntura histórica de la invasión estadounidense, cuando impusieron un régimen militar entre 1898 y 1900. Y seguidamente, el examen de las primeras tres décadas de la lucha hasta 1930. A diferencia de Cuba, cuando ocurrió la invasión en Puerto Rico no se desplegaba una lucha armada por la independencia; aunque puedo señalar la rebelión reprimida de Yauco y Sabana Grande, dirigida por Fidel Vélez y otros paisanos, el 24 de marzo de 1897. Sí hubo independentistas y obreros presos en 1898.
El máximo líder histórico de la lucha independentista, Dr. Ramón Emeterio Betances, murió en el exilio en París precisamente el 16 de septiembre de 1898. Otras figuras prominentes, por distintos motivos, no regresaron a establecerse en el país. Después de ocupar un puesto en el gobierno de la República de Cuba, el general Juan Rius Rivera se radicó en Honduras. Sotero Figueroa, el editor del periódico Patria, órgano del Partido Revolucionario Cubano, se mudó de Nueva York a La Habana. Antonio Vélez Alvarado se quedó viviendo en Nueva York, entre otros casos.
Varias instancias de gestos patrióticos individuales son señalados como, por ejemplo, el del periodista Evaristo Rivera Izcoa quien izó la bandera de Puerto Rico en su casa el día de la invasión, 25 de julio de 1898, y también fue preso por su postura desafiante a la nueva dictadura militar que se implantaba. Ché saca del olvido a muchos patriotas, entre ellos Julio Medina González, quien fundó con un hermano un Comité Revolucionario Puertorriqueño en 1898, y fue sometido a 78 procesos judiciales “por supuestos delitos políticos” y estuvo preso en 36 ocasiones antes de morir en 1937. Destaca bastante el autor la figura de Vicente Balbás Capó. Fue uno de los líderes del Partido Incondicional Español antes del 1898, y luego de la invasión se convirtió en un acérrimo defensor de la independencia. No aceptó la ciudadanía estadounidense y también fue preso antes de fallecer en 1926.
La figura de José de Diego es discutida, señalando aspectos contradictorios y criticados en su tiempo y posteriormente, como haber sido abogado de los nuevos intereses económicos y propulsor de legislación anti-obrera. Pero, por otra parte, se destacó como defensor de la independencia y de la unión antillana, dando continuidad a las propuestas confederacionistas impulsadas en el último tercio del siglo 19 por los puertorriqueños Betances, Eugenio María Hostos, y los dominicanos Gregorio Luperón y Máximo Gómez, y el cubano José Martí, entre otros.
Ché expone sus puntos de vista acerca del Partido Unión de Puerto Rico, que dominó la escena política local de 1904 a 1920; aunque llegó a postular la independencia como única alternativa, él cree que en la práctica obró más como un partido autonomista. Quizás fue el resultado, añado yo, de las malas mañas de un Luis Muñoz Rivera.
También sale a relucir la represión y persecución del independentismo por parte de distintas administraciones de gobierno colonial directo estadounidense, como fue el caso del gobernador Emmet Montgomery Reily, a quien el pueblo dio el apodo de “Moncho Reyes”. Reily se opuso abiertamente a la independencia e influyó en el viraje temporero del Partido Unión al autonomismo en la década de 1920. Con Antonio R. Barceló como presidente del Partido Unión y José Tous Soto como líder del Partido Republicano se constituyó la Alianza en 1922. Ché anota que una biznieta de Tous Soto, Roxana Matienzo Cintrón alega que él fue quien ideo el concepto de Estado Libre Asociado (ELA) en 1932. Debemos señalarle a la distinguida biznieta que, de hecho, fue en el proyecto Campbell-Guerra Mondragón de 1922, diez años antes, donde se formuló el ELA como opción política de reformismo colonial. Ya vemos que uno de los grandes mitos del colonialismo es que el creador del ELA fue Luis Muñoz Marín en 1952. Lo que hizo Muñoz Marín fue coger pon con la fórmula colonial esbozada tres décadas antes, cuando él era socialista e independentista.
Entre 1912 y 1929, se fundó el primer partido de la Independencia, encabezado por Rosendo Matienzo Cintrón; y en 1922, se organizó el Parido Nacionalista de su primera fase.
Ché contribuye a exponer la lucha con relación a contextos históricos, con sus especificidades y matices, con rupturas y nuevos resurgimientos. Dedica tres capítulos a lo que denomina “una nueva lucha independentista”, comenzando en 1930 y hasta 1950. Aquí discute todo lo relacionado con el Partido Nacionalista bajo la dirección de don Pedro Albizu Campos, la confrontación directa y armada con la dominación colonial estadounidense, la represión feroz del nacionalismo, no solo por parte del gobierno estadounidense sino también por el, una vez, independentista Partido Popular Democrático, y luego timoneado hacia el autonomismo por Muñoz Marín siguiendo directrices del gobierno de Estados Unidos.
Ché reconstruye otra fase de lucha, desde mediados de la década de 1940 hasta 1959, en el contexto de finales de la Segunda Guerra Mundial e inicios de la Guerra Fría entre las potencias de Europa occidental y Estados Unidos versus la Unión Soviética, por un lado, y de la Ley 53 (conocida como “ley de la mordaza”) y el antagonismo del PPD a la independencia por el otro, aunque entrelazado con lo anterior. Resalta la fundación del Partido Independentista Puertorriqueño (en 1946), y la Federación de Universitarios Pro Independencia (FUPI) y el Movimiento Pro Independencia (MPI) en la década de 1950. Sus líderes como Gilberto Concepción de Gracia, Jaime Luciano y Juan Mari Brás, entre otros son identificados y asimismo discute las diversas actividades desplegadas; entre ellas la reanudación de la conmemoración del Grito de Lares, que de hecho hace notar se inició con acciones como las de los masones lareños quienes, en 1925, lograron cambiarle el nombre de la plaza de Lares, de Washington a Plaza de la Revolución. Por supuesto, Ché discute la revolución nacionalista de 1950, la represión del independentismo y del Partido Comunista. También dedica un espacio a la labor política y legislativa del PIP de aquellos años.
En la “nueva lucha”, con “nuevos bríos” y “nuevos métodos”, de la década de 1960 a la del 80, tuvieron roles protagónicos importantes el MPI, la FUPI, la Liga Socialista, un renovado PIP (aunque circunscrito al período 1970-72), y el Partido Socialista Puertorriqueño (fundado el 28 de diciembre de 1971). Hay muchísimos episodios que corresponden a ese período, la lucha contra la Marina en la isla de Culebra ; la lucha por sacar el ROTC de la Universidad de Puerto Rico; discusión del caso colonial de Puerto Rico en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y su Comité de Descolonización (que continua hasta el presente); las interconexiones entre el independentismo y el movimiento obrero y las luchas de los trabajadores; los esfuerzos por forjar unidad entre las distintas agrupaciones independentistas; los plebiscitos y las elecciones; la lucha contra el Servicio Militar Obligatorio; la lucha por la excarcelación de los presos políticos, entre otros.
Finalmente, Ché nos lleva en un recorrido, siempre apuntando detalles y posturas de las organizaciones independentistas desde la década de 1990 al presente. Algunas páginas de ese período son ocupadas por el Congreso Nacional Hostosiano (CNH), muy activo entre 1994 y 1999, y que llegó a integrar una docena o más de organizaciones junto a miles de independentistas realengos.
El libro termina con un esbozo de organizaciones independentistas en Estados Unidos, tales como Fuerzas Armadas de Liberación Nacional; y de organizaciones en Puerto Rico en lo que va de curso del siglo 21 tales como Madres contra la Guerra, Fundación Filiberto Ojeda Ríos, Convergencia Nacional Boricua, entre ellas.
A través del trabajo Ché Paralitici ha notado las altas y bajas de la lucha, los momentos de auge y las grandes dificultades. La represión de la lucha por la independencia nunca ha cesado y a pesar de todo, como él subraya, siempre ha estado presente de una manera y otra.
En el Puerto Rico que vivimos, la lucha unitaria independentista y multisectorial, del pueblo puertorriqueño fuera de líneas partidistas, ha logrado la excarcelación del héroe nacional Oscar López Rivera quien, como todos saben, estuvo 35 años preso en cárceles de Estados Unidos. Próximamente sus compatriotas lo podrán abrazar. Estoy seguro que Ché ya estará procurando realizar una extensa entrevista con él.
Ché termina preguntando si en el contexto de la Junta Federal de control fiscal surgirá una nueva fase de lucha por la independencia y pronostica mayor represión y arrestos de opositores, “mayormente independentistas”. Termina diciendo que “La historia será testigo”. Pienso que por los senderos del proceso dialéctico de la historia, de movimiento incesante contradictorio y confluyente, y muchas veces sorprendente, resurgirá la lucha por la independencia, pero no será llevada a cabo solamente por sectores independentistas, sino además por los más diversos sectores del pueblo que van identificando los límites y trabas de las fórmulas coloniales y tienen ante sí, precisamente con la Junta dictatorial (y por ende, la realidad del secuestro de nuestra soberanía por Congreso de Estados Unidos desde 1898), el rostro destapado de la dominación imperial. Es con el pueblo en general, y con la clase trabajadora que constituye la mayoría de la población, que la renovada lucha por la independencia habrá de confluir. A propósito de ello, dentro del marco de la dominación de Estados Unidos simultáneamente y a través de los años se ha dado lo que Ché Paralitici da como subtítulo de su obra, “una lucha por la soberanía y la igualdad social”.
A lo mejor, hasta uno de los twiteos del presidente Trump, en otro exabrupto contra Puerto Rico, nos ayude en el empeño. Hay que cucarlo. Perturbarle el sueño hasta que tenga pesadillas de los “Pororicans” volviéndolo loco con todo tipo de reclamos.
Muchas gracias.