“Y después de la Corporación de Cine…”

Historia

El pasado martes, 29 de abril el gobernador Alejandro García Padilla sostuvo su mensaje de situación y presupuesto para Puerto Rico. En el mismo se anunció un cambio estructural que afectaría a diversas agencias públicas, entre ellas la Corporación de Cine, cuyos planes constan en convertirle a una oficina del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio. Mientras el primer mandatario mencionaba cada entidad a disolverse y formar parte de otra, fue como escuchar los nombres de recién fallecidos que algunas funerarias (en áreas particulares de nuestra Isla) anuncian por bocinas impuestas en vehículos móviles como especiales de ventas de verduras de algún supermercado. La lápida de la Corporación de Cine, al parecer, condenada a leer 2001-2014. Entonces, ¿ahora qué?

Hay una palabra que muchos usamos teóricamente, pero no practicamos y esa es: unión. En este País nadie se pone de acuerdo gracias a concepciones tribales partidistas que datan desde que los estadounidenses nos conceden las primeras elecciones bajo su mando; el historiador Luis Díaz Soler explica:

El 21 de septiembre de 1899 el general Davis había autorizado la celebración de elecciones para elegir funcionarios municipales. Eran las primeras que se celebraban y se efectuarían bajo supervisión militar. El voto fue restringido a varones y mujeres de 21 años, para propietarios y personas que supieran leer y escribir… A las elecciones municipales siguieron los comicios generales supervisados igualmente por el gobierno militar. Estas transcurrieron entre el 26 de octubre de 1899 y el 5 de febrero de 1900 y por su inusitada extensión se conocieron como las “elecciones de los cien días.” Predominó la violencia en la acción y en la palabra, intensificándose la lucha personalista. (1999)

De nuestra gente, se han hecho armas letales con lealtades fatales, que se pelean entre sí por diferencias en cuanto a quien cada uno ha escogido para ganar una interminable carrera de caballos. Y al igual que en el hipódromo, vemos a esas bestias gloriosas dando vuelta tras vuelta en un mismo círculo vicioso sin mirar más allá del espectáculo que se nos tiene de frente. Permanecemos atascados en un hueco sin remedio y continúan sucediendo despilfarros debido a una inhabilidad de poder decidir nuestros asuntos por nuestra propia cuenta. Por lo tanto, siguen floreciendo tramas como la que atraviesan actualmente los cineastas locales.

¿Qué logramos unidos? Sacamos la Marina estadounidense de Vieques, por ejemplo. Un pueblo unido es un elemento ineludible para derrocar patrones enfermizos ahogándonos sin tregua. Así pues es imperativa la unión de los cineastas locales. Pero más importante aún, es imperativa la participación y la unión ciudadana para demandar que se concreticen sus reclamos. Vamos al mambo y que se escuche la voz borincana.

Referencias:

Alegría, R., Díaz Soler, J., Ruiz Pérez, J., Rodríguez Bou, I., Batista, G., Rivera de Alvarez, J.,… & Agrait, L. (1999) Desarrollo Histórico de Puerto Rico. En Historia y Cultura de Puerto Rico: desde la época pre-colombina hasta nuestros días. Página 70. San Juan, Puerto Rico. Fundación Francisco Carvajal.

Crédito foto: sailko, Wikimedia Commons, bajo licencia de Creative Commons (http://creativecommons.org/licenses/by/2.5/deed.en)