PUERTO RICO: DEBILITADAS LAS ELITES ECONÓMICAS

Economia Solidaria

La pérdida de 37 por ciento de la base industrial y los nuevos cómputos que fijan la deuda 37.000 millones de dólares más de lo que se creía –de 72.800 millones a cerca de 110.000 millones- han colocado a las elites económicas en una posición de debilidad ante las fuerzas externas que presionan por una solución a la condición colonial de Puerto Rico.

En tales circunstancias, tiene mayor alcance estratégico de lo que podría parecer la decisión tomada por la Internacional Socialista de designar al principal líder independentista puertorriqueño, Rubén Berríos, para dirigir un comité de varios países que presione a Estados Unidos y a la Organización de Naciones Unidas.

De igual forma, resultan de una relevancia particular las advertencias publicadas en la prensa económica de EEUU, como el caso de la revista Forbes, de que dos de los aspectos de la crisis de Puerto Rico son la baja en los rendimientos de inversiones estadounidenses y su impacto en las posibilidades de convertir a esta nación isleña en parte integral de la Unión.

El interés acrecentado de la Internacional Socialista –con sus más de cien partidos afiliados en todos los continentes- por la “autodeterminación e independencia” de Puerto Rico, al igual que la preocupación que se expresa en medios de prensa de EEUU por el tema de la anexión, son caras opuestas que, sin embargo, tienen un mismo fundamento material. Se trata del descalabro acelerado de los fundamentos económicos que sostienen el régimen colonial autonómico denominado Estado Libre Asociado, con el que EEUU ha dominado esta pequeña nación ubicada en un punto estratégico equidistante de Guantánamo y de Caracas y cercana a los pasos de Anegada y Mona a la entrada del Caribe.

La crisis del sistema colonial, que se mantenía estable con su capacidad de regeneración, ahora aparenta corresponder a una etapa histórica tardía, en la que cada episodio desastroso tiene los nombres y apellidos de miles y miles de seres humanos, sean los de empresarios y financieros ricos o bien los de trabajadores o mendigos.

Así lo muestra la base de datos del Departamento del Trabajo que, en este caso, documenta lo ocurrido con los establecimientos que emplean gente para trabajar.

De acuerdo a dichas estadísticas, a partir del final del siglo pasado, cuando en Puerto Rico había al menos 52.000 establecimientos, se documentó una baja marcada en el comercio y la agricultura. En trece años se perdieron 5.526 establecimientos comerciales y 1.393 agrícolas, una baja de 32 por ciento en el comercio y 40 por ciento en la agricultura.

Las pérdidas empresariales no llamaban demasiado la atención pues, aunque ya tomaba forma la crisis, el crecimiento en otras áreas compensaba y Puerto Rico tuvo un pico en puestos de trabajo en 2006, cuando los establecimientos sumaron 60.656, lo que se reflejaba también en el logro de 1,3 millones de puestos de trabajo ocupados. Pero todo ese crecimiento se hizo polvo y paja al estallar la crisis ese mismo año.

Desde entonces y hasta el cierre del año 2013 –fecha de las estadísticas disponibles más recientes- Puerto Rico ha perdido 12.652 establecimientos, lo que equivale a una reducción de 21 por ciento. La reducción se verifica en todos los renglones del sector privado y público, con una de las más graves en manufactura, que constituye la espina dorsal del producto bruto. La eliminación de 1.142 fábricas es una baja de 37 por ciento de la base industrial, de la cual participan casi todos los sectores fabriles.

El nuevo gobierno autonomista, que intenta mantener a Puerto Rico en una condición colonial que ya fue rechazada por la mayoría de los electores en 2012, no logró detener la tendencia de baja en su primer año. En 2013 se perdieron 712 establecimientos, 80 de ellos en la manufactura.

Todavía no están disponibles las estadísticas de 2014, pero la baja a 988.000 empleos y menos de 40 por ciento en la tasa de participación para los primeros cinco meses de este año no apuntan a recuperación. Al contrario, la baja este año en el promedio mensual de creación de empleos conduciría en su peor escenario a un mercado aboral de menos de 970.000 puestos de trabajo al final de este año.

A ese cuadro se ha sumado el informe hecho público por el Colegio de Contadores Públicos, en el que se indica que las cuentas sobre la deuda pública de Puerto Rico tenían un defecto. Al no haberse tomado en cuenta el déficit actuarial del Estado de 37.000 millones de dólares, se había subestimado el monto total de la deuda, que ahora se fija en los mencionados 110.000 millones de dólares.

Esa aceleración de malas noticias se suma a la opinión negativa prevaleciente en Wall Street en cuanto a las políticas económicas y fiscales del gobierno autonomista, con las consecuentes rondas de degradación de los bonos de Puerto Rico. Es llover sobre el pantano de un crédito degradado desde hace meses al nivel de alto riesgo especulativo conocido internacionalmente como “basura”.

Cada vez se ve más lejos la posibilidad de incrementar significativamente la inversión privada y pública, mientras se suceden los eventos que en  condiciones normales no crearían mayor preocupación, pero que la infraestructura debilitada los agrava. Así por ejemplo, veinte años después de la gran sequía de 1994, lagos como el de Carraizo y La Plata han perdido 42 por ciento y 22 por ciento de su capacidad debido al sedimento, lo que hace la presente temporada seca más amenazante.

La vicepresidenta del Partido Independentista Puertorriqueño, María de Lourdes Santiago, dijo, al recibir recientemente la medalla Gilberto Concepción de Gracia, que “la marea de la historia” ha hecho “evidente la quiebra del sistema colonial”. Pero al aceptar la condecoración, otorgada por el Colegio de Abogados, la senadora advirtió que el resultado dependerá mucho de lo que hagan ahora los hombres y mujeres que defiendan la bandera de la libertad.