La obsesión con la estadidad y el territorio en quiebra

Economia Solidaria

Era un niño, pero me acuerdo muy bien de aquella convención del Partido Estadista Republicano, precursor del Partido Nuevo Progresista (PNP). Fue en el Hotel Sheraton del Condado, en el mismo salón que años después ardería en fuego. En la tarima estaba el senador Miguel Ángel García Méndez, cacique del partido, dando un discurso de barricada.

“Statehood now, statehood now, statehood now, now, now!!!”, gritaba en el clímax de su mensaje a la convención de su partido, en aquel entonces claramente minoritario. Las huestes, mayormente hombres con guayaberas, gritaban en respuesta, Statehood Now!”. Poco después el partido se disiparía y sus tropas se vaciarían en el PNP, hoy día principal portavoz de que Puerto Rico se convierta en el estado 51 de los Estados Unidos. Ante el anuncio del presidente Barack Obama de que favorece la estadidad para Washington, D.C., quizás habría que pensar en ser el estado 52.

El movimiento estadista ha crecido desde aquella tarde en la década de los 1960, pero en veremos está si la mayor parte de los electores favorece la estadidad. Se celebró un plebiscito el mismo día de las elecciones generales pasadas, pero hubo un grado demasiado alto de abstención para decir que fue definitorio. Los estadistas insisten que la estadidad fue escogida por la mayoría del electorado, y están clamando, “Statehood, now!” en las mismas palabras de García Méndez (el “pitirre”, como se le conocía por sus dotes de oratoria).

El domingo hubo una nutrida marcha pro-estadidad que se movió al Capitolio de Puerta de Tierra. Allí se ondearon banderas norteamericanas y se habló de igualdad, concepto que ha tomado el lugar de “libertad” como rector de definición política. El fantasma garcíamendezco parecía caminar por las escalinatas del Capitolio.

Pero vamos a apartarnos de los aullidos de oratoria. Tenemos un país totalmente en quiebra, cuyo gobierno se le va a ser muy difícil conseguir financiamiento para sus proyectos más básicos. De Puerto Rico se van miles de ciudadanos al año en busca de empleos, que la Isla críticamente carece. En nuestra Isla hay una crisis de producción y un sector privado demasiado pequeño. Hemos dependido en el pasado de incentivos contributivos vía el Código de Rentas Internas federal. Ya no hay ambiente en Washington para crear más exenciones en este código.

Todo esto sin mencionar el deterioro social junto con una tasa de crimen increíblemente alto. Cuando ganó el PNP por primera vez, en 1968, su líder, Luis A. Ferré, habló de que la estadidad era para los pobres. Esto ha resonado a través de los años. Poco más tarde llegaron los cupones de alimentos, y el mensaje de dependencia creció. Hoy en día el gobierno es gigantesco y el puertorriqueño se ha acostumbrado a pedir que el gobierno lo resuelva todo.

Me pregunto que aportaría la estadidad para mejorar la economía. El mensaje estadista todavía es uno centrado en que recibiríamos tanto más en ayudas federales. No se habla de desarrollar la economía, y no hay un plan concreto para esto de parte del PNP o del oficialista Partido Popular Democrático, cuyo líder, el gobernador Alejandro García Padilla ha anunciado su intención de pautar un plebiscito para decidir el futuro de las relaciones de la Isla con los Estados Unidos. Su fórmula, el actual Estado Libre Asociado, tampoco sirve actualmente para desarrollar la economía.

El futuro de Puerto Rico es una gran incógnita. Nadie parece saber cómo desarrollar la economía. Todas las energías de los líderes puertorriqueños deben de estar en crear empleos y desarrollar la productividad. No sé cómo convertirnos en estado vaya a cambiar la economía endeble de la Isla. Soy todo oídos para el que me quiera convencer.