La violencia y la complejidad: un combinatorio obligado

Voces Emergentes

En el Instituto de Investigación Violencia y complejidad decimos que nos dedicamos a estudiar la violencia como problema complejo.  Al decir complejo no queremos decir complicado, sino más bien comunicar que estudiamos la violencia orientándonos por las coordenadas de pensamiento sobre el que descansa el paradigma de la complejidad. Este paradigma ha acogido los saberes que, más recientemente, se han venido produciendo, tanto desde las llamadas ciencias duras o ciencias naturales como de   las ciencias humanas y sociales,  sobre el  universo físico, la organización de lo vivo y el mundo en general.

Al decir de Edgar Morín, complejo es aquello que no se puede explicar a partir de una palabra maestra. Esto es,  cuando intentamos explicar la violencia invocando un solo concepto. Por ejemplo, capitalismo, colonialismo, economía, valores, “maldad humana”, etc. Y esto porque la complejidad conforma una dimensión cuantitativa. Tiene que ver con el reconocimiento de que cada vez se producen más y más distinciones en el mundo. Esto provoca que la cantidad de elementos y la cantidad de unidades vinculadas a una problemática sea de tal magnitud que ya no es posible establecer relaciones de uno en uno.

En relación al asunto de la violencia, lo anterior supone reconocer que, si bien no sabemos si la violencia ha aumentado o no en el mundo, lo que sí asistimos es a una renovación constante de sus formas y de sus sentidos. Este carácter polisémico y polimórfico de la violencia apunta a su creciente inconmensurabilidad y a la presencia de un objeto de estudio que siempre está en movimiento.

La complejidad es también un modo de observación del mundo. Podemos despachar el problema de la violencia desde las coordenadas del pensamiento simple, tipo “existe el bien y existe el mal” o podemos conceder a que hay mas complejidad. La complejidad tiene también que ver también con  el reconocimiento de la existencia de un principio hemorrágico de degradación, de caos, de desorganización máxima, el cual es constitutivo de la manera en que los sistemas crecen, se desarrollan y se complejizan. En este sentido, habría que conceder a que hay una violencia constitutiva de todo darse en cuanto algo (el escultor tiene que romper la piedra para hacer la escultura, por ejemplo).

Es plausible pensar también  que ciertas fuerzas entrópicas son vividas, significadas y discurseadas socialmente como violencia (violencia familiar, violencia en la relación de pareja, violencia interpersonal) y  que sus efectos también puedan ser pensados y nombrados como violencia.

Hay también complejización creciente  de lo social la cual incide con el problema de la violencia. Al decir de Yves Michaud en su libro Violencia y política, la violencia contemporánea se vincula a lo que, al presente, está siendo la simultaneidad de dos fenómenos: la desnudez del derecho que nos es otra cosa que la develación de la violencia que le es constitutiva al derecho mismo y la aparición de la violencia en lo social como resultado del declinar de los puntos fijos (esto es, de formas cristalizadas de la vida social dentro de unas normativas cuya expectativa es que sean aceptadas por todos) y de la proliferación del disenso social.

Pienso que son pocas las personas que negarían la violencia que es constitutiva al derecho pues ésta se expresa de variadas y diversas maneras: en el desacoplamiento entre ley y justicia (algo puede ser legal pero no justo), en la criminalización de unos asuntos y no otros que reconocemos ocasionan un mayor daño a un mayor número de personas, en la desprotección de la ley de amplios sectores poblacionales. Estos dos fenómenos imbricados han venido propiciando la irrupción de una violencia que se dispara de cualquier y por todos lados propiciando un estado de indistinción al tiempo que una ubicuidad de la violencia (violencia por todas partes).  La violencia en tanto expresión del disenso social se ilustra en el hecho de que la misma aparece, para Michaud, como una noción de modo mixto que se produce en la proliferación de discursos  los cuales tienen igual pretensión de prevalecer.

Al presente, la complejidad de la violencia se encuentra inextricablemente ligada a la complejidad del sistema de medios de comunicación masiva. De ahí que los medios aparezcan como el otro lado de la forma que asume la violencia. Se hace necesario una puesta al día de la reflexión en torno a las relaciones entre el sistema de medios, aquello que nombramos como “realidad del mundo” y  la violencia toda vez que, para muchos estudiosos del fenómeno mediático, los medios se encuentran en el lugar de la realidad (in place of reality) produciendo un espacio real/ficcional en torno a la violencia el cual conforma nuestra percepción actual de  lo que entendemos es la extensión/intensificación de la violencia. Se trata igualmente de medios en el que todos los eventos son reportados en un mismo plano  de tal forma que la singularidad de los acontecimientos queda subsumida por el medio imposibilitando de esta manera la producción de distinciones que nos ayuden a salir de este impasse donde todo por igual es violencia.

Finalmente concedemos a que no hay manera de analizar asuntos complejos que no sea, complejamente. Por lo que la complejidad de la teoría es una expresión de la complejidad del mundo. Fernando Mires señala que hay gente que habla de la sociedad como si no fuera parte de ella. Tenemos que reconocer nuestra vinculación con nuestros objetos de estudio y caer en cuenta de que nuestros objetos de estudio están constantemente reconstituyéndose a medida que los vamos discurseando, razón por la cual aquello que nombramos como violencia está directamente relacionado con las representaciones que, sobre ésta, vamos promoviendo.

Digamos que un renglón, a mi modo de ver, central de estas representaciones tendría que incluir el reconocimiento de la violencia propia pues, como es planteado por Slavoj Zizek, el deslinde bueno o malo se produce por los que se piensan y se nombran como buenos.

Crédito foto: Concha García Hernández, Wikimedia commons, bajo licencia de Creative Commons (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/deed.en)