Algunos retos actuales de la educación cubana ante la cuestión racial

Historia

Durante muchos días, anteriores al comienzo del curso escolar, se han estado realizando comparecencias de los Ministros y funcionarios de ambos ministerios de Educación, evaluando la situación del país, con vistas al comienzo del nuevo periodo lectivo.

Si me preguntaran, diría que la educación y el desarrollo científico alcanzado por nuestro país, son dos de  las obras  más importantes de la Revolución Cubana. Nada de lo hecho hasta ahora les sobrepasa en méritos y resultados.

Pero, lamentablemente, en ninguna de las intervenciones, ni de los documentos circulados por la prensa nacional, ha salido a relucir un tema que consideramos de fundamental su tratamiento: la cuestión del “color” en la educación cubana.

Nuestra sociedad cubana es un cuerpo social multicolor; pero ese asunto está totalmente ausente de los currículos educacionales, tanto en la educación general, es decir, desde la primaria, hasta el preuniversitario,  como en la educación superior. No tratándose solo de una carencia en las clases y conferencias que recibe el estudiantado, sino también de una preocupante ausencia en nuestros libros de historia nacional y de texto en general. Así como del claustro para abordar algunos temas en los que presentamos un déficit importante: África, Asia y Medio Oriente. Muy interconectados con los estudios dentro de la temática racial cubana y fundamentales para comprender nuestra identidad nacional.

Pero, en particular, la cuestión racial no debe ser vista únicamente como un asunto de la escuela, en su sentido estrecho, sino de todo el sistema, mediante el cual deben llegar a nuestro estudiantado y al pueblo en general, los conocimientos  de tan importante tema.

Ya expresamos en un artículo anterior, que los estereotipos raciales, la discriminación y el racismo, no tiene un carácter institucional. Porque ellos no resultan de la consecuencia de una voluntad política que los defienda y promueva desde el sistema político de la sociedad cubana. Pero todavía, la institucionalidad que nos debe ayudar en esta batalla, por hacer de nuestra sociedad cubana un órgano multirracial o más bien  multicolor, no terminan de desempeñar el papel que les corresponde. Lo cual de todos modos, ha implicado también ciertos elementos de falta de voluntad política y de excesivo espíritu burocrático, ligado a demoras inexplicables, para acometer la solución de tan ingente problema. Que afecta sobremanera el proyecto  cubano de igualdad y equidad social. Situación esta que en los años más recientes ha comenzado a solucionarse, a partir de las coordinaciones y estructuras de colaboración, que lideradas por la UNEAC y secundada por otros proyectos comunitarios, se construyen para acometer integralmente un trabajo que dé respuesta a las necesidades planteadas.

Esa institucionalidad está formada, en lo fundamental, por cuatro elementos, es decir, un cuadrilátero de fuerzas, que a nuestro juicio es el siguiente:

-La escuela, entendiendo por ello, la educación, en todos sus niveles y formas de realización.

-Los medios masivos, entendiendo por tales, la prensa escrita, la radio, la televisión, el cine y todos los mecanismos de distribución y dispersión de información que se utilizan.

-La ciencia, como factor que contribuye a la investigación y a formar la base de conocimientos sobre nuestra sociedad. En particular, las Ciencias Sociales y Humanísticas. Que tanta importancia encierran para abordar integralmente el tratamiento de la temática racial.

-El sistema Estadístico Nacional. Con sus mecanismos de recolección y procesamiento de información económica y social. Por ser este determinante para la creación de la base informativa que permita abordar la temática racial a nivel nacional y en todo el sistema de educación y de investigación científica.

Hay que hacer diana en ese cuadrilátero de fuerzas para poder avanzar en la lucha contra la discriminación racial y el racismo. Pues se trata de problemas en cuya investigación científica todavía debemos avanzar, para diseñar las políticas sociales que nos permitan solucionar los problemas que se nos presentan.

Como un quinto elemento, catalizador, de todos los procesos anteriormente presentados. Están las múltiples conexiones existentes entre ellos. Que integran lo que llamamos la cultura del problema. Por lo que resulta imposible concebir que se genere a fondo una mentalidad sobre el carácter multicolor de nuestra sociedad y más que ello, una cultura antirracista, si el ciudadano no es considerado como parte integral de todos estos procesos, comenzando por la educación, pues resulta evidente, que lo que no entra en la escuela no pasa a la cultura. Dado que se trata precisamente de lograr una cultura antidiscriminatoria y antirracista, que necesitamos, para que nuestra sociedad avance hacia espacios de mayor conciencia de los estereotipos que aún persisten, de mayor igualdad y la más amplia justicia social.

Junto a todo ello, aun se nos presenta un problema, estrechamente conectado con los anteriormente explicados.

El exceso de “occidentalismo”, que todavía padecemos en los campos de la educación y de la cultura cubana en general. Constituyendo un negativo elemento, que obstaculiza avanzar más en la integralidad cultural, lo que se expresa en la  afectación al equilibrio que debe existir entre los  diferentes grupos raciales que  forman hoy la sociedad cubana. Trayendo a colación el debate de cierta persistencia de una  hegemonía ( blanca ) de la hispanidad, sobre el resto de los componentes, ante todo, africanos de la cultura cubana. Los que aún sufren los estereotipos, la marginación y la discriminación por  una parte considerable de nuestros ciudadanos.

Es decir, con relativa facilidad nuestros estudiantes reciben y asimilan la literatura española, hispanoamericana, la europea, mucho de la cultura de esas latitudes del mundo. Sin embargo, no logran llegar a conocer, prácticamente nada, sobre África y su cultura actual, menos sobre Asia y aun mucho menos sobre el Medio Oriente. Por lo cual, al concluir los niveles primarios de enseñanza, incluido el llamado preuniversitario, salen de la escuela con una visión incompleta, parcializada, racista, maniquea, de nuestra cultura nacional. Entrando también en la universidad con una visión estereotipada, blanqueada, de los valores de la cultura universal. Es decir, con una imagen bastante incompleta y distorsionada de que es la cultura cubana y cuáles son sus verdaderas raíces. Es más, salen sin una explicación del porqué de las diferencias de color entre aquellos con los que han compartido por años y también de las diferencias de ciertos rasgos culturales que en ellos a veces se manifiesta; de su comportamiento personal, no pocas veces diferentes, y de las creencias religiosas que practican, etc. Salen de la escuela, en fin, sin conocerse a fondo mutuamente, como miembros de una misma nación. Simplemente, porque explicar científicamente las diferencias raciales, del color y otros rasgos que presentan, ha sido soslayado en la escuela y no lo encuentran en los medios masivos.

Consecuencia de todo lo cual, en realidad, parece como si no educáramos para ser cubanos, sino para ser blancos. Lo cual es peligrosamente mucho menos complejo e importante, que asumir, que debemos ser  educados para asimilar las complejidades y la integralidad de la cultura cubana, que sería lo que realmente nos convertiría en ciudadanos de una nación uniétnica, multirracial y multicolor.

Las consecuencias más graves de todo lo explicado, es que aquellos a los que la familia los  educo como racistas, lo siguen siendo y los que no son racistas, ello ha sido el resultado de preocupaciones que se van formando, debido también a circunstancias familiares, de contactos sociales diferentes. Tendencias estas que no llegan a ser  solucionadas por la formación educacional. Espacio dentro del cual, se debe promover lo positivo y descartar los estereotipos, los prejuicios y la discriminación. Entonces, como los estereotipos, la discriminación y el racismo, no son simples frutos de la incultura, sino de un contexto social y familiar, que forman una actitud ante la vida; al terminar los estudios, no estamos en condiciones de saber si de verdad hemos lanzado a la calle los ciudadanos que necesitamos.

A pesar de todo, las nuevas generaciones, avanzan, se les observa más mezclados, menos prejuiciados ante los asuntos del color. El problema muchas veces emerge al llegar a la familia. Pero para que eso no ocurra, ello no pude  ser el resultado de la espontaneidad, sino de un proceso dirigido por toda la sociedad, desde arriba y desde abajo. Es decir, desde la sociedad como un todo, la individualidad  y  la familia.

En José Martí, existe un inmedible arsenal de ideas y formas de comportamiento social, incluso, mostrado por su ejemplo de vida, para extirpar el racismo de la mentalidad social. Pero en esa batalla aun triunfa José Antonio Saco, con su concepto de cubano y su exclusión del negro; con sus conceptos de blanqueamiento, del ideal de adelantar la raza, etc. Todo lo cual termina en que el fenómeno de los estereotipos raciales que aun sufrimos, la discriminación y el racismo, que más que lastres heredados de la cultura colonial y después republicana, continúan siendo fenómenos alimentados por las imperfecciones que subyacen en nuestra sociedad y que aun resultan ser sustentadas por las ausencias en nuestro sistema educacional visto de manera integral.

La Habana, 24 de marzo de 2015

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