The last colony o el triunfo del colonialismo

Cine caribe

Decía Juan Mari Bras, el fenecido líder independentista, que existían dos tipos de colonialismo. El interno y el externo. Puerto Rico era parte del externo, el cual podía resolverse por dos rutas distintas. Por un lado, por la total anexión o por la independencia. Ahora bien, Juan Mari Bras se diferenciaba de los otros líderes de su época, al plantear que la anexión podía darse por una práctica media extraña a la cual él llamaba, la incorporación automática. Esta es una que día a día se va construyendo, mediante la aprobación de leyes federales que se hagan extensivas a Puerto Rico y llegamos al día que de todas formas operamos como estado y lo único que falta es el pronunciamiento.

Hay algo de esto en el Puerto Rico de hoy. Cada día vamos integrándonos más a EE. UU. y, de paso, disolviendo las diferencias. Se trata del debate que en el 1901 los llamados casos insulares del Tribunal Supremo de EE. UU., establecieron creando la distinción entre los territorios incorporados (esos que se hacen estados) y los no incorporados, que como Puerto Rico pasan 116 años viviendo en un limbo político.

Ante el cuadro anterior, Juan Agustín Márquez nos ofrece una interesante contribución al quehacer nacional de la política en Puerto Rico, por vía de su último documental The Last Colony (Dir. Juan Agustín Márquez, EE. UU., 2015). No obstante, dicha contribución política es dentro de todos sus aciertos, un desacierto en la medida que profundiza en el ya complejo proyecto colonizador del colonialismo en Puerto Rico. En otras palabras, hay algo que me hace pensar que, y bajo la lógica de Juan Mari Bras, este documental se encierra en el proyecto de decir que ya Puerto Rico es un estado de facto y, por lo tanto, nada se puede hacer.

Dicho lo anterior, el documental es una pieza política de difícil comprensión. Es difícil de comprender debido a que Puerto Rico es también un caso difícil de comprender. Pero lo interesante para mí es intentar explorar este documental desde la génesis de la conversación; es decir, el colonialismo en Puerto Rico.

¿Qué es el colonialismo? Esta pregunta es la que faltó al inicio de este documental. Por el contrario, partió de una pregunta distinta, ¿es Puerto Rico una colonia? Pero el interés político del director versa sobre tratar de comprender o ayudar a que se comprenda qué es Puerto Rico. Sobre todo para el pueblo americano, que carece de tanto conocimiento y entendimiento de la situación colonial de la Isla. ¿Por qué el colonizado debe tener interés en el colonizador? ¿En su ternura? ¿En su amor hacia el prójimo? 

El documental explora de forma repentina los 116 años de colonialismo de EE. UU. en Puerto Rico. Decimos esto, pues en ocho minutos nos indica que hemos llegado al año 2012, en el cual la administración de Luis Fortuño habría de llevar un referéndum político para hacer dos preguntas: si deseamos seguir bajo la cláusula territorial, si o no; y cuál de los tres estatus políticos era la opción: independencia, ELA soberano y estadidad.

Al entrar en el debate del referéndum de Fortuño de 2012, el documental entrevista a una serie de intelectuales y políticos puertorriqueños y algunos de EE. UU., que dan una imagen de su postura política. Siguiendo un entramado de preguntas guías, el documental se va moviendo hasta llegar al referéndum, la votación y luego continúa en Washington, en las vistas congresionales de 2013, para concluir, que la gente no quiere el colonialismo, pero no se decide por la opción a votar. Dicho esto, sí hay un reconocimiento que la estadidad ganó de una forma u otra, independientemente de cómo se cuenten los votos. Aunque no ganó de una forma convincente, habiendo dudas de si habría de ganar en caso que el Estado Libre Asociado de Puerto Rico o una fórmula endosada por el Partido Popular Democrático, participara en un referéndum definitorio auspiciado por el Gobierno federal.

El documental tiene un giro que lo hace “relevante”. Es el detalle que todos los entrevistados salvo una persona, permitieron conducir las entrevistas en inglés.

“Pues claro, si este documental está dirigido al pueblo de EE. UU.” Presumo que esta fue la reacción de los entrevistados cuando Márquez les preguntaba si la entrevista era en inglés o en español, y todos y y todas asumieron que fuese en inglés.

Parece una tontería el asunto del idioma, pero denota el cambio cultural por el cual atraviesa Puerto Rico luego de más de 116 años de presencia de EE. UU. en la Isla. La asimilación ha afectado a todo el mundo, al nivel que todos los entrevistados hablan un inglés perfecto, tanto en acento como en conjugación. Es decir, son las clases medias boricuas, políticos o intelectuales, que han vivido mejor que el resto de la población y que se pueden dar el lujo de emular al amo. El único que habló en español de los entrevistados fue Rafael Cancel Miranda, líder nacionalista y partícipe del ataque a la Casa Blair en el 1954.

Si a lo anterior se le suma que todos los entrevistados son hombres blancos, piensa uno que está en el mundo de los hacendados. Más interesante aún, las dos únicas mujeres entrevistadas, María de Lourdes Santiago (senadora por el Partido Independentista Puertorriqueño) y Nidia Velázquez (Representante por el Partido Demócrata en EE. UU.) no solo son las únicas dos mujeres, pero ante el cuadro racial de los otros, son también mujeres negras, lo cual hace el proyecto visual interesante, por decir lo mínimo. En otras palabras, se trata de la palabra del hombre blanco ante la mujer negra. Que cada cual decida.

En fin, que si el documental hubiera sido en español, con un poco de gente más común hablando y pensando, dirigido a la población nacional para propósitos educativos, hubiera sido más acertado. Pero ojo, a lo mejor no habría sido reseñado, dado que esto es el tema diario de discusión en Puerto Rico. No obstante, el inglés del colonizador lo convierte en una importante película, internacional y de suma profundidad.

Es un interesante documental para analizar el año 2012 y 2013. No obstante, el formato de largas entrevistas y seguidas, sin ningún visual de lo que es el País hoy, lo hace por momentos tedioso y aburrido.

Pero, véalo a su propia discreción. Alguien se lo va a contar y le habrá de decir “está buenísimo, como si lo hubiesen hecho en Hollywood”. Con una copa de vino se pasa mejor.