Diogenes y su relevancia en el siglo XXI

Historia

Nos encontramos en el apogeo del siglo XXI donde la norma es el apego a objetos materiales y la expectativa de nuestra sociedad es estudiar, practicar algún deporte y mantener buen físico, casarse y procrear. Lo vemos en nuestra vida cotidiana y tal vez hemos sido víctima de este comportamiento….y tal vez culpables. Es por esta razón que encuentro esencial traer a colación las enseñanzas de un filósofo clásico poco conocido fuera del ámbito filosófico y hacerlo accesible para los que me lean. Este trabajo nace de un deseo para intentar de desviar la sociedad puertorriqueña del mal camino en que nos encontramos actualmente. El filósofo que se estudiará a continuación es Diógenes de Sinope.

Típicamente a Diógenes se le conoce como el padre de la filosofía cínica. Pensaba que uno debe vivir de acuerdo y en sintonía con la naturaleza y radicalizó este pensamiento. Es decir, que se debe derrumbar las convenciones sociales. Se dice que vivía en una jarra grande de cerámica, dependiendo de las ofrendas de las personas, y sus pertenencias estaban limitadas a una capa que utilizaba como vestimenta, una pequeña mochila donde guardaba algunos libros y materiales para escribir, y un bastón. Esto se veía como el «uniforme» del filósofo cínico. De hecho, la misma palabra cínico viene derivado del griego Kuōn, que significa Perro, apodo otorgado por Aristóteles debido a su estilo de vida. Las enseñanzas de Diógenes se conocen a través de una serie de anécdotas de la obra de Diógenes Laercio, Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres. No entraremos en mucho detalle sobre la vida de Diógenes de Sinope, ni analizaremos a profundidad la filosofía cínica sino mencionaremos algunas anécdotas más relevantes a nuestros tiempo y haremos el intento de analizarlos debidamente.

Invito al lector a que haga sus propias investigaciones.

I. Cuando alguien le preguntó de dónde era, le respondió «soy ciudadano del mundo».

El cosmopolitismo cínico es algo muy aplicable en nuestros tiempos, repletos de guerras y odio como es el caso de Israel y Palestina. Diógenes pensaba que este concepto de la nación, o la metrópoli, era un invento humano que no hacía más que dividirnos. No es un concepto natural ya que las fronteras entre países es algo que lo define el hombre. Es como si a un puertorriqueño le preguntaran de dónde es y respondiera «soy antillano» o «soy latinoamericano». No tan sólo deshace de una restricción geográfica sino también demuestra una lealtad más allá. Esta perspectiva de Diógenes es una sumamente positiva. Su rival, Aristippus, tuvo una mentalidad similar al rechazar el polis pero con una connotación muy diferente al decir que es un «ajeno» en el mundo. Diógenes, sin embargo, se sentía en su casa donde sea que estaba parado.

Es entendible mantener cierto orgullo de ser un país u otro pero es esencial entender que cuando ese etnocentrismo se manifiesta en prejuicios y odio hacia el prójimo, es hora de re-evaluarnos. No podemos permitir que estos desacuerdos que nacen como producto de nuestra formación histórica, y aquí se incluye la religión, nos ciegue y nos haga parar de ver a otro ser humano como eso mismo: otro ser humano. Como dijo aquel mulato ponceño: «…en qué se ha suprimido eso de sangre indígena y sangre europea, o de sangre americana o de sangre europea, o de sangre india, o de sangre negra, y de sangre blanca porque no hay más que una sola sangre: la sangre humana y divina del hombre».

II. Encendió una lámpara a pleno luz de día, mientras caminaba y decía «estoy buscando un hombre».

Esta es posiblemente de las anécdotas de Diógenes más conocida. El hecho de andar con una lámpara de día lo utiliza para hacer llegar su punto, cuyo es la imposibilidad de encontrar lo que busca. Constantemente decía que no existen hombres, sino esclavos. Decía que las personas eran esclavos a las cosas materiales y esclavos a sus deseos, que no sabían lo que era ser un hombre ya que no vivían de acuerdo a la naturaleza sino bajo el yugo de las convenciones que le impone la sociedad. Otro ejemplo de esto es la anécdota que dice «cuando el heraldo proclamó en los juegos Olímpicos, “¡Dioxippos es el victorioso sobre los hombres!”, Diógenes dijo, “No, él es victorioso sobre esclavos, soy yo el victorioso sobre los hombres”». Lo que quiere decir es que él entiende cómo se debe vivir, libre de esos amarres que dominan al ser humano. Incluso, no creo que haya anécdota más relevante a nuestros tiempos que éste. La manera en que la gente se pelea, se golpea, se insulta cuando llega día infame que le sigue al Día de Acción de Gracia. Como vemos personas que están dispuesto a ir preso por un celular. Eso sí es esclavitud. Y es por esa esclavitud que vemos como las sociedades se deterioran. No hay problema con querer algún artefacto que facilite la vida cotidiana de una, pero al momento que se llega a esos extremos, debemos para y pensar la importancia de ese objeto. Como muy bien dice Willy Rodríguez en su canción, Canción Despojo, «…se pierden valores, se pierde el “te ayudo mi hermano”». Evitemos eso.

III. Diógenes constantemente decía que para manejar nuestras vidas adecuadamente necesitamos la razón, o una soga.

La soga, claro está, sería para uno ahorcarse. Suena un poco fuerte pero es el estilo típico de «El Perro». No podemos abandonar la razón en nuestra vida cotidiana. Tenemos que entender que todo conocimiento, con la excepción del conocimiento matemático, es falible. A principios del siglo XV, era conocimiento común saber que el planeta era plano y que el sol orbitaba la Tierra. Me pregunto, ¿cuál sería la reacción de nuestros colegas si llegáramos un día al trabajo y le decimos eso a nuestro jefe? Pero sabemos muy bien que ese no es el caso. Hay que asegurarnos no entrar al dogmatismo de cualquier tipo, sea político, científico, religioso, etc. y mantener la mente abierta para poder razonar. Solo así podremos tomar las decisiones correctas para vivir una vida feliz.

IV. Cuando alguien lo condujo a una casa magnifica y le advirtieron que no escupiera, quiso aclarar su garganta y le escupió la cara al dueño diciendo que no encontraba peor sitio.

Otro acto radical de Diógenes, demuestra como rechaza la esclavitud al materialismo. No se sabe si el escupir era una manía de él o qué, pero el mensaje está claro. Cuando quiso escupir no encontró lugar en la casa que estuviese abandonada, salvo el dueño. El individuo le da una importancia innecesaria a las cosas de su hogar pero sin embargo no procura vivir correctamente, de acuerdo a la filosofía cínica. Otra forma de interpretar esa anécdota es viendo como el dueño de la casas quiso proteger esos artefactos. Es decir, trabajó y se fajó para adquirirlos y se preocupa tanto por cuidarlos que no lo disfruta. Diógenes, pues para respetar las cosas de la persona, le escupe la cara. No debemos permitir que nos moleste si nuestro carro sufre algún daño o si se nos pierde el celular. Es entendible, pero no es el fin del mundo, no es realmente algo que vale.

V. Alejandro Magno se le apareció al frente y le dice, «soy Alejandro, el Gran Rey». «Y yo — le responde — soy Diógenes el Perro».

En esta simple respuesta, Diógenes elimina cualquier prestigio que se le atribuye a las posiciones sociales, como si decirle «eres el Gran Rey… ¿y?». Y no tan sólo elimina esa importancia al puesto de Alejandro Magno, si no lo hace intercambiable con el suyo de «perro», palabra que se utilizaba como un insulto. Claro está que las jerarquías sociales cumplen una función, y se puede argumentar que son necesarios y surgen naturalmente como lo argumenta William Golding en su novela “Lord of the Flies”. Pero con eso dicho, no significa que uno es más importante que otro porque esa importancia es atribuida por el hombre, no es natural. Se ve en Puerto Rico, como le asignan este prestigio a los médicos, ingenieros, y abogados… ¿pero y los maestros qué? ¿Y los mecánicos, plomeros, y los demás que componen nuestra sociedad? Cada cual tiene una función y tiene su importancia. Es menester reconocer eso.

Hay muchísimas más anécdotas de Diógenes y los seguidores de su filosofía pero no nos da el tiempo para entrar a profundidad a cada una. Las cinco mencionadas y analizadas superficialmente creo que cumplen el objetivo de proveer una breve introducción a la interesante figura que era Diógenes de Sinope y cómo podemos aplicar sus enseñanzas a diario. No se trata de abandonarlo todo e irse a vivir en la calle como lo hizo él. Claro que no. No se trata de abandonar las convenciones sociales por completo tampoco sino reconocer que esas convenciones tales como lo es el matrimonio, puestos sociales, etc., son creados por el hombre, son artificiales y al ser artificiales se pueden modificar o hasta eliminar por completo si habría que hacerlo.

Referencias: - Diogenes, and Robin Hard. Sayings and Anecdotes: With Other Popular Moralists. Oxford: Oxford UP, 2012. Print.

Crédito foto: John William Waterhouse, Wikimedia Commons, bajo licencia de dominio público