Desert Dancer o cuando bailar es un delito

Cine caribe

Desert Dancer (Dir. Richard Raymond, Alemania, 2014) me la cuestioné al verla. La problematicé en negativo. Cuando salí del cine dije, “mentira”. Todo esto, hasta que me senté en mi soledad a leer del asunto: en Iran hoy, 2015, bailar es un delito religioso. No está permitido. Bailar nada, ni salsa, ni plena ni bachata. Menos, ballet clásico. Pues bien, tolero y creo en la diversidad. Pero no apoyo a los hermanos y hermanas del gobierno Iraní, y del cuerpo religioso que tiene ingerencia en la política nacional de dicho país del levante en el mediano oriente. Lo cierto es que viniendo del caribe, donde bailar es tan fundamental, ir a ver una película que te cuente lo contrario, en pleno Siglo XXI es más que una contradicción.

La película versa sobre la historia de vida, real, del bailarin Afshin Ghaffarian (Reece Ritchie) quien desde su niñez se topó con el arte de la danza, desde el ballet clásico hasta la danza moderna. No obstante se encontró con un estado sacro-moderno, que le imponía una norma de no permitir bailar con mujer que no fuera su esposa. Así las cosas, la película versa sobre como el joven Afshin crea su propia escuela de baile con sus amigos y amigas, para bailar y ser libres.

La parte más hermosa de la película es cuando bailan en el desierto ante una audiencia invitada. Fue un momento mágico de la película. Si de todo, este fue el momento más hermoso de todo el filme.

Luego el filme, como de costumbre se desarrolla entre palizas, acosos policíacos, y finalmente el exilio. En esta medida la poética del desierto, culmina en lo incierto del destierro.

Deben verla con alegría. Muy linda película pese a que tiene muchos fallos en el guión, pobres actuaciones, y más que nada muy confusa para una audiencia que no está familiarizada con el pueblo ni el estado de Iran.