Raphy Leavitt: nadie se atreva a llorar, dejen que ría en silencio

Caribe Hoy

altEn mi infancia profunda, tendría apenas ocho años,  un compañerito de clases, de Tercer Grado con Miss Collazo allá en la Academia Discípulos de Cristo en la Calle Comerío en Bayamón, me había dicho que su tío era salsero.  Mi compañerito de clase, Luis Laguna, me lo volvió a decir, “mi tío es Raphy Leavitt, y su orquesta es La Selecta”.

  Esto fue en el 1970, año en que se había fundado dicha orquesta, que para mí, hijo de migrantes a suelo boricua, se convertiría en mi primer referente de la música de salsa, y su primer nombre, Raphy Leavitt.

“Decía el buen pastor, al que me siga nada le faltará”, y así dijo Raphy Leavitt con su cantante histórico, Sammy Marrero.  Para un compositor, arreglista, y músico del barrio urbano de Puerto de Tierra, en la isleta de San Juan, esta agrupación habría de cambiar los ejes y nuestros entendidos de la salsa social.

Sin lugar a dudas, hoy guardamos reverencia por el maestro compositor, y nuestro mayor, Catalino “Tite” Curet.  Luego vendría el binomio de Rubén Blades y Willie Colón a fines de la década de 1970.  Pero de esta expresión, como compositor y orquesta, La Selecta de Raphy Leavitt tiene todos los méritos para imponerse como la orquesta pionera.

No nos olvidemos que en el 1971, su primer dísco LP, Payaso, el cual contenía una canción de igual nombre, en la cual se hablaba del amor no como traición sino como falsedad.  Como un hecho emocional no cierto al cual nos aferramos  En un mundo de ruptura, como lo fue el inicio de dicha década, entre la normalización de los divorcios, y la lucha por la igualdad de la mujer, dicho tema fue pionero.

De igual forma, ante la revuelta social que se produjo en Puerto Rico en la década de 1970 por la guerra de Vietnam, y el servicio militar obligatorio,  el segundo disco de La Selecta lo fue Mi barrio (1972). En el mismo venía la canción Soldado, la cual es una crítica social a la guerra, la de Vietnam, y su capacidad de llevarnos a los hombres boricuas.  Ahora para su pensamiento místico, deben de escuchar la canción Amor y Paz, la cual está también está contenida en el mismo disco.  ¿Qué orquesta era esta que le traía un mensaje a la humanidad?

Luego en el tercer LP, Mi barrio (1973) se introducen dos canciones que son iconos de la agrupación, como lo son La cuna blanca y Jibaro Soy. Las mismas han sido descritas como fundamentos por un lado de la espiritualidad que nos ofreció como legado el binomio Leavitt-Marrero y que  sostuvieron por 45 años; mientras que Jibaro Soy, es un homenaje a la dignidad del hombre y la mujer puertorriqueña.

En su cuarta producción, Herido (1974),  La Selecta introduce dos temas que son parte de este diálogo, Lamento Jibaro y Herido. Ambos resaltan nuevamente, el dolor del país invadido, que en medio de una crisis social como la fue la del 1974, nos recuerda que fuimos/y somos  “un pueblo herido”.

En la quinta producción, A recorded inferno (1975)  se introducen dos temas, que han sonado pero en escala menor, los cuales fueron pioneros en su momento. El invasor y Voces de África.  Ambos van por el género de salsa mística o sacra, y el otro es un reclamo para la africanía que siempre estuvo presente en la música de Raphy Leavitt.

Es en su sexta producción, donde Leavitt nos deleita con un himno espiritual y de lucha y resistencia, como la canción El Buen Pastor, en el LP De frente a la vida (1976). Para los que hayan tenido duda, de los orígenes de la salsa sacra, pero más que nada, de una salsa espiritual, la cual va de la mano de la contribución que hiciera en su momento Ismael Rivera, tienen por referente esta canción de El Buen Pastor.

Lo que deseamos puntualizar es el hecho que en los primeros seis años de vida, La Selecta de Raphy Leavitt, logro producir seis discos, en los cuales estableció una cultura social y política, a través de la música del género salsa. Reconocemos que en su larga carrera bajo la dirección de Raphy Leavitt, La Selecta produjo 32 discos (LP y CD). Ahora bien, fue en los primeros seis discos que se estableció una base cultural-espiritual para entender la aportación histórica de esta orquesta.  Para entender y comprender el valor cultural y político de esta agrupación musical, entonces hay que volver a sus discos clásicos, que son los que hoy se producen y se reproducen continuamente, aun cuando Raphy Leavitt estaba vivo, y ahora que se nos ha ido.

Hace cerca de seis años había iniciado el proceso de recopilar la música de esta orquesta.  Lo hice por la intuición que las canciones La Cuna Blanca, El Buen Pastor y Amor y Paz, me habían provocado.  Luego seguí investigando y descubrí que los compadres Sammy Marrero y Raphy Leavitt, eran entre otras cosas, místicos-espirituales. En otras palabras, ellos sí estaban conscientes de lo que estaban haciendo.

La muerte ha sido un hecho que ha seguido muy de cerca de la orquesta La Selecta, la cual inmortalizó la composición de Raphy Leavitt, La Cuna Blanca, en honor a Luisito Maysonet, trompetista de 30 años quien murió en el 1971, en un accidente de autos, mientras trabajaban en el estado de Connecticut, EE.UU.  Luego en el año 2003, ante la trágica muerte de la hija de Sammy Marrero, Ruth Dalia, nuevamente La Cuna Blanca, fue ofrecida en su santa sepultura.

Hace unos días, en el acto de recordación al maestro Raphy Leavitt, en el Coliseo Roberto Clemente, La Selecta nuevamente cantó La Cuna Blanca, ahora mientras todos los músicos, incluido Sammy Marrero al cantarla, se secaban las lágrimas. Lloraban por la partida del maestro Leavitt.

Hoy en su partida lo recordamos por tantas cosas, por tanta inspiración, por tanto deseo de afirmarnos como nación, como nación espiritual, como patria.  Por eso, sin confirmar si eran masones, yorubas o meramente católicos cristianos, sí reconocemos que desde el principio La Selecta se insertó en una región geográfica: Puerta de Tierra, San Juan. Cuna de los primeros negros y negras libertos de Puerto Rico.  Allí donde nuestros mayores y ancestros yacen enterrados en los cimientos, recordamos como lo dijo en tantas ocasiones Sammy Marrero, “La Selecta de Puerta de Tierra, de pura cepa”.

 Foto: Daniel Nina