William Ospina o aquel que levita con las palabras

Caribe Imaginado

alt–Te devoraré –dijo la Pantera.
–Peor para ti –dijo la Espada.

Abro el libro amarillo, William Ospina / Poesía / 1974-2004 y me encuentro una poética llena de acertijos. Poemas de largo aliento se entremezclan con aquellos de pocas palabras. Detrás, un hombre que reza. El poema es su modo de pensarse.

Fue en un aeropuerto de una ciudad pequeña, en el año 2011 que conocí a William Ospina. Él esperaba que lo vinieran a recoger. Yo también. Asistíamos al Festival Internacional de Poesía, Luna de locos, de Pereira. Sabía que estaba invitado y que le vería. Llevaba en mi valija más de 4 libros, 3 novelas y este inmenso poemario que ahora abro para que sus propias palabras respiren sobre mis hombros. Mi hijo Victorino, férreo lector, me impuso la tarea de hacer que William le firmara sus libros. Ansiosa por este mandato, se lo anuncié desde el aeropuerto. Y aquella misma noche en la mesa de la cena, puse sus libros, dedíqueselos a mi hijo, le pedí, excepto el libro de poesía. Ese era mío.

Así comenzó mi admiración por el escritor en quien luego descubriría una poética llena de mitos, poemas en voz de otros, como el hermoso poema sobre Manuela Sáenz, titulado: Lo que dice una mujer vieja en un puerto del Pacífico: Yo que lo tuve todo, sé que es de humo el mundo, / reales de oro, trajes de seda, el poder, la victoria, / nada resiste al soplo del viento sutil e implacable… (fragmento). Debo hacer mención del poema dedicado a Virginia Woolf titulado: ¿Con quién habla Virginia caminando hacia el agua? “Ya solo soy el peso de estas piedras…”

William Ospina fue recipiente del Premio Rómulo Gallegos (2009) por su novela: El país de la canela, publicada en el 2008 (Grupo Editorial Norma) y que hace parte de una trilogía que recrea el paisaje de la conquista del Amazonas en el Siglo XVI. Las otras dos: Úrsula (Alfaguara 2005) y La serpiente sin ojos (Mondadori 2012).

Pero para mi sorpresa, el seductor narrador, fue tal vez primero, un poeta. Y aunque dedicó su vida a otros proyectos que tenían que ver con la escritura, fue más tarde en su vida que decidió dedicarse enteramente a la escritura, como si esta le tomara y no pudiera escaparse de sus garras: “Empecé a sentir que cualquier tiempo que le dedicara a otro oficio, era un tiempo que estaba perdiendo”, ha declarado el escritor quien también es estudioso de La Odisea y junto a Homero le declara el amor eterno a Shakespeare, Dante, Borges, Chesterton, libros que mantiene abiertos para que lo lleven de viaje.

En aquel encuentro de poetas nos volvimos a ver varias veces, leímos en alguna mesa algunos versos. Pero fue el día que me iba cuando William me acompañó al aeropuerto para despedirme, que tuve la oportunidad de a solas hacerle una pregunta. El poeta, ¿está solo? El hombre o la mujer líder, ¿está solo? La soledad es una elección, me dijo, yo vivo solo pero hay temporadas donde estoy acompañado. Recuerda, Mairym, cuando desees estar acompañada, solo tienes que salir, extender la mano, hacer una llamada telefónica, y estarás acompañada. Eran palabras sencillas, pero con aquella conversación, encontré al hombre que se reconciliaba con su ser, su ser solo, y quien sabía que tendría siempre opciones. La maravilla era el poder elegir.

En el avión, sentada en el asiento 20C, escribí el poema La Isla del Regreso y que dediqué al escritor.

Pero no es hasta ahora, 4 años más tarde, que nos volvemos a encontrar. Otra vez Pereira y el festival de poesía que nos regresa al encuentro y al abrazo. Pude darle mi libro Cielopájaro nuestro que incluye aquel poema. Y así volvimos a conversar más que con palabras, con cierta mirada de complicidad.

Vestido siempre impecable, con su chaqueta, su pelo amarrado atrás en un rabito, su rostro claro y despejado, nos topamos en la calle, yo para un lado, él para otro, y fue en los desayunos y las cenas, entre saludos y esperas que le robé al tiempo su voz y estas cosas nos dijimos:

William, si te pusieran un micrófono, y tu voz saliera al mismo tiempo en todos los medios de comunicación y en todos los países, ¿qué le dirías al mundo?

Que podemos vivir sin ordenadores pero no sin agua, que podemos vivir sin aviones pero no sin aire.

¿Cuál a tu parecer es el sentido de la existencia?

Nietzsche dijo que “sólo como fenómeno estético está justificada la existencia del mundo”. Y Chesterton declaró: “Ni siquiera podemos saber qué tan ricos o pobres somos, porque todo es regalo”. La vida es un milagro que no necesita ser explicado. La razón de ser de la poesía es agradecer y celebrar.

¿Cómo afrontas el paso del tiempo?

Tratando de no mirar demasiado ni los relojes ni los espejos.

¿Qué ha significado para ti la palabra?

Nada expresa mejor el secreto y el misterio de lo que somos como las palabras, que fueron hechas por gentes que nunca nos conocieron. El lenguaje ordena el mundo y lo descifra, pero además construye paradojas y músicas, inventa realidades paralelas, le arrebata mundos a lo desconocido, y sirve para cantar y para rezar.

Y así da lectura a sus poemas, como si fueran rezos, como si cada verso fuera un mantra, como si sus propias palabras no le pertenecieran y solo fueran un refugio donde huir y despojarse. Las palabras sirven para cantar y para rezar. Leer un poema es un modo de rezar y de leerse a sí mismo. Ese es el rezo necesario, una mirada al interior, un estudio profundo de la filosofía y la ética, una lectura de poemas en voz alta y haría la religión innecesaria.

La rosa entra en el alma como espina, leo en su poemario.

Paraíso: Alguien encuentra abiertos los jazmines.

Nubes: No hay más rostro que aquel que dicta el viento.

Son líneas simples llenas de un profundo pensar. Y uno quisiera no desprenderse nunca de esa imagen. Del perfil de aquel que parece caminar varias pulgadas del nivel de la tierra. Su abrazo cálido, leve palmada de su mano, encuentra al amigo que en poesía crece como los seres etéreos.

Decía Borges que había cometido un pecado terrible, no haber sido feliz. William, ¿Has sido feliz tú?

El verdadero pecado no es no ser feliz: es no intentar serlo. Yo puedo afirmar que siempre lo he intentado.

No sé si el personaje del poema: Lo que dice en un banco de parque un anciano al que ya nadie escucha, ha sido feliz. Pero su meditación nos hace pensar en ese modo de alargar los labios ante los días de la vida. Con estas palabras termina ese poema:

También lo hermoso puede ser, también está para ti lo divino.
Solo un milagro no pidas, solo un milagro no esperes,
que la pupila vuelta perla ya por la luz de la muerte
vuelva a ser transparente,
que esa mano, rígida como mármol, que ya atrapó el secreto,
vuelva rítmica y tibia a jugar en el viento.

*

Aún estás sentada en este asiento 20C
de regreso a San Juan
pero aquel aeropuerto de una ciudad pequeña
hizo promesa de mares

Abro mi mano como una palma
y pienso en la próxima estación
que nos vuelva a encontrar

(fragmento)

 Foto de mairym cruz bernal.