Hacia tiempo no la veía, ni la sentía.ÂÂ Hoy al alba la sentí cerca.ÂÂ Muy cerquita. No le hice caso.ÂÂ Andaba tirada en la cama. Deseando disfrutar con ese amante el amanecer de dos cuerpos entre sabanas floridas.ÂÂ
Ella insistía.ÂÂ Me perseguía. La espante del cuarto.ÂÂ Como si fuera perro le hice chasquidos para alejarla.ÂÂ Se alejó un poco.ÂÂ Solo un poquito.ÂÂ De lejos sonreía y saludaba como vieja amiga.ÂÂ Bajé la escalera un tanto aletargada.ÂÂ La vi acercarse.ÂÂ ¡No!, le dije.ÂÂ No lo hagas.ÂÂ Sal de aquí. Ahora no.ÂÂ Hoy no. Volvió a sonreír. Se escondió.ÂÂ Desayunamos. Conversamos.ÂÂ Ella allí ronroneando. Caminé a la marquesina. Nos despedimos con un beso suave. Al voltearme me tomó por asalto.ÂÂ Me sacudió bruscamente.ÂÂ Me golpeó.ÂÂ Se desató el aguacero de sensaciones deseadas: amanecer en compañía, un compartir cotidiano, una complicidad, un toque amoroso, suave y despreocupado.ÂÂ Después de tanto tiempo la memoria estaba fresca, el deseo intacto. Nostalgia, grité, te dije que hoy no.ÂÂ Era tarde.ÂÂ Me amordazó.ÂÂ Secuestró mi ánimo.ÂÂ Me tumbó por largo rato.ÂÂ Me rendí y lloré.
ÂÂ